El evangelio de hoy nos habla de señales prodigiosas que anuncian la inminente proximidad de un suceso igualmente portentoso y nos invita a que, cuando veamos tales señales, nos preparemos y, al mismo tiempo, nos advierte de no distraernos para que eso que sucederá no nos agarre desprevenidos. Escuchamos esta lectura porque este domingo comenzamos el tiempo en el que se nos invita a prepararnos para celebrar la Navidad, es decir, el adviento. La venida del Hijo de Dios es el evento prodigioso que celebramos cada año en esta época. Dios quiere estar entre nosotros y compartir esta aventura que llamamos vida. Dios viene a nuestra casa y eso es un gran motivo de alegría y fiesta.Para nosotros es muy fácil darnos cuenta de que esta celebración está por venir, solamente debemos fijarnos en la fecha para darnos cuenta de qué tan próxima está. Sin embargo, aunque no volteáramos a ver el calendario, podemos saber que se acerca porque desde hace varias semanas, encontramos señales de que la Navidad está por llegar. Empezamos a ver adornos, luces, arbolitos, música, etcétera. Es muy fácil notar que viene esta fiesta, sin embargo, a veces no notamos cómo Dios viene a nosotros.Jesús siempre está viniendo a nosotros y siempre hay señales de ello. El evangelista nos habla de señales prodigiosas. Pensemos en las personas que luchan por encontrar a sus seres queridos desaparecidos por la violencia, en su fuerza invencible y esperanza, ahí podemos encontrar una señal de la presencia silenciosa y poderosa del amor de Dios que está aquí trabajando por lo humano. Pero Dios no siempre quiere prevenirnos de su venida mediante señales portentosas, es más, casi nunca lo hace. Jesús, que quiere estar con nosotros, está en lo cotidiano, en la sonrisa de quien nos saluda o en el abrazo del amigo, por ejemplo. Las señales de la continua venida de Jesús están ahí, frente a nosotros, quizá no sean espectaculares, pero no significa que no sean prodigiosas y de esto nos advierte el evangelista. Que los problemas cotidianos no nos impidan ver las señales de que Dios quiere estar con nosotros.Hugo Xicohténcatl Serrano, SJ - ITESO PRIMERA LECTURA: Jer. 33, 14-16. “Yo haré nacer del tronco de David un vástago Santo”.SEGUNDA LECTURA: 1 Tes. 3, 12 - 4, 2. “Que el Señor los fortalezca hasta que Jesús vuelva”.EVANGELIO: Lc. 21, 25-28. 34-36. “Se acerca la liberación”. Hoy da inicio el tiempo de Adviento, la Iglesia nos regala una época para reflexionar sobre la venida de Jesús. Es curioso que se nos presente este Evangelio para comenzar este tiempo litúrgico, Jesús se muestra contundente ante la advertencia de estar prevenidos, alguno podría pensar que este tiempo sólo se reduce a la convivencia familiar, los regalos, compartir alegrías y es verdad que supone un tiempo de gratitud, de una inmensa alegría ya que Jesús se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres trayendo con ello la salvación de nosotros pecadores, sin embargo, la liturgia, en este comienzo del Adviento, nos invita a reflexionar sobre la segunda venida de Cristo y nos da las claves para prepararnos adecuadamente para este acontecimiento, para esta Verdad, si queremos precisar: Jesús saldrá a nuestro encuentro definitivo el día que pasemos de este mundo, estamos en camino y volverá a venir para salir a nuestro encuentro. Si Él viniera en este momento ¿estarías preparado? ¿ante el examen de cuánto has amado en esta vida, qué respuesta darías con tus obras?Me gustaría detenerme en los consejos últimos de Nuestro Señor “Velen, pues, y hagan oración continuamente”. La oración es el medio por excelencia para situarnos; quiénes somos y para qué hemos sido llamados a la existencia. A través del silencio de la oración, Jesús nos comunica sus gracias para discernir qué verdaderamente nos conviene en nuestras vidas, dígase material o espiritualmente. Sin la oración, “los cantos de sirena” de este mundo arropan fugazmente nuestra mente y corazón dejándolos tarados para proceder con prudencia muchas veces, con justicia otras; nos paralizan para salir al encuentro caritativo del prójimo que nos grita silenciosamente que nos necesita.Hoy quiero invitarte a que te sumes a un ejercicio espiritual propio de este tiempo de Adviento, recupera momentos a solas con Dios. El otro día leí una reflexión que me pareció interesante: “¿Cómo decimos que deseamos pasar una eternidad con Dios si no procuramos pasar unos momentos a solas al día con Él?”.Oración solitaria, ayudado de la lectura de la sagrada escritura y pensar, “Jesús ¿qué me separa de Ti, qué me separa de Ti?”.Lejos de desanimarnos, este Evangelio ha de impulsarnos a vivir mejor cada día de cara a Dios, porque esta vida dura tres días y ya van dos. Feliz y provechoso Adviento 2024. CT