El escritor mexicano Héctor Aguilar Camín, junto a Jorge G. Catañeda, sostuvo a iniciativa del ex presidente chileno Ricardo Lagos, un diálogo virtual de tres bandas en el que discutieron temas centrales sobre la situación de América Latina ante las diversas crisis globales del siglo XXI, aunque lo central fue la condición de aislamiento de la región, la falta de foros de encuentro para los gobiernos de la región y la falta de una voz propia ante el mundo.En entrevista con El INFORMADOR, Héctor Aguilar Camín recordó que esos encuentros virtuales comenzaron en 2020, en plena pandemia, por lo que Ricardo Lagos le contactó y expresó que se debía “discutir como atravesaremos por la epidemia”, ya que “América Latina lleva mucho tiempo sin hablar, entre sí y ante el resto del mundo. La voz del continente está desdibujada, dividida y desarticulada porque el efecto de la pandemia ha sido el encierro”.Con un porcentaje de vacunación bajo y una cifra elevadísima de muertos como saldo de la contingencia, Aguilar Camín destaca que esa fue una de las consecuencias de este aislamiento donde “cada país se volcó sobre sí mismo, sin dialogar con otros. Y no hicieron cosas elementales, como ponerse en la conversación del mundo, juntos, para haber enfrentado la crisis de mejor manera. La preocupación era cómo salir de la pandemia y los costos de este aislamiento, cuando tienen foros para acceder y realizar peticiones conjuntas”.Después, señala el historiador, “se revisó nuestra posición relativa ante la nueva guerra fría entre China y los Estados Unidos, en qué condiciones negociar en esa situación. En ese momento, pierde Trump y asciende Biden, y revisamos los temas de la dificultad política de gobernar en América Latina, sobre todo porque la sociedad se organiza muy rápido para la queja y la protesta, pero los gobiernos son lentos (de izquierda o derecha), y se desgastan rápido, pues los echan en las siguientes elecciones. La lentitud institucional es algo para lo que no hay respuesta”.Ahí fue cuando se cruzó la guerra entre Rusia y Ucrania, indica Aguilar Camín, “pero además lo que se requiere en nuestros países para crecer, y no es complicado: debe haber inversión para crecer, al crecer se puede cobrar impuestos, y con ellos invertir en bienes públicos (educación, salud) para buscar ser una sociedad menos pobre, más igualitaria y moderna, capaz de competir. Esta regla simple no la tiene en mente ningún país del continente; y encima todos los gobiernos están erosionados, lo que hace al panorama algo muy complicado”.Ahora, si las recientes victorias electorales de la izquierda en Chile y Colombia parecieron predecir una nueva “marea rosa” o coalición “de izquierda”, eso resultó poco cierto, “puesto que surgieron diferencias que no permitieron una mayor compatibilidad. No son compatibles las dictaduras de izquierda con las democracias de izquierda; que tienen historias y sensibilidades distintas (y esta reflexión marca el sentido); no se busca que sean iguales los países, pero las idea es que haya cierta convergencia no ideológica en torno a intereses globales comunes en el continente”.De esta forma, el objetivo es hacer posible que los países discutan “sus causas comunes”, establece el periodista, “y esta falta de conversación se debe, en parte, a que los gobernantes no saben cómo hacerlo. La aparente convergencia entre los gobiernos de izquierda no es tal, vemos algo peculiar de la izquierda que es pelearse, seguimos en el círculo de división entre países, y de soledad. Pasa que el mundo se acomoda y el tema es que no podemos sentarnos a poner de lado las diferencias. Conversar y estar presentes”.Comenta Aguilar Camín que Ricardo Lagos siempre tuvo claro el paso en el continente de las dictaduras a los gobiernos democráticos, “y el Grupo de Río, a pesar de las diferencias, agrupaba gobiernos con democracias, lo que se rompió con el ascenso al poder de Chávez y el socialismo bolivariano. Y de esa fractura no nos hemos recuperado”.Finalmente, el escritor destaca que la literatura y la democracia “han dado a nuestros países la oportunidad de ser interesantes, prometedores y, a partir de la fractura, ser interesante fue consecuencia de las malas razones, porque volvemos a ser un continente exótico e irredento. A nosotros nos parece que se puede entender que en este libro hay cosas razonables, no es una agenda ideológica sino, simplemente, para destacar la necesidad de hacer grupo”.---------------------------------------------------MF