La colección de cuentos “Breves amores eternos” explora el oxímoron en su título: la brevedad duradera de las relaciones humanas. Así lo plantea el escritor argentino Pedro Mairal, quien publicó en Emecé sus cuentos completos: “No le quisimos poner ‘cuentos completos’ en el título porque sonaba como a lápida, como si ya me hubiera muerto. Espero seguir escribiendo cuentos”. La edición mexicana incluye dos secciones: una homónima del título con las novedades en su escritura en narrativa breve y “Hoy temprano”, su libro de cuentos lanzado en 2001.Autor de poesía, no ficción, novela y cuentos, el autor platicó lo que le atrae del género breve: “Creo que hay una intensidad en el cuento corto que me interesa muchísimo. Sucede todo muy rápido, compactado en cinco o seis páginas. Un universo que se asoma para el lector, de gran intensidad, que se abre y se vuelve a cerrar cuando termina el cuento. Esa sensación de intensidad verbal, el sentido tan compacto, me interesa, es como si fuera una cápsula de vida ajena metida allí. Y uno puede leer eso en menos de una hora, de golpe asomarse a la experiencia humana de otro”.Entre su primer libro de cuentos y este segundo hay casi 20 años, aunque el autor siguió escribiendo cuentos en el lapso. Entretanto también lanzó “La uruguaya” (2016), novela con múltiples traducciones: “Mi estilo se fue cambiando a lo largo de estos 20 años, quizá es un poco más coloquial, poquito menos literario, pero con los mismos elementos, como mostrar sin explicar. Por otro lado cierta tendencia al lirismo, el uso de diálogos también me interesa”.Hay ejes temáticos que cruzan los cuentos, como los amores en la primera sección y los viajes en la segunda. El cuento epónimo de “Hoy temprano” lo ejemplifica “como vida entera, hay una concepción del tiempo que tiene que ver con la poesía. La poesía es capaz de mostrar en muy pocas líneas la sensación de la vida entera. Dylan Thomas escribió que la pelota que arrojó una mañana en el parque aún no ha tocado el suelo. La pelota sigue en el aire, la infancia sigue con vos: el pasado sucede dentro del presente. Esta idea de este presente absoluto, el presente infinito, es la idea que quería mostrar en ese cuento: un chico sale por la mañana en un auto a la quinta familiar un fin de semana. Es un solo viaje, que en realidad son todos los viajes a lo largo de su vida. Ahora, la idea del viaje, el camino de la vida, es una metáfora muy antigua”.Mairal abundó en esa idea constante, presente también en otros de sus libros: “Poner a mis personajes en movimiento siempre me ha fascinado. Los personajes van viendo, viviendo en ese movimiento. Son sus propias asociaciones, las cosas que van mirando y apropiando en su propia vida. Me interesa sacarlos de la casa. Ahora en la cuarentena es difícil hacerlo”.La permanencia literariaEn “El viaje de la profesora Bellini” Pedro expone la idea del viaje que no se puede contar, aunque la protagonista tiene que hacerlo frente a sus colegas: “Es una profesora que toda la vida quiso ir a Grecia. Tiene que contar el viaje y se da cuenta que no lo puede contar, las cosas que le interesaron del viaje no se pueden narrar. Fue por descubrir lo sensorial, el hecho de estar allí en el Mar Egeo, y no tanto el peso de la cultura, que son escombros. La cultura sobre el pedestal griego requiere grandes relatos, algo mucho más prestigioso”.En dicho cuento Pedro habla de la permanencia de la literatura y frente a otras artes: “Está en un soneto de Shakespeare: ‘ni el mármol ni los grandes monumentos durarán con la fuerza de esta rima…’. La materia se derrumba, las generaciones van pasando, los edificios colapsan, pero la literatura sigue y sigue, y sigue intacta. Hay poetas que sobreviven a una lengua muerta: la lengua en la que escribieron no existe más, nadie la habla. Sin embargo, hay gente que los sigue leyendo, como la poetisa Safo. Eso me interesa, la trascendencia del lenguaje, la capacidad para atravesar el tiempo”.En ese sentido, el autor rememoró cómo descubrió su vocación con las palabras: “Descubrir la palabra fue descubrir una casa, un lugar de pertenencia. No sabía quien era, me puse a estudiar medicina cuando terminé la escuela secundaria. No me encontraba para nada, no estudiaba, me iba mal. Cuando empecé a abandonar medicina me puse a leer literatura, a garabatear mis primeros textos. Ese espacio de la palabra me permitió convivir con mis dudas, con mi incertidumbre, encontré un lugar allí. Por eso digo que fue casa la palabra, aunque no sea un espacio físico sí es un espacio mental la palabra. Construí mi identidad allí, en las palabras. Me fascina el castellano, es un idioma riquísimo. Si hay algo que me gusta al viajar por Latinoamérica es encontrar la diversidad del castellano, divertirme con las palabras: alberca en vez de pileta, tenis en lugar de zapatillas”.Para terminar la charla, Pedro comentó algunas de las lecturas que considera influencias en su estilo de narrar: “Me gusta confesar las influencias. Con respecto al estilo hay algo un poquito Hemingway: mostrar la superficie de los hechos, dejar que el lector adivine por debajo lo que está sucediendo. Después hay una influencia lírica de los poetas, el manejo con la palabra. Me gusta Neruda, Vallejo, hay algo que ojalá esté allí. Sin duda Cortázar, respecto a ciertos trucos del lenguaje: creo que ‘Hoy temprano’ le debe mucho, un poco por ‘La autopista del sur’, por ‘Todos los fuegos el fuego’. Ojalá cierto tono borgeano en mostrar las transiciones entre la ciudad y el campo. Una autora que me influye mucho es Virgina Woolf, por su manejo del tiempo: me gusta cómo lo hace en La señora Dalloway o en Orlando, casi el tema central es el tiempo en esas dos novelas. García Márquez me interesa muchísimo por la relación del castellano, cómo abre el árbol sintáctico, es fabuloso: florece las estructuras sintácticas por todos lados. Es impresionante. Pero en el caso de Borges y García Márquez hay que tener mucho cuidado: hay que entenderlos y no copiar el estilo”.JL