Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), el poeta, narrador y ensayista rumano, es el ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022 y lo recibirá durante la inauguración de la feria el 26 de noviembre; ha visitado el país en dos ocasiones anteriores y admira a una diversa camada de narradores contemporáneos en nuestra lengua. En entrevista con EL INFORMADOR, revisa su trayectoria y ejercicio literario.—¿Recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances tiene un significado especial?—Lo más importante para un escritor es escribir bien, sin compromisos. Los premios literarios, las críticas, el número de ejemplares vendidos son señales de que algunas personas aman y aprecian tu obra. Genera una buena sensación cuando tu trabajo modesto es recompensado. El Premio FIL tiene un gran prestigio y los escritores que lo han recibido son algunos de los mejores del mundo. Por eso lo considero uno de mis mayores logros en los 50 años desde que comencé a escribir literatura. Estoy feliz y agradecido por haber sido elegido para recibirlo este año.—¿Cómo fueron sus primeras experiencias con la literatura? Esto es, durante su infancia...—Todos tenemos “proto-textos” de nuestra niñez y adolescencia, nuestros primeros cuentos y poemas que perdimos, pero que aún recordamos bien. En mi caso, siempre me asombró que todos mis temas y símbolos ya estuvieran presentes en esas viejísimas páginas de la edad precámbrica de mi literatura. Es prueba de que un escritor real, orgánico, no tiene evolución, ella o él es el mismo desde sus inicios. Yo escribo un diario personal desde que tenía 17 años. Todavía tengo todos los cuadernos, muchos de ellos, donde escribí mi diario. La primera página, de septiembre de 1973, es muy similar en su forma a la última página que escribí ayer. Mi mente y mi escritura siguen siendo las mismas después de casi 50 años.—¿Para su obra literaria recurre a su pasado para “usar” algunos recuerdos del mundo comunista en el que creció?—Siempre me he mordido la cola como la serpiente Uróboros, alimentándome de mi pasado y reemplazando mi pasado conmigo mismo. Para un escritor, el pasado no es pasado, siempre está presente, porque es la materia de sus libros; es suave como plastilina en sus manos: la cambia, la recrea, la modela, inventando una realidad más adecuada a sus propias necesidades, más acorde con el subconsciente del artista. Por supuesto, en mis primeros años viví un mundo muy extraño, donde todas las cosas, los valores, las instituciones estaban de cabeza: el mundo comunista que en realidad no era comunista en absoluto. Fue una dictadura muy parecida a la cubana de los mismos años, un régimen populista que sumió al país en la pobreza. Todos en mi barrio eran pobres, la mayoría de la gente eran campesinos traídos a las ciudades para una industrialización forzada. Mis padres eran iguales, eran simples trabajadores. No había libros en su casa. En mi escuela, renuncié al sándwich que se suponía que debía comprar todos los días para los recreos, para en su lugar comprar libros. La lectura siempre ha sido la pasión devoradora de mi vida. En realidad, comencé a escribir sólo por tener más libros para leer.—Ha dicho antes que “inventó” su propia Bucarest… ¿Eso da, como escritor, alguna ventaja?—Todos los escritores inventan sus ciudades, ciudades de papel como las que construyen las avispas. Al comienzo de su maravilloso libro “Noches blancas”, Dostoievski dice que San Petersburgo era una ciudad soñada, no real. Borges inventó Buenos Aires, Lawrence Durrell inventó Alejandría y, por supuesto, Joyce recreó Dublín a partir de chatarra, convirtiéndola, quizá, en la mayor metrópolis de papel jamás inventada. Bucarest es bastante extraña y onírica en la realidad, pero en mis novelas se convirtió en un enorme e interminable enigma. Conserva fragmentos de mis sueños, mis ensimismamientos, mis deseos secretos.En “Solenoide”, por ejemplo, Bucarest es una ciudad vacía con todas las puertas abiertas, por lo que mi personaje podría explorar cualquier casa, cualquier castillo de agua, cualquier terminal de tranvía, cualquier fábrica. Es el sueño de un niño, poder ir a todas partes, ser testigo de las vidas secretas de los adultos. —En algunas de sus novelas —como en “Solenoide” o la trilogía “Cegador”— su prosa presta mucha atención