El escritor nicaragüense José Adiak Montoya recién publicó la novela “El país de las calles sin nombre” (Seix Barral), su primer libro después de ser incluido en la lista de los mejores narradores en español menores de 35 años, de la revista Granta.El narrador, afincado en México desde 2018, presenta en este relato a “Alice”, quien regresa a su país como adulta luego de haber salido siendo muy joven. Tras los pasos de su abuela, muerta durante la guerra en el país centroamericano, la protagonista se topa con las revueltas de 2018. Con este contexto histórico José Adiak elabora la ficción: “Son personajes que si bien son ficticios están basados en miles de historias que ocurrieron. Pudieron existir, en realidad sí existieron multiplicados por miles en la historia de Nicaragua. Es narrar a través de personajes ficticios la historia real del país en los últimos 20, 40 años. Es hablar sobre lo que significó la guerra para las familias que fragmentó y para los miles de exiliados. En contrapunto con la historia actual, que sigue bajo un régimen totalitario”. Con esa vuelta a sus orígenes e identidad, la protagonista atestigua la historia que sigue viva: “Se enfrenta a la primera semana de las protestas y la represión estatal de abril de 2018. Es regresar a ese ciclo de violencia del que no sale el país nunca, siempre enfrentado a las armas, a la violencia, a la romantización de la guerra, idealizar a figuras del poder”. Fue en 2018 cuando arreció el conflicto político, con presos políticos, represión y “la anulación de todas las libertades democráticas en el país”. Escudriña en la realidadPara el autor, recurrir a la narrativa de ficción para retomar un contexto histórico es importante. “La ficción siempre ahonda y reflexiona sobre la realidad. La literatura sirve para eso, descubrir cosas sobre nosotros, vernos en ese espejo y saber qué está mal. Es una herramienta necesaria, nos toca emocionalmente, no solo son cifras en un documento histórico, a esas cifras se les da rostro, se le entrega individualidad, con los dramas individuales que la historia genera en ellos”. Entre esas reflexiones está la de “cómo un personaje puede secuestrar a un país por tantos años, mantenerlo en su domino y expulsar a tantas personas fuera del país, como fue mi caso en 2018. Tuve que salir para resguardar mi libertad, que en Nicaragua no la tenía garantizada”. Antes de esta novela el autor publicó “Aunque nada perdure” (Seix Barral), novela sobre la escultura Edith Gron danesa-nicaragüense, y “Lennon bajo el sol” (Tusquets), novela sobre el hipotético nacimiento de The Beatles en Centroamérica. El escritor comentó sobre ese interés por crear tramas y desarrollos distintas: “La literatura, como la ejerzo, es una búsqueda constante. No me siento cómodo trabajando un tema en particular, un estilo en particular. Lo que me gusta es la variedad, tocar muchas historias. La literatura es muy basta, puedo tomar muchísimos elementos. Me gusta practicar la diversidad en el arte, los fondos, formas, estilos, temáticas. Ahorita estoy escribiendo una novela de monstruos que no tiene nada que ver con las anteriores. Me gusta ese juego”. Por ello mismo cada novela le presenta una manera de escribir distinta. Del acercamiento a la investigación el autor dijo: “La investigación, como cada novela es distinta, cada una amerita una investigación distinta. Tal vez la que más tuve que investigar fue la de Edith, porque no conocía mucho sobre su vida. En este caso es una historia que me sé desde pequeño, la historia de la guerra, de la revolución. La historia más actual, de 2018, no necesité investigar, porque la viví en carne propia. Escribir esta novela fue una forma de decirme que no tenía que olvidar todas las cosas que me empujaron fuera del país, que cegaron la vida de tantas personas, que llevó a la cárcel a tanta gente. Me tocó ver en primera fila las atrocidades que ocurrieron en 2018 y que siguen hasta hoy. La investigación se dio ante mis ojos”. Antes de ser seleccionado como nuevo talento en la narrativa latinoamericana, José Adiak Montoya formó parte del programa Ochenteros de la FIL: “Lo recuerdo con mucho cariño, a los compañeros y compañeras. Muchos de ellos están en la selección Granta, prueba de que fue buena su brújula. Lo de Granta fue una noticia que se tuvo que mantener en secreto bajo acuerdo de confidencialidad, primero con la preselección, una lista corta. Prácticamente desde que se me anunció pasaron seis meses en los que no podía decirle a nadie que estaba seleccionado. Cuando se dio la noticia fue un gran alivio poder hablarlo”.Agregó que se siente “muy contento de estar en Granta, es una revista centenaria, un referente mundial de la literatura. Probaron con su lista anterior, de 2010, que tienen una buena brújula: Samanta Schweblin, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo, Alejandro Zambra”. MQ