Romper con la cotidianidad del espacio público es una de las principales características de Jorge Marín, artista michoacano que a través de sus monumentales alas recorre el mundo no solo ofreciendo una visión distinta de lo que implica el quehacer escultórico, pues su enfoque también atiende y abraza a la niñez, brinda aliento y esperanza a quienes se ven cercados por la vulnerabilidad.Famosas son sus esculturas que permiten un contacto directo. Miles de fotografías son reflejo de esa cercanía que Jorge Marín propone a través del arte, en donde no existen barreras ni intermedios que impidan al espectador colocarse de frente y complementar el objetivo del artista.Con esta misma idea es como la Fundación Jorge Marín hace alianza con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para emprender talleres creativos en los que los niños en situaciones de refugio o migración, tienen la posibilidad de explorar el arte desde su visión, de sentirse orgullosos de sus orígenes y poner a la esperanza como uno de los valores prioritarios y urgentes en el mundo.Elena Catalán, directora de Fundación Jorge Marín, señala que estas activaciones que comienzan a recorrer el mundo tienen la intención de generar un acompañamiento psicosocial en sitios que han abierto sus puertas a niños que transitan en la búsqueda de una mejor calidad de vida fuera de la violencia y la precariedad.“Una de las cosas que ha caracterizado a Jorge Marín ha sido irrumpir en el espacio público con sus alas u obras monumentales en México y diferentes partes del mundo. Las alas han sido un fenómeno, la gente se acerca, dialoga con ellas, nos dimos cuenta que hay una conexión muy importante y directa con los migrantes, pensamos que era importante y una obligación hacer algo más, trabajar en pro de la regeneración del tejido social en comunidades vulnerables como los migrantes”.Recién se inició un nuevo taller en el Centro Cultural Tijuana, en Baja California, y Elena Catalán reflexiona sobre el impacto que esta iniciativa ha tenido recientemente en un campamento de refugiados en Beirut, Líbano, en donde Jorge Marín y UNICEF desarrollaron el taller “Compañero de vida”, en el que niños y jóvenes libaneses, palestinos y sirios tienen un acercamiento al arte y diversas herramientas pedagógicas para reflexionar y crear sensibilización sobre las duras situaciones que han experimentado por la migración a causa de conflictos bélicos.“Son niños que vienen de situaciones sumamente complejas, que se han tenido que ir de sus países, pero no dejan de ser niños, se están desplazando por situaciones violentas. Muchas veces cuando les preguntas qué les gustaría hacer en un futuro si tuvieran alas, en algunos grupos hay niños que dicen que quieren ser artistas, es algo muy interesante”.“Compañero de vida” es uno de los cuatro talleres (“Cuéntame tus alas”, “Cuéntame tu xolo” y “¡A esculpir!”), que Fundación Jorge Marín propone para que los niños activen su creatividad y den nacimiento a un muñeco de tela con alas, en el que pueden verse reflejados y manifestar sus emociones y sentir ante las situaciones de riesgo que experimentan ellos y sus familias.Elena Catalán puntualiza que utilizar o hacer referencias a la figura de las alas en los talleres no solo va ligada a uno de los íconos que han consagrado la trayectoria de Jorge Marín, pues las alas tienen un significado universal ligado a la libertad, la identidad y la búsqueda de nuevos horizontes.“Ellos hacen sus propios muñecos, por un lado se apropian de algo que es suyo, es un sentimiento de pertenencia, manifiestan recuerdos de la última vez que vieron a su abuela, por ejemplo. Ver a esos niños reír, jugar como cualquier otro es maravilloso, te hace pensar que puede existir una esperanza para ellos, que este trabajo es importante y hacerlo crecer”.De momento, los talleres impulsados por Fundación Jorge Marín llegan a ciudades en las que el artista michoacano ha llevado o está por compartir su obra, con la expectativa de que esta ruta crezca y arrope a más comunidades vulnerables, por lo que emprender subastas -en compañía y apoyo de Casa Morton, por ejemplo- y abrir camino a las donaciones es una labor en paralelo para que el proyecto se fortalezca y brinde más herramientas.“Para que todo esto pueda ser realidad hay todo un movimiento logístico y de recursos importantes. Queremos concientizar sobre lo que hacemos y cada vez que lanzamos un proyecto contamos nuestros planes e invitamos a que aporten para la realización de estos talleres, queremos que la gente se involucre en lo que está pasando en el mundo”.En noviembre, Fundación Jorge Marín brindará dos talleres con un centro que atiende a niños sirios en Madrid, en donde tienen salas permanentes de exhibición de la obra del artista michoacano, además de contemplar para el año 2020 a Turquía, Estados Unidos, además de iniciar en México un proyecto de arte contemporáneo en zonas rurales.“México es nuestra sede y origen, estamos diseñando para el próximo año nuestra ruta y Jorge Marín está pensando también en Guadalajara, Jalisco, queremos hacer una activación, una subasta o algo similar que nos permita acercarnos a los tapatíos para contar lo que estamos haciendo y quizá una intervención. La idea es llegar al mayor número de lugares posibles como Fundación y Estudio Jorge Marín”.Elena Catalán destaca que a la par de los talleres también se desarrollarán exhibiciones fotográficas que compartan el quehacer de la ruta de la Fundación Jorge Marín, en el que cada ciudad pueda conocer el trabajo que se ha realizado en otras partes del mundo. Para más información visita: www.jorgemarin.com.mx