a los detalles…—No sólo esas novelas, toda mi obra es fractal: cualquier detalle tiene la misma estructura que el todo. Siempre puedes reconstruir mi obra a partir de una sola página tomada de cualquier libro mío. Como en un holograma, el panorama completo está presente en cualquiera de sus fragmentos, completo pero con menos detalles. Esto sucede porque la sinopsis general de cualquiera de mis libros es mi mente, como el plano general de un termitero es el cuerpo mismo del insecto. No puedo escribir cualquier tipo de libro. No puedo partir de un tema como un evento histórico, un triángulo amoroso, un misterio de algún tipo. Sólo escribo lo que me dice mi mente, y mis libros, aunque muy diferentes, son mis espejos fieles.—Se considera un poeta por encima de todo… ¿Qué diría que significa para usted la poesía? ¿Diría que necesitamos más en nuestro mundo hoy en día?—La poesía es una forma de vivir y otra palabra para la libertad. Es universal como la belleza y la gracia. Su fuerza siempre ha residido en su debilidad. La poesía ha agonizado en todas las épocas y aún hoy agoniza, pero agonía significa en griego “lucha”. Lucha contra la violencia, la fealdad, la mentira, los riesgos, la estupidez, la hipocresía de nuestra naturaleza humana. La poesía se encuentra en todos los campos del saber: en las matemáticas, las ciencias, la filosofía, las artes y la religión. No puedo leer una novela si no puedo encontrar poesía en ella.No puedo disfrutar de una página filosófica si no es poesía. Georg Cantor, Freud, San Pablo, Platón y Balzac fueron grandes poetas. Creo que toda mujer y hombre que sea capaz de pensar y actuar como un niño hasta su vejez nace poeta y siempre lo será.—¿Tiene un interés especial en la obra de escritores latinoamericanos contemporáneos?—Leí los libros que me han dado personas que he conocido. Así descubrí algunos excelentes escritores de la actualidad del mundo latinoamericano, como: Guadalupe Nettel, Santiago Gamboa, Rodrigo Hasbún o Juan Gabriel Vásquez. Algunos de ellos continúan la literatura de imaginación de sus grandes predecesores: Carlos Fuentes, Cortázar, García Márquez, Sábato, Vargas Llosa, Borges, Silvina Ocampo y tantos otros. Latinoamérica es un territorio fantástico que he tenido el placer de explorar en los últimos años, y también es un continente literario de una vasta y espléndida diversidad. Muerto en Europa, el surrealismo sobrevivió en América Latina en forma de realismo mágico, tan espléndido como las canciones de los Beatles o los cuadros de Frida Kahlo.—Admira a Kafka porque “no era” escritor… Usted es escritor, ¿acaso el objetivo es trabajar para no convertirse en escritor?—No fue un escritor sino una condición (como dijo de sí mismo Salinger, uno de sus discípulos). Aprendí de Kafka que un escritor no debe parecer ni actuar como un escritor, y no debe jugar el juego de la celebridad y la fama. Ni siquiera debería publicar, sino escribir toda una vida sólo para sí mismo, destruyendo su obra en su lecho de muerte. Traté de describir a este (no) escritor o (anti) escritor en “Solenoide”.En mi juventud soñaba con escribir un solo libro, enorme e ilegible, en toda mi vida. Nadie lo conocería. Sólo lo descubrirían cuando yo muriera, y lo leerían con asombro. En realidad, sólo pude escribir pequeños fragmentos de esa obra, titulándolos como si fueran obras independientes. No podría convertirme en un segundo Kafka, pero no me puedo culpar por ello: un Kafka es más que suficiente en nuestra galaxia.—¿Le interesa la cultura mexicana? ¿Algunos aspectos, lugares, eventos o festividades?—Amo a Frida Kahlo, amo a Juan Rulfo, amo a Carlos Fuentes. Siento una gran admiración por muralistas, como: Siqueiros, Orozco o Diego Rivera. Me fascina el México antiguo, cuna de varias grandes civilizaciones. Visité el sitio de Teotihuacán y también el Museo de Antropología en la Ciudad de México. La gente de la calle, educada, solidaria y llena de vida me causó mucha simpatía. Realmente disfruté mucho las dos experiencias mexicanas que he tenido hasta ahora. - Entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022*Esta actividad requiere invitación; será transmitida vía streaming por las páginas de la FIL.- Mil Jóvenes con Mircea Cartarescu Traducción de Amanda Sucar. Editorial Impedimenta facilitó la realización de la entrevista.CT