Con la fe intacta, pero con los nervios a flor de piel, así se comporta la Fiel rojinegra a horas de arrancar el encuentro de vuelta de la Gran Final entre Atlas y León y es que el marcador adverso que traen sobre los hombros, tiene a muchos atlistas con el rosario en la mano.Todo un caos se vive a las afueras del Estadio Jalisco. Desde muy temprano los aficionados se dieron cita en la explanada y en los alrededores del inmueble para aprovechar el tiempo, conseguir buen lugar de estacionamiento y degustar una deliciosa birria, una torta ahogada, un lonche de El Pesebre y refrescarse con una cerveza bien helada.Pasaban los minutos, el sol se ocultaba y la tensión crecía cada vez más. Las filas para ingresar al Coloso de la Calzada eran interminables, todos querían tomar su lugar en el interior, y por momentos parecía que la pandemia de COVID-19 había quedado en el olvido.Y es que los cubrebocas brillaban por su ausencia. La indicación de las autoridades era que en todo momento se debía utilizar, pero la mayoría de los “fieles” no lo portaban o lo hacían de manera incorrecta. Pero no era momento de pensar en ello, el apoyo al Atlas era lo que tenían en mente.Familias enteras, parejas, incluso aficionados solos presentes en el Estadio Jalisco, que oficialmente debería tiener un aforo del 90 por ciento, sin embargo tal parece que será más del 100 por ciento, en un evidente sobrecupo y es que lo que se vive en el Monumental, no sucede todos los días. Atlas tenía 22 años sin llegar a una final y arrastra 70 sin coronarse.JL