Martes, 03 de Diciembre 2024

Mia Couto regresa a su padre con “El mapeador de ausencias”

El escritor celebra la poesía y la memoria en la FIL Guadalajara

Por: El Informador

El escritor posa para esta casa editorial desde la FIL. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El escritor posa para esta casa editorial desde la FIL. EL INFORMADOR/ A. Navarro

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara volvió a encender las luces del mundo literario, y este año lo hizo de manera especial al otorgar su máximo galardón, el Premio FIL Literatura en Lenguas Romances 2024, al escritor mozambiqueño Mia Couto.

Con una trayectoria marcada por la riqueza narrativa y un profundo compromiso con la historia de su país, Couto compartió en entrevista con EL INFORMADOR reflexiones sobre la influencia de la cultura mexicana, la poesía y los desafíos actuales del periodismo.

El autor de obras como “Tierra sonámbula”, “El último vuelo del flamenco”, “La confusión de la leona” y “Voces anochecidas” expresó su conexión con México desde su infancia: “Mi padre era poeta, estaba abierto a la poesía tanto de Europa como de América Latina. En la biblioteca de mi padre conocí a Octavio Paz y también a José Emilio Pacheco”. La literatura mexicana, afirmó, le permitió trazar un puente entre continentes y enriquecer su propia voz literaria.

Cabe señalar que Couto llegó a la FIL con su más reciente novela, “El mapeador de ausencias”, el cual no sólo es un testimonio de la descolonización de Mozambique, sino también una exploración íntima de la memoria y la identidad; sobre esta obra, el escritor compartió que es: “El regreso a mi ciudad natal, no realmente a un lugar, sino a una persona: a mi padre. Encontrando la ciudad que yo inventé, lo encuentro a él y, en el fondo, me encuentro a mí mismo”.

La obra, premiada con el Manuel de Boaventura, muestra las cicatrices históricas de su país y las transforma en un relato universal sobre la pérdida y la redención.

Para Couto, la poesía trasciende los géneros literarios; es una manera de interpretar la existencia: “Creo que la poesía no es un género, es una filosofía… una biosofía, un modo de ver y estar en el mundo”. En un contexto donde las narrativas apocalípticas predominan, Couto defiende el poder transformador de la palabra poética como una herramienta de comprensión y resistencia.

Preocupaciones por el periodismo actual

Con una formación también en el ámbito del periodismo, Mia Couto abordó la crisis que enfrenta esta profesión en tiempos de incertidumbre y desinformación. “No me preocupa tanto el fin de los grandes periódicos, sino el fin del periodismo como tal, de ese tipo de periodismo que hacía investigación, que buscaba encontrar ciertas verdades. Ha sido sustituido por un discurso del miedo, apocalíptico”, advirtió.

Conexión vital entre literatura y naturaleza

Ayer, como parte de sus actividades, Couto ofreció una charla inspiradora ante un auditorio Juan Rulfo abarrotado. Como parte del programa “Mil Jóvenes con…”, el autor relató momentos clave de su vida, desde sus primeros acercamientos a la literatura hasta su profunda relación con la naturaleza, dejando a la audiencia reflexionando sobre la esencia misma de la existencia humana.

Couto recordó su infancia marcada por la timidez y un amor silencioso. “Era un niño muy tímido, me enamoraba de todas las niñas del salón, pero no tuve novia hasta la adolescencia porque me paralizaba al intentar conversar”, confesó, provocando risas en el público.

El escritor profundizó en la importancia de las historias familiares en su formación literaria. Nacido en Mozambique, sus padres habían huido de Portugal debido a la dictadura. “Nunca conocí a mis abuelos ni a la mayoría de mis familiares. Mis padres entendían que esta ausencia debía resolverse con historias. La literatura comienza en esa relación con la palabra y las memorias que nos contamos”, relató. Compartió un emotivo recuerdo sobre la muerte de su abuelo paterno, cuya noticia tardó días en llegar. “Mi papá lloraba, y cuando le pregunté si mi abuelo había muerto, me dijo: ‘Sí, él murió allá (otro país) aquí no’. Esa experiencia me enseñó que las historias pueden hacer presentes a los que están ausentes. Escribo para regresar a esos momentos de mi infancia”.

Cabe destacar que el vínculo de Couto con la naturaleza, fruto también de su formación como biólogo, es una constante en su obra. Destacó la concepción indígena mozambiqueña de la naturaleza como un todo indivisible. “No hay un nombre para la naturaleza en nuestras lenguas indígenas. Nosotros somos parte de ella; no existe una frontera. La idea de que debemos ‘salvar el planeta’ es arrogante; el planeta se salvará solo. Lo que necesitamos es asumir la responsabilidad de nuestro impacto”, afirmó.

Con pasión, criticó la visión antropocéntrica que considera a los recursos naturales como meros objetos. “Decir ‘recursos naturales’ es un insulto. No son recursos, son entidades vivas. Peor aún es hablar de ‘recursos humanos’; no somos recursos, somos personas”.

Couto habló de cómo su carrera en biología lo transformó, especialmente cuando la guerra civil en Mozambique lo obligó a cambiar su enfoque hacia el estudio de las plantas. “Quería ser zoólogo y trabajar con elefantes, pero la guerra me lo impidió. Estudiar botánica me enseñó a ver el mundo de otra manera. Un árbol no es sólo un organismo; es un monumento vivo, una comunidad en sí mismo. Dentro de un árbol hay bacterias, hongos e insectos que resuelven problemas que nosotros ni siquiera comprendemos”, explicó.

El autor subrayó que tanto la literatura como la biología nos enseñan que no somos individuos aislados. “Sólo el 10% de lo que somos es humano. El resto está formado por genes de bacterias, virus y hongos. Somos mundos diversos dentro de un cuerpo”, reflexionó, destacando la necesidad de integrar este conocimiento en la educación.

Couto compartió cómo empezó a escribir poesía, a pesar de su timidez. “Escribía todo lo que no pasaba en un cuaderno. Una vez, una niña leyó mis poemas, que eran muy malos, y me dijo algo que me llegó al corazón: ‘Tú sabes cómo hacer bailar a las palabras’. Eso me motivó a seguir escribiendo”.

Finalmente, para Couto, la literatura no está separada de la vida: “Es la historia que nos contamos, la que nos conecta con quienes fuimos y con todo lo que nos rodea”.

CT

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