Los pasajes históricos de México son innumerables, pero para Antonio Saborit existen algunos que requieren de mayor proyección para conocer más a fondo cómo se establecieron algunas políticas que dieron paso a las actuales.Es por eso que cuando conoció la polémica que protagonizaron el editor de la revista “La gazeta literaria”, José Antonio Alzete, y el virrey Revilla Gigedo, no dudó en desmenuzar los conflictos que ocasionó el famoso censo demográfico de la Nueva España en 1790, dando por resultado un libro que recapitula toda esta travesía histórica: “El virrey y el capellán”, publicado en Ediciones Cal y Arena.“Alzate discutió los resultados del censo de 1790, fue un acto verdaderamente inusitado, le escribe una carta privada destrozando el censo. Los funcionarios no entendieron el orden religioso que existía en la Ciudad de México en ese momento y por otro lado, el resultado del censo. Tiene que ver con una incapacidad para ver y apreciar la realidad”, expresa Saborit al puntualizar que en ese tiempo el censo oficial contabilizaba a un aproximado de 100 mil habitantes, pero Alzate en sus cálculos arrojaba más de 200 mil.“La polémica empieza en 1791, cuando Revilla Gigedo publica un pliego con el número de ciudadanos de la Ciudad de México. Parecía improbable que esta urbe siendo lo que era, resultara más grande que Madrid”.Tras varios años de estudio e investigación al pie del Archivo General de la Nación, Saborit transcribió toda la polémica del censo: “Me pareció de los más relevante abordarla porque me permitía asomarme desde la plataforma del estudio cultural a las atmósferas culturales que había en la ciudad capital de la Nueva España hacia el ocaso de este orden”.
