Saben que no hay un mañana. La ciudad se ha teñido de dos colores, el rojo y el negro. Desde días antes, algunos aficionados se dieron cita en distintos puntos de la Perla Tapatía para pegar “calcas” a los vehículos.Las plazas comerciales albergaron gente con la playera del Atlas, las calles están copadas con aficionados que anhelan ver a su equipo avanzar a la Final.Ya en el Estadio Jalisco, con boleto en mano y habiendo pasado los filtros sanitarios y de seguridad, la alegría es única. Hay expectación, nervio, ansiedad de que ya comience el partido y aunque faltan algunos minutos, una buena cerveza, una torta ahogada y la compañía de miles de seguidores con la misma sensación, hace más llevadero el tiempo de espera.Pero la locura llegó. El autobús que traslada a los jugadores hizo su aparición, las gargantas se comenzaron a prender, iniciaron los cánticos, prendieron las bengalas y las arengas al equipo de sus amores ensordecieron a propios y extraños. Todo con la intención de motivar a los rojinegros a minutos de arrancar el duelo.El equipo de Pumas llegó al Estadio Jalisco, lo hicieron entre abucheos, insultos y mentadas, y aunque no pasó a mayores, la fuerza policial puso el orden necesario para que las cosas no se salieran de control.Todo está listo para el inicio del juego, el apoyo es incondicional, impresionante, un color rojo y negro que inunda las gradas del Estadio Jalisco, con más de 49 mil aficionados gritando al unísono, buscando que Atlas haga su trabajo, ganar y avanzar a la Final.JL