Por Gerardo EsparzaEn medio de la peor crisis de salud que ha enfrentado el mundo en el último siglo, las violencias contra las mujeres se encarnizan puertas adentro más de lo que sucede en el espacio público. Golpeadas, atacadas verbalmente, asesinadas y estigmatizadas. Pese a ello, la máxima autoridad de México decide negar ese hecho e invisibilizar la tragedia que se vive día a día.Es en ese país en el que la narradora Brenda Navarro decide incrustar la historia de “Casas Vacías”, novela que pone luz sobre la violencia estructural que padecen las mujeres de toda condición social. Una de ellas pierde a su hijo en un parque, mientras que la otra es quien se lo lleva. A partir de ese punto, la narradora explora los entresijos de la maternidad, de la ausencia de los padres y del constante riesgo en que se vive en México. “Las mujeres vivimos la misma violencia en todo el mundo. Pero en México hay una narrativa de Estado, que no de Gobierno, en la que conviene más que haya feminicidios que cambiar la lógica del contrato social que sería cuidarnos como ciudadanas. No sólo hablamos que las mujeres están siendo violentadas por sus parejas sino por todos: la familia, el mercado, el espacio público. No hay un solo lugar en México donde las mujeres no sientan vulnerados sus derechos”, menciona Navarro desde Madrid.En “Casas Vacías”, editada por Sexto Piso, no hay nombres, son sólo cuerpos que narran su día a día. La madre que tiene que llenar los huecos que dejó su hijo y cargar con la culpa de su desaparición; y la nueva madre que descubre que tendrá que hacerse cargo de su familia sin la presencia de un padre.“Una cosa que tenía bastante segura era que sólo dos mujeres en la novela iban a tener nombre: Amara, la mujer española asesinada, y su hija, que se llama Nagore. Amara, al estar muerta, se vuelve buena, es irreprochable, se hace etérea y vuelve a recobrar su individualidad. Y Nagore, al ser rechazada por su entorno familiar, se configura a sí misma por medio de cuestionamientos. Las otras mujeres carecen de nombre porque si lo tuvieran iban a perder ese impacto entre las lectoras: al no poder nombrarlas se dan cuenta que de esa manera están siendo invisibilizadas”.Además, las protagonistas padecen, desde su estrato social, diversas formas de agresión. Una de ellas pertenece a una clase acomodada y con preocupaciones diferentes. “Ambas personajas están transversalizadas por la violencia. No importa en cuál clase social convivas, la violencia te va a afectar directamente. Me parece importante que ya es hora de cambiar el foco: no tenemos que estar contando historias de pobres sino mostrar que en la pobreza hay la misma complejidad y humanidad que una persona con estudios. Las clases medias y las clases privilegiada carecen de una cultura que va más allá del presente. Me interesaba retratar eso en la primera voz, porque aunque sufre mucho se queda paralizada. Creo que así es la clase media y rica: creen que no tienen que volverse políticas, que las cosas suceden por castigo divino.”La novela presenta una narración cruda. Es un registro del habla del México barrial. Recrea, por medio del lenguaje, la pauperización de las mujeres que trabajan todos los días. Dentro y fuera de casa. Casi siempre sin seguridad social. Algo que deviene de la formación como socióloga de Brenda Navarro.“La sociología y la literatura, en mi caso, están ligadas por la herramienta más grande que tenemos: observar. Observar la realidad para tratar de comprenderla es algo que se hace desde ambas, la sociología busca dar respuestas y la literatura plantea más preguntas al lector y a quien escribe. Uno de los libros que más me marcó fue ‘Los hijos de Sánchez’, de Óscar Lewis, que es un estudio etnográfico que leí cuando era muy niña; tenía una oralidad muy cercana. Ahí está captada la esencia de cómo se hablaba en México, los problemas que siguen siendo los mismo aunque más recrudecidos. Y si lo pude leer de niña fue porque sentía que estaba escuchando a la vecina o a un familiar”.Territorio inhóspitoSólo desde que inició la cuarentena, en el país las llamadas de emergencia al servicio 911 por cuestiones de violencia, acoso o violación sexual y por violencia de pareja o intrafamiliar alcanzaron 115 mil 614.