La delincuencia organizada ha permeado en los sectores más vulnerables de la sociedad, como la infancia en situaciones de bajos recursos. “Un sicario en cada hijo de dio” expone esta problemática desde diferentes casos, con situaciones que ejemplifican cómo se vive la inclusión de niños y adolescentes en las operaciones del narcotráfico y otros delitos. Hecho por Mercedes Castañeda, Mercedes Llamas, Saskia Niño de Rivera, Fernanda Dorantes y publicado por Aguilar, este libro tiene la intención de “visibilizar el problema y hacer un llamado a las autoridades y a la sociedad”, comentó la coautora Mercedes Llamas. El libro presenta las historias, el análisis criminológico, psicológico y jurídico (para establecer por qué optó por la delincuencia organizada) y finalmente historias de éxito, para mostrar a la sociedad que sí hay una opción positiva.Sobre el origen del libro, agregó: “Las cuatro trabajamos en el sistema penitenciario, sobre todo con adolescentes, con las madres de los niños que están en prisión. Al ver que el problema iba en aumento decidimos hacer algo, que llegara a la mayor parte de los mexicanos”. Al exponer con ejemplos la historia de vida de los infantes que terminan bajo la influencia de los delincuentes se resalta que antes de ser victimarios también fueron víctimas: “Para llegar a ese nivel de victimarios tuvieron que ser víctimas de muchas situaciones. Elegimos seis casos representativos, no por su dureza o porque sean los más fuertes: son lo representativo de los 35 o 40 mil niños”.Una infancia llena de violencia, sin acceso a la educación y salud, son algunas constantes que sufren los niños reclutados por el narco. Esta desatención sistemática continúa incluso al estar presos, como uno de los casos que exponen: Damián, quien no sabía su nombre completo, carecía de acta de nacimiento y por tanto de identidad: “Tras cinco años preso la autoridad no le sacó acta de nacimiento. Son muchas omisiones de la sociedad que lo rodeaba, sufrieron violaciones de derechos humanos, un entorno violento, con marginación social”. Una circunstancia legal y la falta de seguimiento facilitan que estos jóvenes sean utilizados por la delincuencia: “La ley de adolescentes establece que los menores de 14 años no pueden ser ingresados. Para la delincuencia es sumamente barato y son niños desechables, nadie los va a reclamar, y lo que ellos cometan, sin importar el acto, no tendrá consecuencias jurídicas. Faltan medidas de seguimiento, cuando comete una actividad tipificada como delito se debe darle atención a su entorno, familia, que vaya a la escuela, atención psiquiátrica, educativa”.Incluso los adolescentes que sí están en edad de entrar bajo tutela del Estado se da esa facilidad para reincidir: “Lo que sucede en México es que se les suelta solamente, se regresa a la delincuencia. De los 14 a 16 máximo pueden estar 3 años, de 17 a 18 máximo 5 años. Estas medidas están basadas en derechos humanos, pero si no están acompañadas de medidas de seguimiento no funcionan: lo que hacen es ponerlos en bandeja de plata al crimen organizado”.JL