Por segundo año consecutivo la poesía es el género medular en la obra del ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, con el poeta mexicano David Huerta. Luego de que en 2018 lo recibiera la poeta uruguaya Ida Vitale, el premio de este año regresa a un mexicano, tras casi diez años de que lo ganara una connacional (Margo Glantz lo recibió en 2010).Autor de una extensa obra poética, David Huerta nació en 1949: desde el anuncio del fallo del jurado Huerta expresó la doble celebración, al recibir el galardón y estar a punto de cumplir los 70 años de edad.Hijo del también poeta Efraín Huerta, la literatura estuvo en su vida desde sus primeros años, aunque su obra tomó una voz propia muy alejada del estilo de su padre. Su debut en las letras fue con “El jardín de la luz”, publicado en 1972 por la UNAM, su alma mater (donde estudió filosofía, letras inglesas y españolas). “Cuaderno de noviembre” y “Huellas del civilizado” seguirían, también en la misma década de los setenta. A finales de aquel decenio lanzó “Versión”, un libro al que regresó en 2005 para una nueva edición por la que recibió el Premio Xavier Villaurrutia. En cuanto a galardones, diez años después (2015) le fue otorgado el Premio Nacional de Ciencias y Artes.Un pináculo de su obra poética vino en los ochenta, con la publicación de “Incurable” (1987), considerado un clásico de la literatura mexicana. “Incurable” se compone de un solo y largo poema, cercano a las 400 páginas y en el que desemboca casi un decenio de escritura. Para ejemplificar qué tan distintos son como escritores David Huerta y su padre, el hijo bromea con las características de este libro: “Mi padre escribió los ‘poemínimos’ y yo hice un poema de 400 páginas”.Otros de sus libros de poemas son “La música de lo que pasa” (1997), “Historia” (1990), “Los objetos están más cerca de lo que aparentan” (1990), “La sombra de los perros” (1996), “El azul en la flama” (2002) y “La calle blanca” (2006), buena parte publicados por la editorial ERA. El conjunto de su obra poética lo recopiló para el Fondo de Cultura Económica, en 2013, con el título de “La mancha en el espejo”.El propio David resalta su posición política, en parte debida a las circunstancias con las que creció: nacido en la Ciudad de México en 1949, Huerta fue de la generación que vivió el 68. Partidario de la izquierda (no representada en el actual gobierno, según él mismo acota), su obra está permeada por esas ideas. Además de los versos, el poeta ha sido un constante colaborador en la prensa, con trabajos de diversa índole (desde los comentarios literarios hasta el debate de los temas de actualidad). Aunque su prosa ha llegado menos al formato de libro, Huerta ha publicado varios volúmenes de ensayos, como “El ser y la nada” (2001), “Las intimidades colectivas” (1982) y “El correo de los narvales” (2006).Una faceta más ligada a la escritura ha sido la impartición de talleres literarios. En ese rubro fue coordinador de los talleres en la Casa del Lago de la UNAM. Su trabajo también se lee como editor y redactor de publicaciones como la Enciclopedia de México y La Gaceta del FCE.