El narrador mexicano Jorge Alberto Gudiño Hernández ha publicado su más reciente novela, “La historia de las cosas perdidas” (Alfaguara, 2022), un ambicioso mosaico de personajes en el que se pone en entredicho lo que conocemos de los demás, qué somos capaces de hacer para conseguir lo que deseamos y lo que dice de nosotros aquello que desechamos.En el libro, Roger tiene una vida que da un vuelco completo a partir de una llamada nocturna que le obliga a reconstruir una historia de la que no es personaje central, sin embargo, conforme se involucra en ella, enfrenta dramas personales: su incapacidad para superar la separación con su exnovia, su hermana y un embarazo complicado, la presión laboral y una investigación que no imaginó llevar a cabo.De los orígenesPero todo comienza para Gudiño Hernández con la lectura, a la que se aficionó “desde que era muy niño; comencé en casa. A mí me funcionó bien y seguí así durante mi adolescencia; cuando iba a elegir una carrera, entré a ingeniería porque -entonces- decía que no quería me indicaran lo que debía leer. Después hice una Maestría en Letras y supe que a lo que deseaba dedicarme es la literatura. Y me hice de tiempo y espacio, pero lo que más me gusta es leer”.Enfocado en la docencia y la participación en medios, ahora, relata el escritor que “a lo largo de todas mis novelas, siempre me ha preocupado tener una narrador muy específico que sirva para contar una historia de determinada forma; por ejemplo, en una de mis novelas anteriores, “Con amor, tu hija” (2011), el narrador en primera persona me permite explorar la psicología del padre, el protagonista, lo que me funcionó bien; en esta ocasión, además del personaje de Roger, estoy contando otras historias paralelas, y requería un narrador con mayor amplitud y crítico de las decisiones de Roger”.Una estrategia particularEn cuanto a la estructura de la novela, el rompecabezas se hace complejo gracias a las estrategias que se utilizan para narrar, por lo que Gudiño señala que “debe ser que me gusta meterme en problemas; pero -finalmente- una novela es asimismo un problema que debemos resolver, de la mejor manera posible. Para el caso de ‘La historia de las cosas perdidas’ (2022), quería una estrategia particular que permitiera abordar todas las historias (la de Roger, la de Andy, las de amor), pero también las viñetas que se relacionan con la basura o las muertes ridículas, hay reflexiones sobre la mediocridad; todo debía integrarse”.De este modo, en relación con el título, las historias son esenciales, “todos tenemos una; somos casi 8 mil millones en el planeta y cada historia puede ser relevante para el círculo cercano, pero no para el resto, de modo que en realidad perdemos muchas de ellas. Cuando empecé la novela, en 2020, estábamos confinados y no deseaba que ese fuera el tema, porque el caudal de testimonios en realidad nos quitaba muchas otras historias. Así, creo la literatura ayuda a rescatar muchas de estas historias y, también, a darles una lectura que va más allá de la trama que cuentan o desarrollan”.Así las cosas, en “La historia de las cosas perdidas”, más allá de Roger, Denise, Andy y los otros personajes, “se abre la posibilidad de que algo de lo escrito le ofrezca un sentido diferente, más profundo (o como se quiera romantizar el juicio); que es más o menos lo que busco cuando leo una novela, no sólo entretenimiento o una buena historia, sino algo más, algo que no siempre sucede pero que, cuando lo hace, es intenso y profundo”.Decisiones y marcasCerca del final, se hace hincapié en el hecho de que la fijación de la escritura es temporal, por más que se desee, desaparece; “pero -indica Gudiño- podemos pensar también en los libros y nuestro acceso a las historias, que es muy poco si se compara con todos los que existen. Además, nuestra capacidad lectora no da para ello, no tenemos tampoco acceso a esas historias de forma masiva y, aunque puede parecer triste, desde otra perspectiva siempre queda algo más, la promesa es no aburrirnos. Y tampoco es tan grave porque, si al final la palabra escrita desaparece, también lo hará el ser humano, a fin de cuentas”.Esta estructura de la novela, semejante al suspenso policial, afirma el narrador que lo debe a sus más recientes trabajos en ese género (como los tres libros de la saga del excomandante Zuzunaga), “pero antes mis novelas eran más intimistas y con menos intriga; acá, creo, puse más y, en efecto, parece que maltrato más al protagonista -en lo sentimental, lo familiar, el trabajo- pero conforme eso pasa tiene formas de responder, aunque no sean necesariamente las adecuadas (pues es falible y débil) y termina condenado de manera simbólica por sus decisiones”.Finalmente, es la exnovia, Denise, el personaje revelador que hace a Roger caer en cuenta de su situación; comenta Gudiño que “al menos para mí, Roger termina siendo muy mediocre, lo detesto, pero al final es un veinteañero con privilegios (buena casa, buena chamba, buena familia), y esa circunstancia no se afecta por sus dilemas de amores. Le va bien el concepto de zozobra, pero también depende de a quién se le pregunte. En el proceso, vemos a un personaje tomar decisiones que son moralmente cuestionables, y que lo irán marcando”.TOMA NOTAJorge Alberto Gudiño Hernández. Escritor. Publicó “Los trenes nunca van hacia el este” (2010) y, después, “Con amor, tu hija” (2011), con la que obtuvo el Premio de Novela Lipp. A ese libro siguieron “Instrucciones para mudar un pueblo” (2014), “Justo después del miedo” (2015) y la saga del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos” (2016), “Siete son tus razones” (2017) y “La velocidad de tu sombra” (2018), de la cual se prepara una adaptación cinematográfica. También ha escrito libros para niños y adolescentes, y audioseries. Ha colaborado en medios impresos y electrónicos por casi dos décadas (Grupo Radio Centro, Milenio, Canal 22 y Sin embargo). Se dedica también a la docencia universitaria.