A penas en el mes de junio la firma de moda Carolina Herrera se vio envuelta en una polémica, luego de presentar una colección de vestidos que hacía uso de estampados mexicanos, por lo que la Secretaría de Cultura Federal (SCF) la acusó de apropiación cultural indebida. Ante el reclamo, Wes Gordon, director creativo de la firma, se defendió diciendo que todo fue un homenaje a México y nunca hubo dolo.Ayer, se repitió la historia, y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, lanzó una nueva acusación. En esta ocasión se trata de la empresa francesa Louis Vuitton, a la que le solicitó informar si contó con la colaboración de los artesanos de Tenango de Doria, en el Estado de Hidalgo, en la elaboración de los bordados que se reproducen en la silla (modelo R98619) que aparece en su colección “Dolls by Raw Edges”. Mediante un oficio dirigido a Héctor Pardo, director de Comunicación y Relación con Clientes Louis Vuitton México, Centroamérica y el Caribe, la funcionaria expuso que se “enteró con sorpresa” que en la citada colección se encuentra una silla con elementos que forman parte y se identifican con los bordados que se elaboran y son propiedad intelectual de la comunidad hidalguense.Refirió que al igual que la marca, los mexicanos reconocen el valor de lo hecho a mano, el tiempo, la dedicación, la originalidad de cada pieza artesanal, que es única e irrepetible, así como la creatividad en su elaboración y, sobre todo, la transmisión de ese conocimiento de padres a hijos, de maestros a aprendices.Frausto Guerrero destacó el reconocimiento mundial de Louis Vuitton en sus diseños y agregó que esa misma originalidad y valor es lo que el gobierno de México busca proteger como parte del patrimonio cultural, tangible e intangible, en particular dentro de las comunidades indígenas. Aclaró que México no está cerrado al diálogo con el mundo; por el contrario, busca ampliar el intercambio y la colaboración con las firmas que más han contribuido a la valoración de la artesanía como objeto de alto valor artístico y comercial, por lo que propuso una mesa de trabajo en la que dialoguen la empresa, gobierno y comunidades. Ello, indicó, con la finalidad de alcanzar acuerdos que lleven a establecer iniciativas de vinculación e intercambio que resulten en beneficios directos y concretos para todas las partes, así como en el cumplimiento de la responsabilidad social de la empresa. Asimismo, dar el debido reconocimiento a la comunidad en la cual se efectuó la apropiación cultural, con lo que se cumpliría de manera cabal lo referido en el artículo 160 de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en el 11, fracción VIII, de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, detalló. “Queremos construir puentes de entendimiento que nos permitan reconocer y divulgar el trabajo, las habilidades y las historias de miles de comunidades que todos los días dedican su trabajo, esfuerzo y habilidad a producir piezas únicas y originales que son, además, el sustento de muchas familias y desarrollo de las sociedades creadoras”, concluyó la titular de la Secretaría de Cultura.