“En el discurso en México la madre está romantizada, pero en el país se vive una maternidad dolorosa. En México vivimos en una sociedad donde hay un padre ausente por muchísimas razones y hay un entramado cruel en el que los hombres no tienen una responsabilidad como padres; eso hace que las mujeres sean juzgadas triplemente: por ser madre soltera, por tener una pareja violenta, por no ser madre, e incluso por ser adolescente y querer ejercer tus derechos sexuales”.En ese contexto, Andrés Manuel López Obrador apuntó que la mayoría de las denuncias eran falsas. Algo que diversos organismos han desmentido. “Es muy triste que se crea que no hay denuncias cuando muchas veces las mujeres ni siquiera tienen tiempo de ir a denunciar porque están sobreviviendo, para obtener dinero y para que no te maten. La trampa de cuando te dicen que no te calles y denuncies, es porque se sabe que aunque denuncies las cosas no van a cambiar. El simple hecho de ir a denunciar hace que la persona que te agrede se sienta vulnerable y se vuelva más violenta y generar mecanismos de coerción para que no vuelvas a hacer eso. Además las instituciones no tienen la capacidad de hacer nada, entonces es darte un balazo en tu propio cuerpo”.La escritora también pone en la balanza a responsabilidad de visibilizar la violencia en las mujeres que pueden hacerlo. “Esto obliga a las mujeres que sí tienen la oportunidad de hacer cosas dentro del espacio público a poner el ojo en aquellas que nos están sosteniendo; y como ellas no pueden salir a exigir sus derechos las demás debemos estar diciendo que es ahí donde el gobierno debe hacer cosas. Se están muriendo no sólo por la violencia y la enfermedad, sino por la ignominia de creer que es normal que debe haber mujeres que nos limpien las casas y nos cuiden a los hijos”.Y vuelve la mirada sobre uno de los referentes de la explotación de las mujeres por parte del sistema capitalista. “Más que como escritora, como ciudadana siempre traigo a colación a Silvia Federeci que dice que los cuerpos de las mujeres están sosteniendo la lógica capitalista, no sólo por ser madres sino porque somos las que cuidamos, las que hacemos el trabajo doméstico, estamos en la economía informal, todo tiene que ver con nuestros cuerpos. Además terminan siendo sexualizados: pese a ser asesinados nuestros cuerpos son expuestos al escrutinio público”. En riesgo permanenteCuando la pandemia sigue presente en todo el mundo y en México el pico parece no llegar, las actividades laborales comenzarán a retomarse desde mañana. Sin embargo, muchas mujeres tuvieron que salir a trabajar en medio de la crisis pese al riesgo implícito. De no hacerlo, el riesgo era otro: no comer.“En el confinamiento, las mujeres pobres son las que están ejerciendo trabajos del hogar, la limpieza en hospitales y en la ciudad: son ellas las que están sosteniendo el Estado y la sociedad. Me parece necesario hacer hincapié en que eso no va a cambiar y se va a recrudecer; con el pretexto de que la economía está parada se va a abaratar este tipo de trabajos”.Escena en MéxicoEn los últimos años la escena literaria en México ha tenido una fuerte y saludable presencia de narradoras y poetas, lo que ha hecho que las editoriales vuelvan la mirada a su obra y presenten u panorama diferente, más diverso y, por tanto, más interesante para la literatura en el país.“Veo la escena saludable en el sentido que hay muchas mujeres escribiendo y publicando, la mayoría en editoriales independientes. Esos libros se están compartiendo entre redes de mujeres que leen. Las lectoras están generando un papel súper importante para que la industria editorial se abra a este tipo de temas que antes no consideraba. Son las lectoras las que exigen que haya lecturas que las interpelen. No es lo mismo que te interpele Pérez-Reverte a que lo haga Fernanda Melchor, Selva Almada, o muchas más. Eso ha generado que la industria editorial se abra, no es que se hayan abierto per se las grande editoriales”, señala Navarro.Y advierte que esa atención quizá no llegó para quedarse, por lo que deben aprovechar al máximo la luz que hay sobre sus obras. “Creo que las escritoras que estamos teniendo este foco mediático no olvidamos a otras mujeres que nos han apoyado cuando nuestra literatura no tenía el mismo impacto: nos estamos recomendando entre nosotras no para replicar el amiguismo sino porque sabemos que el foco mediático es efímero”. Recomendaciones de Brenda Navarro“Apegos feroces”, Vivian Gornick,“Tenemos que hablar de Kevin”, Lionel Shriver“Canción dulce”, Leila Slimani“Una casa con jardín”, Itzel Guevara Del Angel“Cometierra”, Dolores Reyes