Olga Gutiérrez presentará “2018”, la cuarta parte de su tetralogía “Nosotros estamos aquí”, conformada previamente por “2012”, “2014” y “2016”. Dicha pieza está centrada en el cuerpo como un elemento potencial en cuanto a su presencia política, se define como una búsqueda por representar cuestiones recientes sociales, en el que el espectador se adentrará a un relato audiovisual sobre cómo desaparecen los cuerpos de tres estudiantes, movilizaciones ciudadanas, la toma de la Glorieta Niños Héroes, entre otros sucesos.Los inicios del proyecto se remontan a 2010, cuando previó trabajar una serie de cuatro obras de danza contemporánea con una periodicidad fija, precisamente cada dos años, y con una temática en común. La idea, en relación al cuerpo y su potencial político, fue enmarcar cronológicamente la tetralogía con el sexenio, por lo que las piezas las lanzó de 2012 al 2018, cada dos años.La tetralogía nació como una necesidad artística que involucra diversos lenguajes, disciplinas y creaciones escénicas, desde la danza hasta las proyecciones visuales, que no necesariamente parten de protagonistas ejecutantes, como un actor o un bailarín principal. Además, las primeras entregas de la tetralogía exploraron temas como la incertidumbre de quién gobernará y el hackeo institucional, con la finalidad de generar reflexión y discusión sobre estos ejes temáticos.La última entrega de “Nosotros estamos aquí” se trabajó durante la estancia de la artista en residencia del Estudio Teorema y el Laboratorio de Arte y Variedades (LARVA). Para esta parte final, Olga recurrió a un personaje de la tradición grecolatina: Antígona. La imagen de la mujer la retoma desde una perspectiva de arquetipo, relacionándola con las madres de los desaparecidos.En particular, esta última sección del ciclo tuvo un par de colaboraciones para la musicalización, la iluminación y la selección de imágenes. La iluminación y parte de la elección de imágenes corrió por parte de Selene González. Las imágenes que se proyectan van desde la iconografía de las monografías de la escuela primaria, hasta fotografías del archivo personal de la artista. Su decisión de incluirlas va de la mano con la representación del cuerpo en relación al proyecto. Igualmente, en el recurso visual se aprecian otras imágenes, como arte contemporáneo o el imaginario cultural de los años 80 y 90.Mientras que la música la trabajó con Kenji Kishi (tapatío y compositor, realizó la banda sonora del filme “Somos Mari Pepa”), quien abordó el proyecto desde una perspectiva diferente, afirma. Si bien ya había colaborado como compositor en cine y teatro, la participación en “2018” con Olga propició una mayor propuesta creativa, al no centrar la música únicamente en sonorización de una escena, volviéndola parte esencial de la puesta.Así, la música abarca un rango tan variado, desde la electrónica hasta los sonidos incidentales de una hoja de papel al arrugarse. Para Olga, la intención era colaborar con la posibilidad de trabajar desde cero. Además, el músico Kenji Kishi también entra a escena.Por otro lado, Olga ha presentado las piezas anteriores de su tetralogía en México, Brasil, Uruguay, Argentina, Colombia, Francia, República Checa y España. En su experiencia, el público latinoamericano ha sido más receptivo al identificarse con las piezas. Tras cerrar este ciclo con “2018”, la artista trabajará creativamente en una trilogía que iría del 2019 al 2021.“2018” de Olga Gutiérrez, viernes 6 y sábado 7 de julio, 20:00 horas en el LARVA (Calle Ocampo y Avenida Juárez). Boletos en taquilla y en el café contiguo al recinto: 100 pesos general.
