Este próximo 27 de abril, en punto de las 20:00 horas, Galería Vértice inaugura, bajo el título de “La canción sigue siendo la misma”, una gran exposición retrospectiva para conmemorar 50 años de trayectoria del maestro Benito Zamora y que, además, no solo representa el regreso de su trabajo a las salas de exhibición tras 11 años sino que, por tratarse de la colección personal del artista -cuya museografía estuvo a cargo de Luis Miguel García-, buena parte de las poco más de 60 piezas de la muestra se exhiben por primera vez.Y sí, la exposición lleva el nombre de una famosa canción de Led Zeppelin, y cuenta el pintor en entrevista con EL INFORMADOR que “el día en que decidí montar esta exposición me vino a la cabeza la frase; tengo más de una década sin exponer y es porque pinto e invierto mucho tiempo en cada pieza (dos cuadros al año, más o menos). Ahora, mis ‘adversarios’ -como diría el presidente- dicen que siempre hago lo mismo pero, irónicamente, me digo, ¿cuál es el problema? Si después de 50 años ‘la canción sigue siendo la misma’; soy yo, y ahí les va”.Colección y cronologíaDe acuerdo con Zamora, hay gente que dice conocer su obra cuando sólo han visto dos o tres cuadros, “pero tengo 50 años pintando y no hacía lo mismo a los treinta años que ahora. Así, la idea de esta retrospectiva es que, en su mayoría, fueran piezas de mi colección, se trata de mi historia. Y me parece genial que una galería privada se atreva a llevar a cabo un evento como este, histórico y no la clásica muestra para vender (de hecho, habrá obra que no estará a la venta)”.De esta forma, la museografía se ha encargado de organizar el conjunto con una perspectiva cronológica, destaca el artista, “hay dibujos de cuando comencé a hacerlo con decencia, a los 24 años de edad. Por supuesto, uno va cambiando y evolucionando, aunque siempre es así de simple; después de todo: la canción sigue siendo la misma”.Técnica y composiciónEn estos términos, lo que para otros es el “estilo”, en Zamora se traduce como “la técnica con que hago las cosas; ahora, si no fuera por mi conocimiento de la técnica que adquirí en todo este tiempo, me resultaría muy difícil obtener los resultados que tengo. De hecho, sigo utilizando mucho la composición clásica, y en mis cuadros hay siempre elementos que se pueden identificar”.Actualmente, el pintor se halla inmerso en una serie de piezas sobre “animales”, trabajos “un poco delirantes que refieren a una criatura que puede ser un tlacuache, un armadillo, una mantis o un ciempiés, trato -por lo general- de emplear animales de la región; al final, la composición es un medio muy versátil, y es interesante ahondar en sus posibilidades para ‘ordenar’ una obra”.Dibujo y elementosEn esta retrospectiva, a pesar de las constantes iconográficas en las piezas, se congregan en periodos que coinciden con las décadas de trabajo para el artista que, explica, “si uno se fija, todas las culturas antiguas adoran a los elementos, y aparecen en sus representaciones los mismos símbolos (viven en la naturaleza): el Sol, la Luna, la muerte, su cotidianidad. Es igual para un africano que para un aborigen de Australia, lo que cambia es la forma”.De ese modo, “yo utilizo símbolos que son milenarios, que no son de nadie; el rollo es ponerles un lenguaje propio de acuerdo con la forma, esto es, la forma es fondo. Ahora, yo vengo del dibujo, tengo una base totalmente de dibujo, y fui entrándole al color de modo suave, lentamente. Para quien desee ver, puede buscar el cuadro ‘La niña Julia’, de una serie para mi primera exposición individual (en 1978) en el Ex Convento del Carmen”.Actividad e infinitoOtra cuestión que hizo a Zamora decidirse por una retrospectiva personal fue “no pedir mucha obra prestada, porque la organización se complica, por eso la mayor parte de la obra en esta exposición ha salido de mi casa. De igual manera, ya tengo 71 años, aunque continúo activo y produzco obra, siempre es minuciosa y toma mucho tiempo (mi último grabado tomó seis meses); mi labor es lenta, pero me gusta que así sea”.Parafraseando una conocida frase, el pintor establece que “hay que hacer lo imposible, porque lo posible ya está hecho. De otra forma, hacer esto no tendría sentido. No soy religioso pero creo que la fuerza que uno deja en un cuadro se nota, el poder. Pero nadie viene de la nada; yo considero que vengo de la historia, he estudiado muchos pintores, pero una idea que siempre me gustó -y se encuentra en Velázquez o Escher- es la del infinito, y no sólo en la pintura, eso me lleva también a la literatura, puesto que uno de mis autores predilectos es Jorge Luis Borges”.Espacio y obraAquí salta, revela Zamora, otra constante de su trabajo “que es el manejo del espacio; hay elementos que semejan entrar, salir, que te dicen que las cosas no se reducen al cuadro sino que van más allá, que afuera sucede algo, siempre. Esa idea es la que buscado manejar en cuanto al espacio. Pero otra cuestión en la que soy riguroso y tiene una influencia decisiva en lo que hago es el manejo del claroscuro; es esencial. Lo demás, se resume en que debe dar como resultado que exprese tu propia voz, que hable de ti mismo, que sea la invención de un lenguaje original”.Finalmente, bajo la idea y propósito de “crear cultura propia”, el artista indica que su apuesta es por una “autenticidad” que se revele en piezas que “tienen más de 40 años de antigüedad, hay quienes la verán cuando ni siquiera habían nacido. Eso otorga ironía al título, porque habrá quien diga conocer mi trabajo sin haber visto mucho. Esta es mi colección, lo que he ido conservando, porque decidí ahorrar en obra y no en dinero”.