Viernes, 22 de Noviembre 2024

Exterminar es la lógica del sistema

Vandana Shiva compartió sus conocimientos en su más reciente visita por Guadalajara, donde abordó su trabajo sobre la biodiversidad y lo que los humanos han hecho con la naturaleza

Por: Jorge Pérez

La partidaria del ecofeminismo llegó a México a hablar sobre el medio hambiente y la sociedad. EL INFORMADOR / G. Gallo

La partidaria del ecofeminismo llegó a México a hablar sobre el medio hambiente y la sociedad. EL INFORMADOR / G. Gallo

La filósofa y activista Vandana Shiva pasó por México para hablar sobre el medio ambiente y la sociedad, temas que se vinculan a sus investigaciones y publicaciones. Luego de su conferencia en Guadalajara, la autora platicó sobre el origen de su vocación: “Mi trabajo en la biodiversidad en realidad empezó antes de que se creara la palabra. Fue por la devastación en el bosque, con el movimiento llamado Chipko: las mujeres de mi región salimos a abrazar los árboles, ‘No vamos a dejar que los corten’. La deforestación nos alejó del agua, había que caminar más y más para conseguirla. Aprendí mucho de las mujeres sobre lo importante de la diversidad. Esa exposición como voluntaria me enseñó que no se trata de un tema de la naturaleza allá afuera y de los humanos aquí: somos parte de la naturaleza. Cada vez que destruimos la naturaleza destruimos los derechos humanos”. Shiva es partidaria del ecofeminismo.

Vandana rememoró otro de los hechos que la convirtieron en activista: “Me involucré en la biodiversidad de la agricultura en 1984, cuando atestigüé la violencia en Punjab, donde estudié. Era una tierra próspera y pacífica, pero la revolución verde lo destruyó. Los agricultores se manifestaron, hubo violencia y mataron a 30 mil personas, mandaron al ejército al Templo Dorado, eventualmente asesinaron a Indira Gandhi como respuesta. Es un lugar sagrado, como si mandaran al ejército al Vaticano. En esos días creaba un programa para la universidad de las Naciones Unidas, sobre conflictos y recursos naturales. Me di cuenta de que era un gran conflicto, se trata de cómo usamos la naturaleza. Eso me llevó a ver el valor de la diversidad en la agricultura y el empobrecimiento de los monocultivos”.

Como activista vio los planes de las empresas bioquímicas en una serie de conferencias de la ONU en Ginebra y Francia, donde “había tres grupos: representantes de la ONU, científicos independientes y la industria química, que ahora es biotecnología. Decían que tenían que hacer ingeniería genética, porque necesitaban más ganancias, y eso no iba a venir de los químicos nada más, sino con el vínculo a las semillas y los derechos al patentarlas. Pude ver que no se trataba de alimentar al mundo, sino de ganar dinero. De inmediato empecé a proteger la biodiversidad en términos de la integridad de la vida y de los derechos de los agricultores para intercambiar semillas. Trabajé con mi gobierno para asegurarme de que se respeten leyes, de biodiversidad y de derechos de agricultores: estas leyes siguen amenazadas, hay necesidad de defenderlas”.

Al borde de la crisis climática

Para Shiva, la deforestación y los químicos en las agroindustrias también impactan en el cambio climático. “Estamos al borde no solo de la crisis climática, sino también de la extinción: 80% de las especies de insectos han muerto por usar insecticidas. Los mismos químicos que matan insectos matan gente, y dan cáncer. No sirve para nadie, salvo para las empresas. Estas compañías auguraban en 1987 que ya solo serían cinco empresas brindando comida y salud: ya son solo cuatro. Estas cuatro compañías controlan el 60% de las semillas del mundo. No porque las desarrollen, eso lo hacen los agricultores: modifican los patrones con ingeniería genética y compraron otras empresas que sí trabajaban las semillas. Para ellos es solo avaricia, avaricia y avaricia. Y es más serio: esta avaricia está construida en el genocidio. Cada compañía de agroquímicos, todas, se crearon en los tiempos de Hitler para hacer químicos y matar gente en los campos de concentración. Empresas como IG Farben fueron enjuiciadas en Nuremberg, se declaró que cometieron genocidio, pero eso no ha parado, pues los químicos que utilizaron en campos de concentración los siguen usando en la agricultura. El genocidio continúa, y se conecta con el ecocidio, una amenaza para el planeta. En mi libro ‘Soil Not Oil’ lo pongo: 50% de las emisiones que causan el cambio climático vienen de la industria agroquímica”.

En guerra con la naturaleza

Del ecofeminismo, Vandana platicó: “Es una combinación. En este corto periodo de 2 o 3 siglos de energía fósil, 5 siglos de colonialismo y un siglo de guerra química contra la naturaleza y el ser humano, viene de un pensamiento que está en guerra con la naturaleza y contra la mujer. Declara que la naturaleza está muerta y las mujeres son pasivas. Esta explosión de feminicidios que vemos hoy es el otro lado del ecocidio. Exterminar es la lógica del sistema: obtiene control de la exterminación. El colonialismo se trataba de exterminar tribus y culturas. La exterminación sigue siendo su método”.

En dicho sistema, los agricultores son cada vez menos necesarios: “Hay una guerra contra los agricultores porque son gente independiente: trabajan la tierra, la semilla, la mente. No necesitan nada. Si quiero hacer un carro necesito metal, plástico: un agricultor no necesita nada de nadie. Por eso su independencia es un gran problema. Las empresas que quieren controlar las semillas necesitan el mercado: si un agricultor tiene su propia semilla él no es su mercado. Es más serio ahora, porque Monsanto habla de la agricultura sin agricultores: antes querían menos, ahora no quieren nada. Hablan de agricultura digital, con tecnologías de vigilancia. Quieren remplazar mariposas y abejas con robots: de verdad imaginan un mundo de control absoluto. Pero si vieran lo que han hecho, ¿controlan lo que hacen los insecticidas? No, hay más plagas. ¿Controlan la malahierba? No, son más potentes ahora. ¿Producen más comida? Lo que quieren es ganancia, no alimentar a la gente: la mayoría de lo que producen, 90% de la soya y el maíz es para producir combustibles. Hay hambre, un billón de personas está hambrienta en el mundo, y eso incluye a gente en los países ricos. La comida es nuestro derecho más fundamental: sacar a la gente del campo significa que menos gente come comida de verdad. Es la razón por la epidemia de enfermedades crónicas. La mitad de la humanidad está hambrienta, la otra mitad está enferma: cáncer, autismo, diabetes, obesidad. Lo mismo que mata a la vida afuera mata a la vida dentro de nuestros cuerpos”.

Otro problema actual vinculado a la naturaleza es la migración, desencadenada “porque el estilo de vida se destruye con la desertificación. La elite criminaliza a las víctimas del sistema”, comentó Vandana.

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