Fue hace cinco años cuando Raúl Aguayo y Nicolás Cuéllar decidieron comenzar un proyecto editorial, que a la postre se convertiría en Dharma Books: “Compartíamos muchas afinidades, aficiones respecto a la literatura y a la poesía. Creíamos que las cosas que nos parecían valiosas o rescatables, publicables, eran aquellas que partían desde una necesidad del escritor o escritora por escribir, tal cual. Como un malestar, que es un malestar del que hablan muchos escritores, no es una teoría nuestra. Creíamos que esa literatura es la que valía la pena publicar”, comentó Nicolás.Con cinco títulos publicados, la editorial independiente ha decidido voltear la mirada a un tipo de literatura y autor que no ha entrado en los círculos comerciales: “También nos preocupaba un poco lo que en términos estrictos fuera de unas pocas editoriales en México se acepta. Sentíamos que había mucho nepotismo, mucho favoritismo, editoriales que sólo se dedicaban a publicar a sus amigos. Empezamos a pensar cómo dentro de un mercado tan grande, tan complejo, con tantas opciones, cómo poder en tiempos modernos hacer algo distinto, una propuesta distinta”.Conceptualmente Dharma Books tiene varias directrices que exploran: “Una de esas es la parte de publicar autores jóvenes que tuvieran uno o ningún libro publicado. Y que con nosotros encontraran una casa, una oportunidad de darse a conocer. Otra columna son las colecciones: la de ensayo, de poesía, de narrativa, libro de artista, y El Bambino, esa colección para los autores nuevos”.Por los libros de artista surge su lema: “Libro objeto a precio discreto”. Su intención fue que el libro de artista sea asequible para el público general. Raúl comentó que es el libro de artista tal como se le conoce: con un proceso artesanal, tipos móviles de impresión y papeles de algodón. Además, las portadas son trabajadas artísticamente, cada una hecha ex profeso para cada libro.Sobre otra columna de Dharma, Nicolás agregó: “Es un proyecto que está por comenzar: necesitamos tener un poco más de años, más estabilidad económica. Es traducir escritores y poetas de zonas de conflicto, países que están en guerra, que no pueden proveer a sus ciudadanos derechos individuales, que no tienen agua, servicios de salud”.Para la editorial, el reto de llevar la empresa ha sido interesante: “La editorial se enfrenta a los monstruos de las casas editoriales que controlan prácticamente todos los espacios en las librerías más importantes, la mesa de novedades, a los autores más importantes. Es como abrir una fábrica de tequila y querer competir a las tequileras ya consolidadas. Pero confiamos en el producto, en lo que ofrecemos. Así ganamos la confianza de los escritores de más nombre y así se arma el catálogo. Dharma por ahora sobrevive gracias a los trabajos de servicios editoriales: traducción, corrección de estilo, edición. Los libros representan otro ingreso significativo para nosotros. Como editorial independiente buscamos otra forma de tener ingresos constantes, seguir publicando”.Actualmente en Guadalajara están en Palíndromo, Elegante Vagancia e Impronta. En la Ciudad de México están en Marabunta, en La Increíble Librería; en Puebla están en Profética (librería-café). Igualmente tienen venta en línea con envío a toda la República en www.kichink.com/stores/dharmabooks. El catálogo cuenta con cuatro libros de poesía y uno de ensayos sobre cine, el más vendido. Se trata de “Cinécdoque” de Luis Reséndiz (quien publica en Letras Libres). Otro libro que ha vendido mucho dentro de su catálogo es “La posteridad”, del poeta Juan Alcántara.El nombre y el logo de la editorial nacieron por Allen Ginsberg, poeta: “En sus Collected Poems lo dibuja. Tomamos su dibujo, que lo rediseñó un diseñador: es la huella de Buda. Es como respetar el dharma en la literatura”.