La obra teatral “Viaje de tres”, de Jorge Fábregas, relata la historia de “Don Yayo”, y el viaje que emprende para visitar a un chamán, en compañía de su enfermera “Irma” y “Emilio”, su hijo. Tras poco más de una década de recorrer los escenarios del país, hoy viernes 29 de julio se develará la placa por las 100 representaciones de la puesta en escena en el Teatro María Teresa, y el sábado 30, al concluir la presentación, el elenco, director y dramaturgo sostendrán una charla con el público para que, finalmente, el domingo 31 se lleve a cabo la función de despedida.Tras de una lectura dramatizada en 2011, que dio origen al montaje, la obra ha recorrido un buen tramo de cara al público y, para un medio escénico como el jalisciense, no es un caso frecuente. Al respecto detalla en entrevista para EL INFORMADOR el dramaturgo: “Es complicado llegar a las cien funciones; en este caso, además, ha permanecido un grupo unido por varias temporadas, lo que es excepcional”. En un principio, Fábregas escribió “Viaje de tres” con base en “una tragedia familiar; un pariente querido y desahuciado, y en esas circunstancias uno busca todas las posibilidades a mano para buscar una cura, de aliviarlo. En esa búsqueda de médicos y otros que no eran tanto doctores, ese viaje da origen a la obra, donde una persona desahuciada que aún puede trasladarse realiza un viaje con su cuidadora —o enfermera— y su hijo, para buscar un chamán en un pueblo perdido de la sierra, del que han sabido por la televisión y que promete curar todos los males”.En estos términos, el escritor se refiere a la obra como “una historia de encuentros donde hay sentimientos al límite, pero donde también se retrata la convivencia natural entre estas tres personas, muy comunes todas, que emprenden un viaje poco usual para dar con una persona que representa una esperanza”. Para Fábregas, la permanencia de la obra en cartelera y el impacto permanente en su público se deben, quizá, no solo a que “la obra está bien hecha, bien dirigida, con excelentes actuaciones; pero lo que decimos ahí les llega de alguna forma porque hablamos de temas comunes —anhelos, sentimientos, promesas (como la de que algo ocurrirá para salvar a alguien, lo que nos mantiene andando)— y me parece que por eso les gusta”.Además, apunta el dramaturgo, a la obra “van y se ríen, no es un montaje en el que uno nomás va a llorar. Claro que tiene sus momentos melodramáticos, pero lo esencial es que mueve emociones; así, pasan del llanto a la risa de una escena a la otra, y mantiene a las personas atentas a lo que ocurre, porque el trabajo de los actores es muy bueno”.En estos términos, añade Fábregas, los personajes manifiestan “emociones muy cercanas a los espectadores, los temores a lo que sucede, a lo que vendrá, el amor que se siente por alguien cercano, por el padre al hijo; pero también otras, un conjunto de emociones humanas que nos acercan a la obra e, incluso, permiten una identificación que se nota”. En el contexto que ha descrito Fábregas, se entiende que ha sido inusual también la permanencia del director y elenco, sobre todo, comenta el autor, “porque se trata de actores con una agenda muy apretada, y es difícil armonizarlas para estar juntos y presentar la obra. Aunque también ocurre esto porque, entre nosotros nos queremos mucho, y eso ha hecho que nos mantengamos juntos. Y está también la obra, que ha funcionado cada vez que la ponemos, es decir, funciona: sigue viva”.Con todo, “Viaje de tres” no está exenta de haber “evolucionado” con el paso del tiempo, refiere Fábregas: “Puede pasar dos cosas con un montaje cuando dura un tiempo considerable: o involuciona, cuando los actores suben al escenario a repetir la fórmula que saben de sobra, o actores que saben hallar nuevos elementos para continuar actuando pero, ante todo, más orgánicos y no hacer esto de modo dinámico. Y creo aquí lo han hecho todo muy bien”.Finalmente, establece el dramaturgo, la obra dejará de presentarse: “Porque creo que es un ciclo que ya está bien cerrarlo, y con 100 funciones es un buen momento para todos. Nada tiene que ver con la edad de los personajes (en eso está perfecta), pero después de este lapso decidimos terminar bien, como el deportista que se retira en buen momento. Y así nos pareció a todos”.