El ganador del Premio Cervantes, el nicaragüense, Sergio Ramírez, se encuentra de visita en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), para presentar su reciente obra "El caballo dorado", un relato lleno de humor e imaginación en un contexto histórico bien documentado donde se narra el viaje de una Europa que ya no existe hasta una Nicaragua convulsa para cumplir el sueño inverosímil de un inventor que inventó lo que estaba ya inventado.A propósito, EL INFORMADOR dialogó con el escritor. "Esta novela para mí es muchas cosas, partiendo del gozo que tuve por escribirla, porque es una parodia de las historias tradicionales de los cuentos de hadas, las princesas y los castillos encantados. Aquí se trata de todo lo contrario, de un castillo en ruinas, un padre en deterioro que es alcohólico y jugador, además de una princesa renga que imagina que va a misa en coche real y asistente, pero va a pie, y no se encuentra con un príncipe azul sino con un peluquero. Entonces, es mostrar el revés de la tela con algo de ironía".Le gusta a Sergio preparar el camino para crearle desconcierto y sorpresa constante al lector. "Y en la medida en la que he ido escribiendo, me he ido sorprendiendo, yo no tracé un plan, pero sí fui escribiendo a oscuras para ver qué pasaba, dejando que la imaginación hiciera su papel". Este ejercicio lo puso en marcha, dice, porque un escritor tiene que cuidarse de ser previsible. "Un escritor busca su estilo propio y esa es una ambición seria, pero ser previsible en cuanto al tema, de eso me he cuidado siempre y creo que a cualquier edad en la que se encuentre un autor debería experimentar cosas nuevas, lenguajes y estructuras distintas. Y esta novela es muy cervantina en el sentido de que toma de muchos lados. Y estructuralmente está formada del lenguaje oral, de tradiciones anónimas, piezas policiales y documentos burocráticos, además de manuales y listados, formas de armar un carrusel, formas de preparar una pintura, todo lo que bulle dentro del universo de lo que es real, pero que puede ser imaginario y viceversa".Sobre el concepto del carrusel en la construcción, contexto y título de la novela, responde: "El carrusel funciona como recurso de la memoria, porque hice mucha investigación histórica para asentar la novela sobre un terreno firme, por mucho que sea imaginación, hay hechos históricos y cronología exacta, así como datos biográficos exactos, porque la irrealidad tiene que partir de la realidad, de lo que se puede tocar con las manos". "En uno de los episodios de la novela, el peluquero huye con la princesa, primero en una carreta de bueyes y luego en un tren hacia a Bucarest, pero yo me preocupé mucho en averiguar si eso era posible, quizá nadie me coja en la mentira porque en esta novela hay cabida para todas las invenciones, pero yo fui a investigar hasta que comprobé que había un ramal ferroviario, todo por esta fidelidad al realismo".Tras esta novela no sabe si volverá a una literatura como esta o a su ciclo del "Inspector Morales" que tiene que ver con la realidad de Nicaragua, "pero a lo que sí aspiro es a sentirme en completa libertad, cuando escribí esta novela estaba pasando las dificultades que conlleva un exilio, que las sigo pasando, como el extrañamiento de vivir en una tierra ajena y yo lo que quería era que en las peores circunstancias, la literatura es libertad y no apegarme a determinados temas solo por el hecho de estar exiliado y solo escribir de la opresión y el exilio, sino usar los recursos literarios de la imaginación que es a lo que uno se dedica".Finalmente, destaca que sobrelleva el exilio justamente gracias a la escritura. "Si no fuera escritor, quien sabe si mi exilio fuera más desgraciado de lo que es. En la soledad, el exilio es terrible, sobre todo si uno no tiene un propósito y la escritura es el mío. Yo procuro ser el escritor que soy en cualquier parte en la que esté, tomando en cuenta que las circunstancias no son las mejores". Sergio Ramírez culmina sus actividades del 2024 en la FIL, volverá a Madrid a pasar las fiestas de fin de año con su familia.MF