La que será la última escultura del programa de Arte Público del Ayuntamiento de Guadalajara todavía no comienza a construirse. La pieza de Dolores Ortiz —escultora y directora del departamento de artes del Centro Universitario de Arte Arquitectura y Diseño (CUAAD)— deberá estar lista antes del 10 de septiembre, para instalarse en el oriente de la ciudad.En entrevista, Dolores platicó que recibió la invitación para participar en este programa con la opción de elegir el sitio donde se ubicaría su obra. Dolores eligió Puerto Melaque, en la glorieta que colinda con el dominical tianguis El Baratillo: “Me interesó ponerla en la parte oriente de la ciudad porque es una zona que no tiene nada: no hay nada de arte, nada para que la población se pueda sensibilizar sobre la escultura urbana. Me interesó ponerla allí. Me sugirieron una serie de espacios que se podrían utilizar y me gustó esta glorieta”.La pieza representa un portal, en el sentido de que su sitio es una especie de puerta a la zona, afirmó: “Como si fuera un portal abierto para entrar a la zona. Esa fue la idea”. La escultura en espacios públicos, en general, es también una puerta para el arte: “La escultura urbana es para la gente, para el transeúnte que circula y ve la ciudad, que percibe, critica y observa. Es la intención de la escultura, que se sensibilice a la gente ante una obra de arte a la que no están acostumbrados a ver. Muchas veces la población tiene miedo de ir a una galería, a un museo, no saben si cobran, si pueden entrar. Esto puede servir”.Tomando en cuenta las características del espacio se definieron las particularidades finales de su escultura. Para la artista, es esencial la planeación del sitio en el que se pondrá la escultura, para diseñarla. A la par se realizaron estudios de estructuras, de vientos y de suelos, para garantizar una buena instalación y permanencia de la escultura en su lugar: “como una casa”, comentó Dolores, “la colocación es todo un trabajo de ingeniería”, agregó. La escultura es de placas de acero, con ocho metros de altura y dos secciones: “Son dos formas, no se cierran completamente, están pegadas una con la otra, pero sin cerrarse. El soporte es la glorieta misma”. El monto que se etiquetó para este proyecto fueron cinco millones de pesos.La experiencia de Dolores en la escultura monumental es larga. Recientemente inauguró en Amatlán de Cañas (en los límites de Jalisco con Nayarit) la pieza “Homenaje a Amatlán”, de unos 15 metros. Otros sitios donde Ortiz tiene obras son: Corea del Sur, China, Chile, Argentina, Estambul y Puerto Rico, entre otros.El arte, afirmó, ayuda a sensibilizar a la gente que tal vez no se ha acercado a los museos. El arte urbano, agregó, “hace ciudad” al embellecer el paisaje. Sobre las críticas que ha recibido el programa de Arte Público de Guadalajara, Dolores resaltó que lo que falló fue la socialización con la gente, no el planteamiento de las esculturas y sus espacios. De cualquier forma, agregó, este tipo de discusiones siempre se han suscitado en la ciudad: Dolores recordó el caso de “La hermana agua”, en Chapalita, apodada en su momento “Hermana Drácula”, pero después aceptada por la comunidad. Para la escultura, el arte es parte del alma, una expresión del espíritu que debe tomar las calles.Luego de concretar esta pieza, Dolores continuará con otra propuesta que recibió de Tlajomulco. Otra obra, que ya está en proceso, será la que instalará en Chile, dentro del programa Arte Nuestros Parques, donde anualmente invitan a escultores internacionales. La escultura de Ortiz será un tótem.