La escritora mexicana Liliana Blum lanzó el mes pasado “Todas hemos perdido algo” (Tusquets), una antología donde se reúnen los libros de cuentos “No me pases de largo” (2013) y “El libro perdido de Heinrich Böll” (2008), así como la novela breve “Residuos de espanto” (2008).Blum propuso a la editorial Planeta la recopilación de sus libros pasados, puesto que la mayoría se habían publicado como ediciones independientes o de gobierno, por lo que eran más difíciles de conseguir y “la gente siempre me preguntaba dónde se podían conseguir”, relata la autora en entrevista.Incluso, se planeaban reeditar más, “pero algunos de mis cuentos más antiguos los volví a leer y no me parecieron tan buenos. Me noté muy primeriza, entonces pensé que esos necesitarían una reescritura. Y estos tres libros que se reúnen en uno, los trabajé mucho, y son tres que me gustan mucho en particular. Tienen en común esta parte de la pérdida, es una constante en todas las historias”.La pérdida es el tópico principal del compendio, uno de los temas que le ha interesado a la autora explorar junto con la parte oscura de la naturaleza humana, “el por qué la gente bajo determinadas circunstancias es capaz de hacer tanto daño, tanto mal. También está la parte que es una constante en todos mis cuentos y novelas: la imposibilidad de relacionarnos con el otro”.Para la escritora, “siempre hay una barrera, de alguna manera, con el otro, por más que nosotros pongamos de nuestra parte, como si el otro fuera un alienígena y nunca terminamos de conectar. Por su puesto, otro tipo que se relaciona es la violencia, no solo la externa o la más evidente, sino también la violencia que se da al interior de las familias o de las parejas y que no necesariamente el resto del mundo puede verla, a veces las peores tragedias suceden entre cuatro paredes. Estas son las constantes de mi escritura a lo largo de estos años”.Las temáticas que la autora ha indagado a través de sus letras expresan sus propias “emociones y miedos. Al explorar estos temas es mi manera de entender el mundo y también reconocerme a mí misma a través de lo que escribo. Según yo estoy contando una historia, pero después los lectores me comentan o me preguntan cosas que están allí y yo ni siquiera había visto, y que también revelan muchas cosas de mí misma”.Así, para Blum, el resultado de su escritura “es una manera de explorarme a mí misma de manera un poco inconsciente. Los escritores por alguna razón, en nuestro subconsciente, vamos hacia ciertos temas. No recuerdo quién dijo que los temas nos buscan a nosotros y no al revés. En realidad, yo siempre he tendido a mis propias emociones y medios”.Esta perspectiva de escritura es notable a través de “Todas hemos perdido algo”, especialmente en los cuentos pertenecientes a “El libro perdido de Heinrich Böll”, donde las protagonistas se narran así mismas, aunque sea en una frase.Los personajes creados por Liliana Blum tienden a ser mujeres, característica que ha provocado que la autora sea cuestionada: “Seguido me preguntan, ¿por qué todos tus personajes son femeninos?, ¿eres feminista? Y yo sé que a los escritores hombres nunca les preguntan por qué todos sus personajes son hombres. Como que de alguna manera se da por hecho que la norma es que el hombre es el protagonista, y si el hombre escribe sobre el hombre es lo natural, y eso no se cuestiona”.La respuesta de la autora siempre es la misma: ¿por qué no?, “la mitad de la humanidad son mujeres, yo soy mujer, es el mundo que más me interesa explorar y creo que la prevalencia en la actualidad de la mujer está teniendo mucho éxito y surgen más lecturas, nos están volviendo más a ver a las escritoras y ayudan a normalizar esa parte pero debería de ser algo obvio, tenemos el mismo derecho de escribir sobre personajes femeninos sin que haya necesariamente una agenda feminista”.Sin proponérselo como un objetivo, Blum reconoce que a través de su creación literaria normaliza a las mujeres “como seres humanos, como heroínas y como personajes también. La literatura no debería ser didáctica, pero como un efecto secundario termina siéndolo, y en este sentido, es una forma de educar a los lectores y a la sociedad. Todavía a los lectores en general están predeterminados que es un mundo de hombres, tanto protagonistas como creadores, pero esto está cambiando poco a poco”.La autora ha vivido el machismo en carne propia, como la mayoría de personas, a través del desprestigio de sus letras por el hecho de ser mujer y escribir sobre mujeres. “A veces de manera muy sutil y a veces de manera muy obvia, todavía a la fecha, y no lo digo como víctima, pero sé que algunos de mis colegas dicen que escribo para ‘ñoras’, en modo peyorativo, ni siquiera dicen para mujeres. Lo señalan como si fuera una literatura menor, porque hay mujeres que la leen”.Pese a estos señalamientos y a que continúa “este machismo cultural muy muy fuerte, y tan difícil de despegarnos”, la escritora duranguense toma el lado positivo: “Alguna vez me dijo Benito Taibo que en este país quien más compra libros son las mujeres, entonces, dije ‘bueno, así, si mi literatura es para ‘ñoras’, pues bien, venderé más’”, relató entre risas.Igualmente, ha vivido el recelo de ser una autora exitosa dentro de la narrativa mexicana contemporánea. “Me han llegado las frases de ‘ay, si a ella le ha ido tan bien, algo ha de haber hecho…’, intuyendo que una escritora puede tomar un atajo para publicar. Es más fácil pensar eso que pensar que se puede tener talento”.Otra inequidad de género que se vive dentro de la literatura son los números en cuanto a publicaciones. “Se dice que hay menos escritoras que escritores, y eso no es verdad. Más bien hay menos escritoras publicadas que hombres. Pero eso no quiere decir que haya menos autoras. Sino que es más difícil integrarnos al mundo editorial. Cada vez es menos, pero ciertamente, si vemos los números, sigue la desigualdad”.Liliana Blum participará en el paro en el marco del 8M, pues admite que es una buena idea, aunque sugiere que todas deberían sumarse ante los antagonismos que han surgido en torno al feminismo. “Desde mi opinión personal, no importa la postura del aborto, que creo que es el punto de todo el antagonismo, pero no debería, porque todas tenemos que parar, vamos a parar, porque estamos en contra de los feminicidios y las violaciones, y de eso no se deberían distinguir las posiciones políticas o ideológicas o religiosas o dogmáticas, deberíamos de pasar por alto esas diferencias y unirnos. Al final de cuentas somos mujeres y si la marcha es contra eso, no nos deberíamos dejar dividir. No se debería debilitar el movimiento”.Por Ruth Romero