“Todos los miedos” es la historia de Daniela, periodista obligada a trabajar como freelance tras ser corrida por su medio de comunicación. ¿La razón? Investigar los vínculos del crimen organizado con el Gobierno, en particular con el tema de la trata de mujeres. Publicada por Planeta, esta es la trama de la nueva novela de Pedro Ángel Palou, narrador mexicano con el que platicamos en entrevista. Sobre los dos temas, surgidos de la realidad (los feminicidios y los periodistas amenazados y asesinados), comentó su preocupación por tratarlos en la ficción:—Después de haber terminado la novela de Lázaro Cárdenas (“Tierra roja”) me pareció que tenía una responsabilidad como novelista de acercarme al presente. Cuesta trabajo, no es fácil comprenderlo y como literato no tenemos la distancia. Es una camisa de fuerza hablar del presente, casi en tiempo real. Uno de los temas que más laceran es la investigación sobre feminicidios y la trata. También la fragilidad de muchas mujeres investigadoras. De por sí el reportaje de fondo es muy difícil en México, cuando se hace pocas veces se publica, lastima intereses por meterse con el poder. Muchas periodistas han terminado por escribir libros, en lugar de estar en la cotidianidad periodística. Durante un año rastreé nota roja, viendo quiénes hacían este trabajo, algunas veces digitalmente. La constante que vi es que en todas las veces se trata de humanizar a las víctimas, de ponerle nombre y apellido al dolor: no hacer de los muertos una estadística.—Si bien la novela no está basada en un caso en particular, representa a muchos. En el tema de la violencia contra reporteros: nueve de cada 10 reporteros se han sentido amenazados no por el crimen, sino por funcionarios públicos.—No podemos explicar la impunidad sin esos términos: el crimen infiltrado en el poder, en convivencia, utilizando incluso recursos económicos. Es el principal enemigo de la verdad y la transparencia. Es una novela sobre la impunidad. Da coraje: todos los mexicanos nos levantamos todos los días esperando que ya no permitan estas cosas, y sobre todo que quienes las perpetran no tengan consecuencias.— ¿Cómo decidiste la longitud de la novela, en la frontera de la novela corta?—La intensidad de lo que quería contar exigía una extensión. Ni siquiera un día, son once horas de la vida de Daniela. Pensaba en el suspenso narrativo, cómo provocar las emociones, los miedos que sentimos. Esa intensidad exigía una serie de recursos: uno es que el tiempo y el espacio están interiorizados en los personajes, una especie de falsa tercera persona. Solo hay dos momentos con el tiempo distendido, en espacios cerrados.—Hay una parte donde se hace referencia a las armas de fuego, que se puede relacionar con otra parte donde se menciona cómo un país con más de cien millones de habitantes está controlado por mil quinientas personas armadas.—Y tienen secuestrado al país: está la arista de las armas y el manejo del efectivo, que son capaces de comprar la justicia.— ¿Cómo llegaste al personaje de Letona? Representa varias cosas, como la justicia fuera de la ley.—Es increíble, yo investigaba el tema de los feminicidios y empezó a haber casos de justicieros anónimos. Amalgamé noticias de diferentes Estados de la República. Lo doté de motivaciones para darle una tridimensionalidad, mostrar sus claroscuros, su pasado. No quería hacer una apología de la violencia. Me da cierta preocupación una literatura del narco, no los buenos escritores, incluso series de televisión donde se presenta casi de forma aspiracional la figura del narco, se romantiza. Nos hace daño como país.—En Colombia recién cerraron el museo de Escobar.—Lo que se hace es reproducir un periodo con una parte negra, como una épica que no es. Mucha gente murió por culpa de Escobar, mucha gente muere en México y quedan deudos que siguen llorando a las víctimas.—Hay un caso de éxito en el contexto colombiano, en Medellín con una política cultural. Después de reflexionar en la novela con el periodismo y las AC, ¿cuáles son los caminos que podemos seguir?—Tuve la oportunidad de ir a Medellín en 2005 y conocer al alcalde, Sergio Fajardo, que hizo los parques biblioteca. Me quedé impresionado de la labor, la vi con niños y adolescentes que vivían en la parte superior, donde sólo se llega por teleférico y estaban los sicarios. Es un ejercicio de planeación urbana, donde resolvieron el tema de las ciudades dormitorio (donde la gente sólo llega a su casa a dormir). La cultura resultó el vehículo: los parques tienen una zona deportiva, pero es la cultural, la biblioteca y la educación informal. Me dejó impresionado, y se puede extrapolar fácilmente. Sé que la alcaldesa de Puebla ha ido a Medellín y tiene interés en hacer un proyecto similar. Necesitamos políticas colectivas comunitarias, no podemos pensar que las cosas se resolverán de manera individual. Podemos empezar a rescatar territorialmente las ciudades: el crimen organizado opera, como toda guerra, territorialmente. Tenemos que recuperar esas zonas para la convivencia sana.Pedro Ángel Palou presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara “Todos los miedos”, el sábado 1 de diciembre, 13:00 horas.