Sheherazade, el personaje principal de Las mil y unas noches va más allá de la anécdota de alguien que burló su destino y se salvó de morir asesinada por un sultán rencoroso; Sheherazade es el paradigma de mujer, al decidir forjar su propia historia; se trata de un personaje con partes de luz y partes de oscuridad.De Sheherazade, puesta escénica de la multigalardonada coreógrafa española María Pagés, parte de esta idea literaria. La noche de este viernes 21 de julio se presentó en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, en el Centro Cultural Universitario. Se trata de un ejercicio de poesía, danza y literatura, pero sobre todo un recorrido por el universo femenino, la violencia y las palabras como el mejor remedio para combatirla.El espectáculo está compuesto de doce coreografías desarrolladas por nueve mujeres y donde se exalta la feminidad. De Sheherazade es el reflejo de todas las mujeres y sus emociones, tanto las positivas como las negativas. Es, en voz de la creadora, un homenaje de mujeres para las mujeres.Las coreografías buscan proyectar la humanidad de la feminidad. Los segmentos evocan a personajes como Medea, Safo, Hathor, Atenea, Bernarda Alba de Federico García Lorca, a Blimunda de José Saramago o Úrsula de los Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez.María Pagés, directora de la puesta, es referente de la danza flamenca a nivel internacional y ganadora del Premio Princesa de Asturias, máxima condecoración española a la promoción del arte y la cultura. Las artistas que le acompañan danzan al ritmo bulerías, soleas y malagueñas, piezas clave de la música flamenca. La presentación también fue desarrollada por El Arbi El Harti, codirector del Centro Coreográfico María Pagés.A lo largo de la velada, el golpeteo del tablao combinaba armónicamente con la música de guitarras y canto, una mezcla bien difuminada de sonidos árabes y españoles en tiempos precisos.Los movimientos de las intérpretes fueron firmes y estudiados. La danza flamenca involucra pies ágiles y plasticidad; Pages y sus colaboradoras mostraron el dominio total que tienen en ambos temas.El escenario era sobrio, sólo una luna de fondo, que no distraía; la clave fueron los juegos de luces y sombras sobre las protagonistas y que enfatizaban la dualidad, idea fundamental del espectáculo.MF
