La más reciente novela de la escritora española Dolores Redondo, ‘Esperando al diluvio’ (Planeta, 2022), es quizá su inmersión más clara en el género negro y, aún con eso, su más sofisticada pieza literaria a la fecha, esto es, una historia que mezcla la ficción con elementos y personajes de la realidad en una era que, no por estar lejos de la contemporaneidad, deja de ofrecernos claves para comprender el mundo de hoy.De este modo, debemos recordar cómo, entre 1968 y 1969, un asesino al que la prensa bautizaría como John Biblia mató a tres mujeres en Glasgow; nunca fue identificado y el caso todavía sigue abierto, así que Redondo lo convierte en un personaje de esta novela y, a principios de los años ochenta, el investigador de policía escocés Noah Scott Sherrington –el protagonista– logra llegar hasta el criminal, pero un inesperado fallo en su corazón le impide arrestarlo; ahora, a pesar de su frágil salud, y contra los consejos médicos y la negativa de sus jefes, Noah sigue una corazonada que lo lleva hasta el Bilbao de 1983, días antes de que una riada arrase la ciudad. Sin renegar del género negro, Redondo admite que “es verdad que el modo en que llegué a esta clase de novelas fue novedoso en su momento, porque mi modo de escribir hizo que muchos lectores que antes no se acercaban al género, lo hicieran a través de mis novelas”; asimismo, a pesar de prejuicios y mala fama del noir, “mis novelas mostraron que podía ser distinto y presentar otros valores literarios, creo fue ahí que hubo una diferencia”.Con todo, precisa la narradora, “de lo que soy consciente es de que, lo que hago, no es una novela negra purista, sino mestiza, al involucrar todos los intereses que tengo y me gustaría hallar en una historia, pues en la novela negra ya conocemos los procesos de investigación, pero a mí me gusta que los libros tengan una fuga hacia otra parte. Es una novela negra, pero enriquecida con otros intereses”. Ahora bien, tomar a John Biblia y hacerlo su personaje tiene su motivo; explica Redondo que “sus crímenes se cometieron contra tres mujeres, las conoció en el mismo salón de fiestas, bebió y bailó, se le describe como un tipo educado y pulcro, joven, y las víctimas eran chicas a las que violó, estranguló y dejó sus cadáveres tirados en la calle. Además, cuando se lanzó la operación para capturarlo, se esfumó”.Y por otra parte, Noah Scott Sherrington, el protagonista, “ha sido pura magia para mí; es una metáfora y escucha una voz que le indica ir a Bilbao a buscar al asesino, aunque también recibe la noticia de su mal cardíaco, pero decide que necesita darle sentido a sus últimos días. Su estado es lamentable y sobrevivir es una preocupación diaria”.Pero eso no es todo, “en ese escenario, el momento más complicado de su existencia, encuentra un amor, que llega para iluminar sus días y hacerlo sentir menos solo y miserable, le llega cuando menos lo espera y en el peor momento. A nivel emocional ha sido un reto escribir sobre él”. Asimismo, cuando estos hechos ocurren en la novela, estamos en los primeros años ochenta, en Bilbao, con el rock y la movida, la naciente democracia, “un momento confuso política y socialmente”, detalla Redondo, “también estaba la heroína, que se llevó generaciones enteras de jóvenes, pero también la riqueza de una sociedad que buscaba trabajar y prosperar”.A esto se debe agregar, establece la escritora, la gran investigación que uno adivina en la larga lista de agradecimientos al final del libro, “algo que tienen como pendiente muchos autores; no tenemos por qué saberlo todo, nuestro oficio nos da la inmensa suerte de poder interesarnos por cualquier tema y tener acceso a profesionales de todo tipo para preguntar: desde un gran cardiólogo español a jóvenes de la Policía Autonómica Vasca, pasando por miles de aspectos. Hay que agradecer que ellos pongan su trabajo de años a nuestro servicio, pues el escritor debe documentarse y, sobre todo, agradecer”. CT