“Ahí estaba el Chac Mool, erguido, sonriente, ocre, con su barriga encarnada”, fue una de las frases con las que el actor Demián Bichir recordó a una de las obras más relevantes de la literatura mexicana, con una lectura que logró el reencuentro de apasionados de la letra por el legado de Carlos Fuentes.Anoche y muy a su estilo, enigmático y a la vez pícaro, Demián Bichir leyó “Chac Mool”, un cuento llamado a ser clásico y escrito por Fuentes (1928-2012), publicado con el respaldo de Juan José Arreola en “Los días enmascarados” en 1954. Previo a la lectura, Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), dio la bienvenida a esta actividad especial a los espectadores, quienes desde la sala virtual del encuentro, recordaron sus primeros acercamientos de esta historia que relata los diarios de “Filiberto”, un hombre que motivado por su gusto a la cultura prehispánica termina en un inquietante encuentro con quien fuera uno de los dioses precolombinos más aclamados y temidos.Silvia Lemus, periodista y compañera en vida de Carlos Fuentes, memoró los orígenes de esta obra, de cómo “Chac Mool” ha desafiado al tiempo y al lenguaje, de cómo sigue sorprendiendo a los lectores y por qué se ha consagrado como una de las obras imprescindibles de la literatura mexicana.“El Chac Mool es considerado como uno de los relatos más elevados de la literatura mexicana, surgió como numerosas obras literarias de la lectura de una gacetilla de periódico, de una exposición de arte mexicano que visitó Europa en 1952, en ella figuraba el Chac Mool, dios de la lluvia, éste a su paso produjo tempestades y cataclismos”.Añadió que a través de este tipo de manifestaciones, para los mexicanos “siguen vivas las formas cosmológicas de su México que se resiste a morir y se manifiesta a través de un misterio. La anécdota gira en honor y entorno a la resistencia de nuestras viejas formas de vida. Carlos Fuentes siempre se encuentra a la vanguardia del tiempo y del espacio mexicano”, explicó Silvia Lemus.Letras llamadas a ser eternas, retumbando hasta nuestros días, en una narrativa que por momentos nos libera de la pandemia. Una actividad virtual con la que la FIL logra una vez más, transportar a los lectores al mundo de la palabra, ese donde todo es posible, incluso el encuentro con los dioses.