Domingo, 08 de Diciembre 2024
Cultura | II Domingo de adviento

Evangelio de hoy: Todos verán la salvación de Dios

En el evangelio del día de hoy Juan el Bautista nos ayuda a preparar el corazón para acoger este gran misterio

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos». WIKIPEDIA«San Juan Bautista en el desierto», de Anton Raphael Mengs

«Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos». WIKIPEDIA«San Juan Bautista en el desierto», de Anton Raphael Mengs

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Baruc 5, 1-9.

«Jerusalén, despójate de tus vestidos de luto y aflicción, 
y vístete para siempre
con el esplendor de la gloria que Dios te da;
envuélvete en el manto de la justicia de Dios
y adorna tu cabeza con la diadema de la gloria del Eterno,
porque Dios mostrará tu grandeza
a cuantos viven bajo el cielo.

Dios te dará un nombre para siempre:
“Paz en la justicia y gloria en la piedad”.

Ponte de pie, Jerusalén, sube a la altura,
levanta los ojos y contempla a tus hijos,
reunidos de oriente y de occidente,
a la voz del espíritu,
gozosos porque Dios se acordó de ellos.
Salieron a pie, llevados por los enemigos;
pero Dios te los devuelve llenos de gloria,
como príncipes reales.

Dios ha ordenado que se abajen
todas las montañas y todas las colinas,
que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra,
para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.
Los bosques y los árboles fragantes
le darán sombra por orden de Dios.
Porque el Señor guiará a Israel en medio de la alegría
y a la luz de su gloria,
escoltándolo con su misericordia y su justicia».

SEGUNDA LECTURA

Filipenses 1, 4-6. 8-11

«Hermanos: Cada vez que me acuerdo de ustedes, le doy gracias a mi Dios y siempre que pido por ustedes, lo hago con gran alegría, porque han colaborado conmigo en la propagación del Evangelio, desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido de que aquel que comenzó en ustedes esta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús.

Dios es testigo de cuánto los amo a todos ustedes con el amor entrañable con que los ama Cristo Jesús. Y ésta es mi oración por ustedes: Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual. Así podrán escoger siempre lo mejor y llegarán limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios».

EVANGELIO

Lucas 3, 1-6.

«En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías.

Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:

Ha resonado una voz en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
hagan rectos sus senderos.
Todo valle será rellenado,
toda montaña y colina, rebajada;
lo tortuoso se hará derecho,
los caminos ásperos serán allanados
y todos los hombres verán la salvación de Dios».

Segundo domingo de adviento

El tiempo de Adviento tiene el sentido de preparación para la llegada del Señor, es decir, preparar el corazón para reconocerlo, acogerlo y así permitirle hacer “todas las cosas nuevas” en nuestra vida.

El evangelio de este día nos presenta la figura del precursor, Juan el Bautista, y su vocación de “preparar el camino del Señor”. San Lucas gusta de ubicar la acción de Dios a través de la encarnación de su hijo de manera muy concreta en el tiempo y el espacio. El mensaje es que Dios actúa transformando lo concreto de nuestras vidas. Dios no es una idea, por más atractiva que nos pueda parecer; es una presencia que irrumpe en nuestra cotidianidad para transformarla para bien.

Pero para reconocer y acoger al Señor, debemos prepararnos. Este es el mensaje de Juan el Bautista. Primero la conversión, que literalmente significa cambio de dirección. Conversión significa dejar de vivir distraídos por las falsas seguridades que nos proporciona “el mundo”: posesiones, poder, imagen. Dejar atrás estas distracciones y poner toda nuestra atención a la comunicación de Dios que nos llega a través de su Palabra, de los sacramentos, de nuestra participación en la Iglesia, Cuerpo Vivo de Cristo y a través de ella, en el amor y el servicio.

En segundo término, Juan el Bautista habla de “rellenar valles, rebajar montañas, enderezar lo tortuoso, allanar lo áspero”. Sus palabras simbolizan la invitación a transformar nuestra manera de relacionarnos interpersonalmente: los que se crean más, que se abajen, los que se crean menos, que recuperen su dignidad. Quienes tienden a relaciones tortuosas o ásperas, que permitan que Dios los enderece y les permita ser tersos. Que no nos pase desapercibida su llegada por andar distraídos. “Mira que estoy a la puerta y toco…”

Alexander Zatyrka, SJ - ITESO

Todos verán la salvación de Dios

Estamos en el tiempo litúrgico del adviento, tiempo de preparación para vivir, celebrar y contemplar el misterio de la irrupción de Dios en la historia, pues Dios amó tanto al mundo que le envío a su Hijo único, para quien crea en el no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3,16).

Dios se ha manifestado a los hombres plenamente en su Palabra, Jesucristo, el mesías prometido para la salvación de la humanidad es la Palabra de Dios que viene a revelar el verdadero rostro del Padre. Esta revelación necesita una preparación del corazón, pues el acontecimiento del “Dios con nosotros” es un misterio que solo se puede acoger con un corazón dispuesto, abierto a la fe, a la esperanza y a la caridad.

En el evangelio del día de hoy Juan el Bautista nos ayuda a preparar el corazón para acoger este gran misterio, un corazón arrepentido y dispuesto a la conversión de vida, purificado para que habite en él la Palabra hecha carne.

“Preparen los caminos del Señor y conviértanse”, si bien la venida del Hijo del hombre se realizó en un punto muy concreto en la historia, como lo ilustra muy bien Lucas en su evangelio, no debemos olvidar que la experiencia de la encarnación del Hijo de Dios debe realizarse en nuestros corazones, y que necesitamos también preparar nuestro corazón.

Al finalizar este año podemos preguntarnos: ¿Qué actitudes, pensamientos, o actos impiden que pueda recibir en plenitud al Hijo de Dios? ¿Qué acciones concretas con mis familiares, amigos y compañeros puedo proponerme para “preparar” los caminos del Señor? ¿Hay alguien en mi vida que sea un “Juan el Bautista” que me invite constantemente al arrepentimiento y la conversión? ¿Lo escucho y valoro su testimonio?

Juan bautizaba en el río Jordán como signo de purificación, como gesto externo de una actitud e intención interna de querer ser diferente. De la misma manera podemos aprovechar todos los signos y elementos litúrgicos que nos ofrece la Iglesia para manifestar de manera externa esta intención interna de preparación y conversión: Los nacimientos, las luces, las velas, las coronas de adviento, son signos que ayudan constantemente a recordar el sentido de este tiempo y la oportunidad que Dios nos da de recibirlo en nuestra vida para que la transforme.

Pidámosle al Señor en este tiempo de Adviento la sabiduría, gracia y fortaleza para preparar el corazón para contemplar y experimentar el amor que Dios nos manifiesta en su Hijo Jesucristo y su nacimiento para la salvación de los hombres.

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