Después de ser finalista del Premio Planeta 2021, la escritora española Paloma Sánchez-Garnica ha pasado casi un año de intensa promoción para su novela “Últimos días en Berlín” (Planeta, 2021), una historia en la que un joven ruso (pero de ascendencia española), “Yuri Santacruz”, quien tras huir de la Unión Soviética y separarse de su familia, llega a Berlín para verse en medio de la transformación que vive la sociedad alemana tras el ascenso de Hitler al poder, pero también enfrentado a la necesidad de sobrevivir y, a pesar de ello, amar.En entrevista con EL INFORMADOR, la narradora comenta que el origen de su novela, el primer indicio, fue su intención “de comprender, a través de la escritura, qué fue lo que falló para que ocurriera lo que ocurrió en esa década de los treinta del siglo pasado; porque sabemos lo brutal que fue aquella guerra y sus consecuencias, pero ¿cómo se llegó a ese momento? Es ahí donde comencé a leer e investigar”.Ahora bien, años antes Sánchez-Garnica había visto la película “Doctor Zhivago” (1965), y aunque en ese entonces el libro en el cual está basada no la entusiasmó, eventualmente tomó de nuevo el libro: “y me fascinó; sobre todo el personaje de ‘Yuri Zhivago’, primariamente por sus principios morales, su afán de justicia y cómo lo mantuvo en tiempos muy difíciles en un país que se estaba transformando. Me encantó su capacidad de amar, el enorme respeto que guarda a su mujer y lo mucho que se parecía a lo que había vivido el autor, Boris Pasternak. Todo eso se fue enraizando en mi memoria. Y comencé a escribir sobre ‘Yuri Santacruz’ pero con ‘Yuri Zhivago’ en la cabeza”.Escribir para aprenderAsí, de esta manera, la escritora no llamaría “histórica” a su novela; lo que dice es que “etiquetar un libro puede llevar a un lector al error, y así perderlos. Mi novela tiene un poco de todo, pero considero como histórica aquella que toma un hecho histórico concreto o un personaje, alrededor de lo cual se ficciona. Lo que hago yo es tomar a personajes comunes y corrientes para situarlos en un espacio y una época determinada, y lo que pretendo es comprender cómo gestionan su vida, sus sentimientos, su capacidad de actuar, condicionados por las costumbres sociales de ese momento. Y siempre estamos condicionados por el mundo en que vivimos, por las leyes y los prejuicios”.En esos términos, “mi novela no es histórica”, afirma Sánchez-Garnica, “sí que, como aprendo cuando escribo, lo que hago es introducir al lector en la época elegida, a través de la mirada de personas corrientes, gente con la que se puede sentir identificado el lector o la lectora, para entrar en su universo privado y entender cómo va calando esa época, ese mundo”.Los totalitarismosCabe señalar que los personajes de la autora son quienes se involucran con acontecimientos que cambiarán la historia, “Yuri” contempla la toma del poder de Hitler que, refiere la narradora, “llega ahí tras unas elecciones legales en las que hubo muchas irregularidades, y como buen dictador fragua el complot, el incendio del Reichstag para culpar a la oposición y meterla a la cárcel; asciende en 1933 al poder y lo primero que hace es instaurar el miedo entre los representantes políticos, le dieron la autoridad completa. Y ‘Yuri Santacruz’ vive todo eso, de forma consciente porque viene de ver un proceso revolucionario diferente, pero con resultados semejantes al final: el bolchevismo, con su terrible guerra civil y sus purgas”.En ese panorama, Santacruz “está más prevenido que muchos alemanes”, asevera Sánchez-Garnica, “y recordemos que a muchos en Alemania no les agradaba el nazismo, pero pasa lo de aquella frase que dice: ‘el mal triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada’. Y del mismo modo, muchos en Francia o Inglaterra permitieron mucho hasta que tuvieron que declarar la guerra en 1939”.Amor, amistad y temor“Yuri Santacruz”, en estas condiciones, nos