Viernes, 22 de Noviembre 2024

* Fracasos

Por: Jaime García Elías

* Fracasos

* Fracasos

Fracaso, sobre todo en materia de deportes, es una palabra que tiene una carga simbólica atroz. Es una sentencia condenatoria inapelable. Es una especie de lápida sobre la sepultura… Es como si después de ella no hubiera un mañana; como si ya no hubiera lugar para la esperanza; como si no fuera cierto que el deporte, como la vida, casi siempre da revanchas.

Por lo pronto, Atlas y Guadalajara están hermanados en el fracaso, entendido como resultado adverso, o, peor aún, como falta de éxito.

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Aún se comentaba en los mentideros futbolísticos de la ciudad el descalabro de los rojinegros en Toluca, incapaces como fueron, primero, de ganar una batalla en que el marcador les favorecía hasta el minuto 75, y más tarde de ganar la guerra en las series de penaltis, cuando los rojiblancos siguieron el ejemplo…

Ampliamente dominadores en el primer tiempo, pero incapaces de reflejar su superioridad en los cartones, los rayados apenas consiguieron emparejar en el marcador global la ventaja adquirida por el adversario en el partido de ida. Ya en la instancia suprema de los penaltis, los aciertos de todos los jugadores designados para disparar —combinados  varios de ellos con los desaciertos de los porteros, que en todos los casos trataron de adivinar y ocasionalmente quedaron exhibidos, ridiculizados—, se interrumpieron en el turno de Ponce.

Y así como Reyes, en Toluca, fue el “chivo expiatorio” para el Atlas, el “Pocho”, con el Guadalajara, fue el malo de la película.

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Más allá de que no viene al caso repartir roles de héroes o villanos, el fracaso del Atlas tiene un atenuante: haber ocurrido ante un equipo aun en formación, por los cambios en el plantel y en el puente de mando dispuestos por la directiva tras los pobres números del reciente Torneo de Apertura…, pero de Primera División. El Guadalajara, por contrapartida, carga con el agravante de haber caído, primero como local y después en los penaltis —en que se supone que el nombre y la jerarquía de los jugadores es determinante—… ante un equipo de la Liga de Ascenso.

El palo dado —que ni Dios quita—, en ambos casos, pegó en el orgullo. Antes eran las silbatinas y los abucheos desde las gradas, contra los que no había defensa; ahora son, además, los memes en las redes sociales.

(“Gajos del oficio”, como dicen que dijo la naranja).
 

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