Pocos oficios inciden tanto en la sociedad como el de profesor. El pasado viernes, la Escuela de Escritores SOGEM acogió el homenaje al docente Víctor Manuel Cuéllar Luna (1941-2018), fallecido el pasado 27 de diciembre.La anfitriona Martha Cerda, directora de la SOGEM, presentó a Ramón Muñiz, quien se encargó de organizar la mesa de diálogo en donde se rememoró la vida de Víctor Cuéllar. Ramón agradeció la presencia de Gaby Cuéllar, hija de quien fuera docente en el Instituto de Ciencias y de la propia SOGEM. Antes de pasar el micrófono a los invitados, Ramón se refirió al homenajeado como “Una persona fácil en su relación con los demás, era fácil de querer: tenía un modo muy agradable”.El primero a quien Ramón le pasó la palabra fue al periodista y escritor Diego Petersen Farah, quien estuvo en contacto con Víctor desde el punto de vista del educando. De su contacto durante sus años de la educación media, Diego resaltó la cualidad de Cuéllar por formar personas, además de inculcar la pasión por la lectura. Aunque, recordó Petersen, pese a tener a muchos ex alumnos desempeñándose en áreas vinculadas a las letras, su máximo orgullo, afirmaba Víctor, eran Néstor y Chepo de la Torre, en especial por el campeonato de Chivas, el equipo de sus amores.Diego recordó las clases donde recitaba de memoria los fragmentos al comienzo de tres libros icónicos de la literatura jalisciense: “Los de abajo” de Mariano Azuela, “Al filo del agua” de Agustín Yáñez y “Pedro Páramo” de Juan Rulfo. Más que el ejercicio mnemotécnico, el periodista recalcó en la pasión por las palabras que ostentaba al referir los célebres pasajes del “Pueblo de mujeres enlutadas” o todavía más célebre “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.Petersen recordó que cuando publicó una de sus novelas se la envió al cineasta tapatío Guillermo del Toro, quien le contestó: “A veces me pasa que me acuerdo de Víctor Cuéllar y de Ramón Muñiz, y pienso que sin ellos no estaríamos aquí”. Diego afirmó que inculcar una pasión como la lectura a un grupo de adolescentes es complicado por la edad, pero que se puede, “si es una pasión propia”.Muñiz presentó a doctora en lenguas y literarias latinoamericanas Diana Valencia, quien viajó desde Connecticut para participar en el homenaje, pues su recuerdo de Víctor es entrañable tras haber trabajado con él en el Instituto de Ciencias en el área de español, a comienzos de los ochenta.Diana comentó las tradiciones luctuosas en otros lugares, donde tras la muerte de un ser querido hay una reunión para celebrar la vida que llevó el difunto. En ese sentido, las palabras de Diana fueron una celebración de la vida del ser querido. A Víctor lo calificó de gran charlista, no solo dentro del aula, pues convivió fuera del salón y en presentaciones de libros. De su labor docente, Valencia elogió su entrega entera como profesor, motivo por el cual se le entregó a Cuéllar la Medalla Ignacio Manuel, otorgada por la SEP.Enseguida continuó Jaime García Elías, quien fue compañero de salón en su juventud, representando otro punto de vista. El periodista y columnista de esta casa editorial aclaró que más que compañeros de clase fueron compañeros de pupitre, pues se sentaron uno junto al otro en la adolescencia, en 1960.Sobre la labor docente de Víctor Cuéllar, Jaime recordó el comentario del escritor y abogado Ignacio Burgoa Orihuela, quien afirmaba que “Nadie enseña lo que no sabe”. Más tarde volvió sobre la idea para agregar en el caso de Víctor: “Nadie enseña lo que no vive”.García Elías recordó la formación del homenajeado, quien cursó su carrera en la Normal Superior, especializándose en la materia de literatura y español. Además de la docencia, Jaime resaltó otras aportaciones que tuvo, como su labor como comandante de la banda de guerra del instituto o esa galería de ex alumnos que a la par de brindarles la pasión los marcó en su vida. El periodista resaltó la congruencia entre la vida y valores, “Víctor fue la congruencia personificada”, agregó.Tocó el turno al presentador y organizador Ramón Muñiz, quien leyó un texto dirigido a Víctor, entre recuerdos, referencia a sus múltiples facetas (como organizador de las pastorelas y su pasión por la música) y anécdotas de su amistad. Tras las palabras de los integrantes de la mesa de diálogo, el micrófono se abrió para los comentarios y aportaciones del público, momento en que los presentes compartieron anécdotas y recuerdos de Víctor Cuéllar. Yademira López leyó un cuento de Juan Rulfo, que compartió con el profesor. La sesión cerró con una emotiva participación de Gaby Cuéllar, hija de Víctor.