Domingo, 24 de Noviembre 2024

El paisaje artístico de Alejandro Colunga

Plaza del Sol ambienta sus espacios abiertos con piezas del consolidado escultor tapatío; conoce más sobre la obra que encontrarás en el interior de este centro comercial

Por: Jorge Pérez

Los Magos del Sol. Dan la bienvenida desde el inicio de este milenio a quienes visitan Plaza del Sol. EL INFORMADOR / G. Gallo

Los Magos del Sol. Dan la bienvenida desde el inicio de este milenio a quienes visitan Plaza del Sol. EL INFORMADOR / G. Gallo

El recorrido por el espacio abierto de Plaza del Sol está engalanado por la serie escultórica de Alejandro Colunga. Cualquier pieza de este artista es fácilmente reconocible por su estilo emblemático y características casi oníricas, y el quinteto ubicado al interior de la plaza no es la excepción.

Luego de la inauguración de la plaza en 1969, la ciudad y la manera de relacionarnos con los centros comerciales cambió con el paso de los decenios, por lo que años después sobrevino una nueva etapa. La presencia de las obras del pintor y escultor tapatío sucedió luego de un proceso de renovación de la plaza, hacia finales de los años noventa. Inauguradas en el año 2000, las cinco esculturas llevan el nombre de “Los Magos del Sol”, pues los magos son una constante en el imaginario de Colunga.

El perfil de la plaza siempre ha sido el del ser un punto de encuentro, y como tal, esta selección de arte forma parte de su paisaje arquitectónico. La vocación de este tipo de esculturas hechas por Alejandro Colunga es la de permitir la interacción con la gente, algo que sucede con mayor frecuencia en los espacios públicos y muy transitados, como lo han sido en estos casi veinte años “Los Magos del Sol”. Desde su instalación, el paisaje al interior de la plaza ha cambiado un poco con las fachadas de las tiendas que abren y cierran, pero la imagen del mágico bronce permanece coronando una de las fuentes que rodean. En Plaza del Sol son varias las fuentes que refrescan la vista con su vitalidad: la elegida para acompañar las esculturas es la más céntrica de todas ellas.

Forjadas en bronce por ‘El fogonero del delirio’, el aspecto lúdico que ostentan las piezas y su inmediatez en el entorno permite que las personas las toquen, se suban en ellas, se fotografíen y las hagan suyas, objetivo máximo de toda obra de arte. El carácter juguetón y a la vez sofisticado de sus piezas capta la mirada de los turistas y de los tapatíos que pasan por los lugares donde se ha instalado su trabajo. En el caso de “Los Magos del Sol”, las esculturas rememoran otra característica de Colunga, con personajes cuya posición asemeja desde cierto punto de vista una silla en que podemos sentarnos. Aunque más que sillas, las esculturas de Alejandro parecen tronos que invitan a sentarse y ver el mundo pasar desde su grandeza. Colunga ha explorado diversas posibilidades de las sillas, en otros ámbitos.

Pese a que hacia arriba las esculturas se elevan varios metros, la parte inferior se apega a las proporciones humanas (también pensadas en los más pequeños), para darle el toque de la conexión con el espectador. Del mismo modo, el material permite el trato duro, ya que están pensadas para soportar las inclemencias del tiempo y soportar estar las 24 horas a la intemperie. La altura de las piezas es variable, combinando distintas medidas.

Esferas. El trabajo de Colunga se permea en toda la plaza y otorga vitalidad y energía en cada rincón, así como espacios llenos de curiosidad. EL INFORMADOR / A. Camacho

Un artista con presencia en la ciudad

La larga trayectoria de Alejandro Colunga como artista comprende más de medio siglo de actividad. Antes de “Los Magos del Sol”, la gente en Guadalajara ya conocía la faceta de escultura pública de Colunga, desde casi un decenio atrás de la instalación de “Los Magos del Sol”. Fue en 1993 cuando el escultor llevó hasta la explanada posterior del entonces Instituto Cultural Cabañas la serie llamada “La Sala de los Magos”, conjunto escultórico que sigue cautivando a quienes visitan el lugar, de la misma forma que cautiva a quienes pasan por Plaza del Sol.

El sitio que ocupan es uno de los pasajes más visitados y transitados de la plaza, cruce de caminos entre sus diferentes secciones. De allí que la interacción sea bienvenida con el público. La manera en que las piezas se integran al espacio casa con la concepción arquitectónica, pero también con la manera en que la gente recorre el lugar, sobre todo los niños. Una de las esculturas, por ejemplo, asemeja una resbaladilla con pequeños desniveles, lo cual permite que los infantes escalen y desciendan por la obra.

Obras vivas, rodeadas de comercios y lugares de encuentro para la gente (como restaurantes y cafeterías), “Los Magos del Sol” dan cuenta de cómo el espacio público habitual se puede transformar en un lugar por momentos mágico.

Sobre el escultor

Alejandro Colunga nació en la capital de Jalisco en 1948. De formación autodidacta, a los veinte años comenzó su carrera profesional como artista plástico, al exponer en 1968. Con diez años de carrera ya emprendía viajes para mostrar su arte alrededor del continente y más allá (África, Asia y Europa). En los años noventa consolidó su faceta escultórica con obra pública en distintos lugares de la República Mexicana, como Guadalajara, Puerto Vallarta y Puebla. En 2012 el director de cine Gustavo Domínguez presentó el documental “Alejandro Colunga: Fogonero del delirio”. Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el Premio Jalisco.

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