El poeta y narrador portugués Nuno Júdice (1949) forma parte de la comitiva de Portugal para esta Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Con una amplia carrera en la literatura, Júdice ha ejercido también la docencia y la traducción. Por su prolífica obra ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Previo a su participación, el escritor detalla sus actividades en Guadalajara:-En la FIL presentará “Nueve poetas portugueses para un nuevo siglo”, ¿cuáles son las tendencias en la poesía actual en Portugal?-En esta antología pretendí dar a conocer un conjunto muy diversificado de poetas, desde la última generación del siglo XX hasta el inicio de este. No es una antología exhaustiva, muy al contrario, porque quise dar a conocer un conjunto mayor de poemas de cada autor para que puedan dar una imagen más completa de las características de cada uno. Un aspecto importante es que hay un número casi igual de hombres y mujeres, lo que significa un cambio muy significativo que se funda, sobre todo en este siglo, en el aumento de mujeres que escriben poesía y que lo hacen de un modo muy original. Entre ellas podemos encontrar algunas voces que ya se ganaron un lugar indiscutible en nuestra poesía reciente.Hablar de tendencias no es fácil aunque tengamos una imagen muy nítida de lo que pasa en términos estéticos. Después de un paso de siglo muy apagado, sobre todo debido a la falta de nombres capaces de indicar un camino serio, lo que hoy vemos es un surgimiento de poéticas muy individuales que no se organizan en tendencias comunes a varios poetas, como sucedió muchas veces el siglo pasado con los movimientos o grupos. Otro fenómeno reciente es el surgimiento de numerosas revistas de poesía, que es muy importante para que los nuevos poetas puedan darse a conocer y también para divulgar poetas extranjeros en traducción.-En la feria también presentará una antología de su obra. Tras una vida dedicada a la poesía, ¿cuál es el mayor valor que ha encontrado en los versos?-Para mí, lo más importante en la poesía es la capacidad de encontrar (a través de palabras exactas, precisas y definitivas) la verdad de una imagen o una idea. En esas palabras hallamos el valor y la identidad de cada lengua, y un poema nos da de forma inmediata y sintética lo que ella permite decir. Sin un Baudelaire, sin un Rilke, un Yeats, un Lorca o un Pessoa sería difícil darnos cuenta de la belleza de cada una de las lenguas en que se expresan. Y su diversidad se manifiesta también en la forma en cómo se adaptan a los tiempos en que esas lenguas encontraron otras expresiones, como sucedió con el español en América Latina o el portugués en Brasil y África.-En la FIL también tendrá la actividad “La poesía es para perezosos”, con José Javier Villarreal, ¿nos podría adelantar algo sobre la charla?-La diferencia entre la poesía y la novela está en que el poema corresponde a un momento de iluminación, a una “vida breve” de expiración (no inspiración) que produce el poema. Esa brevedad tiene algo de perezoso porque nos permite, después de escribir, reposar y respirar la belleza de ese poema. La novela, por el contrario, se sitúa en un tiempo intenso del poema, pero en extensión se multiplica y diversifica a medida que se escribe, obligando muchas veces a reescribir y corregir, a pensar. Y eso es trabajo. Con la experiencia de esas dos formas de escritura, prefiero la poesía, como es evidente. Es decir, como escritor estoy más del lado de la pereza que del lado del trabajo.-Por último, en la FIL leerá poemas en el Salón de la Poesía, ¿qué tan frecuente lo hace? De manera pública o privada. Y a propósito de su labor como traductor, ¿cómo llevar a otro idioma la musicalidad de cada poeta?-Leo con frecuencia en encuentros literarios, como ferias del libro u otras ocasiones. Si lo hago es porque me parece que la poesía gana cuando es leída en voz alta, porque es de esa forma en que podemos sentir la vida y la verdad de una lengua, además de apreciar su música. Es eso lo que busco también cuando traduzco, sobre todo teatro: pensar en el texto que será dicho y escuchado, y hacer que ese momento de comunicación funcione en la lengua de llegada como en la lengua de origen. Cuando traduje clásicos como Corneille o Shakespeare, el problema que me representó fue este: ¿debía traducir siguiendo las dificultades de sintaxis y de la lengua de la época, haciendo que el texto se tornara demasiado erudito e incomprensible para muchos espectadores? En la época en que esas piezas fueron representadas el público entendía, sentía y lloraba o reía con esas palabras. Por eso lo que intenté hacer fue dar una expresión moderna y comunicativa al lenguaje de la pieza, y hacer que todo eso llegue al público. Y resultó bien.SIGUE LA COBERTURA ESPECIAL DE LA FIL 2018