Jalisco es cuna de grandes artistas, uno de ellos es el escultor Octavio González Gutiérrez, originario de Tepatitlán de Morelos, Jalisco, pero quien ha desarrollado sus piezas más icónicas en Puerto Vallarta, lugar donde radica desde hace 39 años. Él es el creador de la espectacular “Ballena Vallarta”, figura de gran formato que le da la bienvenida tanto a turistas nacionales como internacionales en Marina Vallarta.Octavio, además de crear estas ballenas, insignias en su trayectoria, también desarrolla otras figuras marinas como los delfines y las sirenas, pero también recrea piezas ecuestres y otros monumentos. Sus obras, destaca en entrevista con EL INFORMADOR, son más de 100, pero tienen la particularidad de que no están firmadas. Y ahora mismo para él es una tarea importante hacerlo, porque quiere dejar protegida a su familia.“Yo no firmaba las esculturas porque las hacía para mí”, explica, pues además, cuando se inició en esto, no pensaba dedicarse a la escultura, sin embargo, vio que su trabajo comenzaba a generar relevancia y empezó de lleno. Octavio es un artista nato, también en sus inicios fue retratista, incluso colaboró con Vicente Fernández para desarrollar los bustos de él, su esposa y sus hijos.Desde 1997 fue que se introdujo de lleno en el universo de la escultura, tenía un negocio de jet ski, lo vendió y se entregó al arte, “con muy buena suerte porque sí me hacían pedidos, hacia reproducciones en grande y pequeñas de la ballenita (‘Ballena Vallarta’) y se vendían, tenía mi propia fundición. Empecé a hacer escultura de otros tipos, me llamaron de otros Estados que veían mi trabajo, como de Baja California Sur y Norte, de Sonora, Nayarit, en Ciudad de México, también en Estados Unidos, y tengo muchas más en otros lados”.Resalta que su gozo siempre ha sido hacer sus piezas y que el público las disfrute, “qué tiene que ver el nombre”, pensaba, pero ahora reflexiona que a partir de su edad y de que la carrera de la escultura tiene nuevos retos sobre la marcha, hará una reinauguración de todas sus obras para firmarlas. “A la edad que tengo, no vivo con lujos, pero vivo bien, tengo una hija que tiene su negocio, pero la preocupación de todo padre es dejar algo. Yo tengo a mis empleados asegurados como la ley manda y hasta más, pero yo no tengo seguro. Entonces, a mi edad, si me enfermo, no hay los recursos”.Así que decidió con el respaldo de su equipo, reinventarse y renovarse para darle un segundo aire a su trayectoria: “Estamos abriendo con mi hermano un proyecto de esculturas en Las Vegas, un sitio dónde vender, pero por internet y garantizo que será todo un éxito porque mis piezas le gustan a todo el mundo, los que pueden pagarlas las compran, es muy pequeño el segmento de personas que pueden comprar arte y aun así hay gente que gana poco, pero guarda y se compra una escultura”.Comparte que la labor del escultor ahora mismo es complicada, “los escultores con nombre venden bien y venden caro, yo no les envidio, ni me comparo, ni compito, pero sí pienso en hacer este despegue de nuevo, porque tengo más de 100 esculturas monumentales y públicas en la República y Estados Unidos -para dejar de ser el famoso escultor no famoso-”Octavio refrenda el gran equipo de trabajo que tiene, “sin ellos yo no sería quien soy”. Trabajan 11 personas, “son como mi familia”. También resalta que él es el escultor más rápido de México, “hay esculturas que hemos hecho, como las de unos caballos de tamaño natural en San Miguel el Alto, Jalisco, las hicimos en 45 días, modelados, fundidos y entregados”.Aunque como parte de su legado, la figura de la ballena es la que más resalta, confiesa que todas sus obras son predilectas para él, “pero la especial es la ballena porque significa mucho para mí. La hice por amor y en honor a mi hija y a todas las mujeres del mundo. El significado tiene que ver con que la mujer es la columna de la sociedad y la familia, la que mantiene el balance y el equilibrio”. La pieza está colocada desde el 2001 en el puerto.De hecho, la peculiaridad de sus obras se basa justamente en estos conceptos, en el equilibrio y el balance. “La gran mayoría de las esculturas que hago, son en el aire, porque pienso y siento que la vida es armonía”.Entre los retos que tiene ahora mismo, está el hacer una escultura para el público LGBT+ que será ubicada en un complejo que estará situado en la zona romántica de Puerto Vallarta. “Esto para mí va a marcar un salto porque será una escultura moderna abstracta y ahora como va, es impactante”.Quiere además trabajar en otro proyecto que ya está en maqueta y que se va a llamar “Las madres de la guerra” y quiere que éste se vea en Nueva York. Además está de lleno en otros proyectos particulares que son pedidos que le están haciendo. Finalmente, comparte que espera hacer el recorrido de sus esculturas para firmarlas a partir del mes de abril.Desde pequeño, Octavio fue amante de la naturaleza y tuvo el don del arte, sin embargo, al morir su padre tuvo que trabajar arduamente, pero había que dejar libre al artista que habita en él y comenzó la aventura de la escultura. Sus influencias también provienen de sus viajes por el mundo, en destinos como: Moscú, Varsovia, Viena, República Checa, Holanda, Bélgica y San Francisco, California donde se despertó su interés por el tema marino. Ha participado en intercambios culturales en Santa Bárbara y Berkeley, California donde aprendió técnicas de fundición como la ceramic shell, también estuvo en otro intercambio, en Highland Park, Illinois.En Puerto Vallarta vive desde hace 39 años. En esta ciudad se exhiben muchas de sus grandes obras, entre ellas, “La fuente de los delfines” y su obra más representativa, “Ballena Vallarta” que es una ballena jorobada de 12 metros que está colocada en la entrada de Marina Vallarta. Hay otras esculturas como un velero frente a Marina del Rey, un velero más en Nuevo Vallarta y una ballena azul en Marina Vallarta frente a Portofino, entre otras más.