La novela “El verano de la serpiente” (Alfaguara, 2022), de la escritora Cecilia Eudave, es una historia breve y de marcada intensidad, una exploración de la crueldad en el seno familiar y bajo la mirada contrastada de la infancia, en un entorno donde no faltan las ferias de pueblo, la presencia invisible y evidente de un fantasma, una prosa cuidada y una lectura donde no conviene perder de vista cuanto sucede.En palabras de la autora, “esta novela que inicié hace cinco años atrás, quizá más; tenía algunos borradores y el primero que terminé, en 2017, reposó un tiempo mientras encontraba casa editorial, que finalmente fue Alfaguara; ahora, se trata de la segunda -después de ‘Bestiaria vida’, y quizá haya una o dos más- en la que se aborda el tema familiar, pero aunque tengan el mismo tema el motivo es diferente, y en esta es la crueldad, que va generando en los personajes cierto tipo de violencia”.Asimismo, detalla Eudave en entrevista con EL INFORMADOR, “me interesaba que, a manera de embudo, los acontecimientos desembocaran en la calle de Francia, por ello hablo de los acontecimientos de 1977 en esa calle, porque me conmocionó y me parecía cruel ese espectáculo de la mujer serpiente, de pronto muy falso pero hay algo en esa falsedad que nos parece terrible y, al mismo tiempo, las mujeres se asociaban a un castigo que las hacía convertirse en eso. El origen está, creo, en ese recuerdo”.Fríamente calculadoSi bien, explica la narradora, “uno va trabajando la novela mentalmente durante un tiempo, yo quería escribir una que no se pareciera a la anterior o a ninguna que hubiera escrito antes. No quería tampoco una primera persona que dominara la historia; y me gusta experimentar, así que me permití las tres personas gramaticales, además del singular y el plural, para ver si funciona. Ahora, no sabía si funcionaría hasta tener todo armado”.Esta forma de “armado”, establece Eudave, “permite que cada capítulo se lea de manera individual, salvo el final; quería yo que tuviera también una cierta coherencia y que se diera la posibilidad de que el lector mudara de piel con los personajes. Es un juego que algunos lectores descubren y otros no, pero aquí todo está fríamente calculado en esta novela”.Breve bordar finoPor supuesto, en esta dinámica -dice la escritora- no todo es tan frío, “me divierto escribiendo porque deseo desafiar al lector, porque en todo lo que yo escribo necesitan ser participativos y coescribir la historia conmigo; por eso tardo, me detengo y busco bordar fino, para que no se vean los pliegues, que de pronto el lector desespere y piense que le han tomado el pelo, para regresar y notar que no leyó con atención y que todo estuvo ahí desde el inicio”.Así, hay sentencias y advertencias, refiere Eudave, que indican cuestiones clave, “sobre todo en una novela corta, donde se trabaja con muchos silencios y no puede decirse todo; ahí es donde participa el lector. Creo que si hubiera sido más extensa no habría funcionado, el lector no habría aguantado la intensidad que se demanda en cada capítulo, o los enigmas y secretos que se van planteado”.Ese proceso de alargamiento en la historia habría sido no sólo agotador, comenta la autora, “también innecesario, y nunca he sido escritora de largo aliento; la mayor parte de mi obra es breve y creo en la intensidad que posee la brevedad, por eso es que disfruto escribiendo este tipo de novelas”.Cambiar de carácterEn este deseo de que “El verano de la serpiente” fuera muy cuidada, establece Eudave, “y por eso se le dedicó el tiempo necesario a cada capítulo; incluso hay un capítulo que no sabía cómo iba a finalizar e hilvanarse. Yo disfruto esa parte, quizá es lo que más disfruto; una vez que está listo el primer borrador, ya tengo con qué ir creciendo”.Finalmente, hay muchos homenajes en la novela, comenta la narradora, “uno de los más evidentes es quizá el que se hace a ‘Al filo del agua’, de Agustín Yáñez, no únicamente por una frase que ahí se halla en cursiva, sino porque deseaba que ocurriera en verano, que antes era otra cosa; además, al estar al filo del agua (constantemente) nuestro carácter ya no es el mismo”.Narradora y ensayista, se especializó como Doctora en Estudios Romances por la Universidad Paul Valery III de Francia; fue coordinadora de la Maestría en Estudios de Literatura Mexicana en la Universidad de Guadalajara (UdeG); entre sus libros publicados destacan “Registro de Imposibles”, “Bestiaria vida”, “Historias extraviadas” y “Para viajeros improbables” entre otros, escritos que han provocado su insignia como pionera de la literatura inusual o weird fiction.