Hoy 21 de junio la Librería Carlos Fuentes (LCF) es sede para la presentación del más reciente libro del escritor peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), “El año en que nació el demonio” (Seix Barral, 2023), una trepidante novela histórica en la que su protagonista, un novato alguacil del Santo Oficio, presenta un extenso informe sobre la llegada del Maligno a una ciudad enlodada por el crimen y la corrupción.La historia, en este sentido, se desarrolla en la confusa frontera que separa el bien del mal; situada en el Virreinato del Perú, en 1623, inicia en un convento donde una novicia da a luz a una bestia de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades; el hecho coincide con la aparición de una mujer que, se dice, es capaz de hablar con Dios y con el Diablo, pero se vuelve el objetivo del Santo Oficio, y el alguacil Alonso Morales deberá indagar lo que hay detrás de todo esto. En entrevista con EL INFORMADOR, Roncagliolo, que visita México con regularidad, refiere que “uno sólo descubre lo que quiere escribir cuando ya lo está escribiendo; escribir es un viaje en el que nunca sabes a dónde te va a llevar. A mí lo que me interesa es explorar los terrores sociales, jugar con metáforas de nuestros miedos y, en este libro, quería explorar la idea de la bruja y los miedos masculinos encerrados en ese concepto”.De este modo, explica el autor, “las brujas fueron concebidas para culpar a las mujeres de los problemas que puede tener un hombre; y buscaba explorarlo desde una mujer contemporánea, pero empecé a investigar sobre el nacimiento del concepto en América Latina, lo que tiene que ver con los virreinatos y la llegada de una concepción que identifica a las culturas originarias como inspiradas por el demonio. Y encontré un universo impresionante y extremo, una mezcla de realismo mágico con gótico, y eso se convirtió en el centro del proyecto”.Así, detalla Roncagliolo, vale recordar que el virreinato es un ámbito “en el que no se ha inventado la razón; las cosas las envía Dios o el demonio, las brujas y las santas son parte de la vida cotidiana, y es difícil distinguir unas de otras. El Santo Oficio, brazo armado de la fe, se ocupa de lo que puedes pensar o no, y hay un ataque sistemático al cuerpo y al deseo. Y es un universo poco narrado, no encontraba muchas novelas que abordaran este periodo y había mucho qué contar”. Lo que el narrador peruano tenía claro es que “no quería poner un personaje que pensara o hablara como alguien del siglo XXI, deseaba que estuviera contada desde la mirada del siglo XVII, por ello era importante que la contara Alonso, quien redacta una larga carta donde explica a sus superiores por qué ha llegado el demonio a la ciudad y lo que eso significa”.Esta labor, obligó al escritor a Roncagliolo a “estudiar los procesos a brujas de la inquisición, cuyo lenguaje era increíblemente rápido, sin florituras, todo se expresa de forma expedita para hacerlo verosímil, aunque debía también contarse de forma divertida”.Por otra parte, esta novela narra asimismo “el origen de muchos de nuestros problemas”, señala el autor, “la desigualdad, por ejemplo, nos recuerda que los barrios de los poderosos siguen amurallados porque temen a los demás; el séquito de los virreyes sigue siendo el de los políticos en América Latina; y la indefinición entre lo público y lo privado, continúa como parte de nuestros regímenes. Escribía sobre el siglo XVII pero muchas veces pensé que hablaba del XXI”. Otro tema importante es, establece Roncagliolo, “las mujeres, que tienen que sobrevivir en este mundo y buscan sus maneras para lograrlo. Recuerdo que el mundo en que crecí era uno profundamente misógino y siempre me pareció que las mujeres eran más inteligentes que nosotros, que se llevaban mejor con sus emociones mientras nosotros las teníamos prohibidas”.No hay que olvidar, refiere el narrador, “que las historias que se han contado de este mundo son de hombres, porque ellos tenían los cargos y títulos. Cuando empecé a investigar, me impactaron todas las historias no contadas de las mujeres; aquella era una sociedad donde el único plan posible era casarse y tener hijos. Tener amantes, ser lesbiana, artista o escribir, cualquier otro plan distinto dejaba como opción ir a un convento que, a cargo de una congregación, en la práctica no dependía de nadie”.Finalmente, afirma Roncagliolo, “me he dado cuenta que me interesan las zonas oscuras de la historia, los momentos en que los seres humanos se han convertido en monstruos. Y siempre ha habido en mi vida un episodio histórico que me arrastra y se convierte en una lucha, y eso les pasa a mis personajes. Y también me interesan los límites entre el bien y el mal, que son más difusos de lo que nos gustaría creer. Más que defender una prosa determinada, lo que quiero es que el lector viva con los personajes, se enamore o aterre con ellos”. CT