En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el escritor y periodista Diego Petersen Farah presentará este sábado 3 de diciembre “El Chacal” (Planeta, 2022), su regreso a la novela tras una exitosa trilogía, pero en clave distinta y contemporánea, la cual explora las relaciones entre el poder y el periodismo a través de un personaje que no dejará impasible a sus lectores.La historia sigue a un joven periodista poblano que llega a la Ciudad de México e inicia su meteórico ascenso en los años ochenta gracias a reportajes de impacto, pero la dinámica y su cercanía con la política lo convertirán en la inesperada imagen de la ambición. En este sentido, al tomar distancia de sus libros anteriores —donde cierra el ciclo de su protagonista “Beto Zaragoza”— el autor, en entrevista con EL INFORMADOR, destaca que “no quiero ser autor de un solo personaje, quería y quiero escribir otras cosas, sin que esto signifique que no pueda retomar después la novela negra. Yo estaba a la mitad de otro proyecto y se me cruzó esta idea que es simple, pero tenía el reto literario de narrar en primera persona para referir esta intrincada relación entre medios y poder, que sostuviera el ritmo sin capítulos y se fuera construyendo el personaje a lo largo de las páginas”.En términos de escritura, explica Petersen, “el reto es mantener y hacer coherente a un personaje que se va construyendo y destruyendo a través de la narración. Decidir que fuera un relato lineal con algunos saltos temporales, algo que me sirvió para dar remansos al relato; los únicos personajes con nombre son los presidentes de la República y funcionan como referencia temporal, el protagonista no dice su nombre tampoco”. De lo que trata la novela, explica Petersen, “es de la relación entre prensa y poder, no la de una persona concreta; se revisa esta relación que ha sido bastante perversa y cómo la famosa transición a la democracia, que parecía otra forma de relación, mantuvo las cosas igual, si no peor, puesto que surgieron otras formas para el chantaje de los medios al poder”.Que el protagonista sea poblano, detalla el autor, “ayuda a dos cosas: que vaya a la capital desde fuera, y que exhiba el desprecio de los capitalinos por el periodismo de provincia. Hay un modo particular de entender el periodismo en la capital del país, porque es la sede del poder, no la tenemos los periódicos de otros lugares, y debía ser alguien de fuera quien exhibiera el contraste; además, Puebla lo confronta con la familia conservadora”. “El Chacal” es un libro que “puede decirle mucho” a quien trabaje en medios, refiere Petersen, “pero también a quien no trabaja en ellos; el objetivo es que se lea bien, que esté bien escrita, pero la historia permite entender lo compleja que es la relación entre medios y poder, es menos lineal de lo que parece, no es esquemática, y el poder del medio es —finalmente—distinto del poder del periodista. Hay una relación, eso deseo explorar, él va creciendo y creyendo, se embelesa consigo, pero todo es más complejo de lo que él esperaba”.Finalmente, indica el autor que este personaje de autobiográfico “no tiene nada”: “Su límite ético es pequeño, pero no hay desilusión para con el periodismo; hay muchas formas de entender la relación de un periodista con el poder, no hay receta, pero el protagonista tiene dudas y destellos de lucidez, es hábil y nada tonto, y no carece de fibra moral; es un buen periodista y tiene gran olfato, ya que no por tener vínculos perversos con el poder es mal periodista, es al contrario. Posee una gran autoestima como periodista”. CT