relata la autora, “puede servir de guía al lector cuando transita por los acontecimientos que se narran, en una sociedad no especialmente violenta o antisemita, y apreciar ahí el miedo y cómo va permeando en la gente, un temor a ser señalado, rechazado y excluido, lo que tiene muchas consecuencias: ser detenido, enjuiciado, deportado o asesinado. Y por estar fuera del sistema. ‘Yuri’ y otros personajes, en la novela, buscan mantener esos principios de justicia, ante la transformación que ocurre ante sus ojos y retuerce los principios, y pone en peligro la integridad de los que uno quiere. Por temor uno sigue a la banda, y eso pasó con muchos alemanes, los atenazó el miedo”.En este contexto, la novela se nutrió también de libros y autores, como: Aleksandr Solzhenitsyn, Hannah Arendt, Primo Levi, Viktor Frankl, los “Diarios” de Victor Klemperer; los cuales -indica Sánchez-Garnica- “sirvieron para poder elaborar la forma en que recreo el escenario y, también, la sicología de los personajes”.Y ahí, a la par de esos personajes y dentro de ellos es donde caben esos “sentimientos que nos honran como seres humanos”, destaca la narradora, “el amor y la amistad, porque están ahí, siempre, en los momentos más devastadores de la humanidad; y en esta historia se crean lazos de amistad extraordinarios en momentos duros y terribles, y el amor igual, nos dignifica y nos crea una fortaleza que ayuda a sobrevivir en situaciones extremas. Amar en tiempos normales es sencillo, pero surge también en instantes complicados, siempre nos acompaña y, más aun, nos transforma y ayuda a que evolucionen los personajes”.No todo es OccidenteY, ante este panorama, de cara a los fantasmas de la historia que rondan los eventos de la geopolítica, la obra “Últimos días en Berlín” tiene una lectura muy contemporánea, y Sánchez-Garnica enfatiza que “no lo creía, pero hay una cosa, eso crea expectación entre los lectores, muchos que leyeron la historia hace unos meses, vieron de nuevo tanques en el centro de Europa y vieron familias migrar. Primo Levi decía sobre el horror -y de eso sabía bastante- que dado que sucedió, puede volver a ocurrir; porque comprender el horror del nazismo es imposible, pero conocerlo es necesario porque ocurrió y las mentes pueden volver a ser seducidas por ello. Analizar y meditar sobre lo que pasó es, entonces, un deber; porque no podemos evitar que a Hitler se le desestimó en un principio, y cuando hablaba se le creía, aplaudía y adoraba”.Finalmente, explica la escritora, “nuestra sociedad occidental acomodada, bien estructurada, nos creemos que vamos evolucionando, con crisis y todo, seguimos nuestra vida, y pensamos que los males del pasado no ocurrirán de nuevo, pero nos equivocamos: puede ocurrir. Quizá no de la misma forma o con los mismos métodos, pero sí con los resultados trágicos. No todo es Occidente; y hay muchos puntos del planeta donde se vive con un yugo aplastante, con miedo y sin posibilidad de ejercer sus derechos. Llevamos casi 80 años sin guerras mundiales, pero no debemos pensar que esos males no se repetirán, porque podemos equivocarnos”.Cursó estudios de Geografía e Historia; completó su formación más tarde, licenciándose en Derecho. Trabajó como abogada, aunque decidió dejar a un lado la práctica en favor de una de sus grandes pasiones: la literatura. En lo narrativo, ha destacado por sus novelas de género histórico, con tramas complejas en las que mezcla con habilidad el pasado y el presente. En 2006 publicó su primera novela, “El gran arcano”, y en 2009 consiguió un gran éxito con “La brisa del oriente”. En 2015 presentó “La sonata del silencio”, una novela ambientada en la posguerra española. Con “Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido” se alzó con el prestigioso galardón Fernando Lara de Novela, en 2016, y en 2021 resultó finalista del Premio Planeta gracias a “Últimos días en Berlín”.