Tecnología

Alertan por información falsa en internet y redes sociales

Datos engañosos afectan a las sociedades al generar creencias erróneas y facilitar la manipulación

La desinformación y la información falsa son dos conceptos distintos, pero con el mismo resultado: creer en cosas, situaciones o hechos de manera errónea.

Geysha González, directora de Operaciones del Centro de Análisis Político Europeo (CEPA), explicó que la desinformación es aquella información que puede ser falsa o no, pero que es contada de manera manipulada, con fines de incidir en las creencias de las personas para recibir algo de ellas, por ejemplo, el recibir un voto (en el ámbito político) u obtener vistas, likes o clics (en el caso de las redes sociales o supuestos influencers).

De hecho, según el Informe de Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial, la desinformación es el mayor riesgo global para los próximos dos años. El informe destaca que la desinformación es una preocupación particular en los procesos electorales, ya que podría socavar la legitimidad de los resultados y minar la confianza en la democracia.

La información errónea, por otra parte, indicó Geysha González, es aquella que se comparte sin un fin específico o dolo, como, por ejemplo, aquellas personas que desconocen de un tema y comienzan a compartirlo, reproducirlo sin saber de dónde viene, si es real o no.

Ambos fenómenos, puntualizó la especialista, han ido en aumento especialmente en los últimos 10 años, de la mano del creciente interés en las redes sociales, que hacen sentir a la persona que puede informarse más rápido, aunque esta premura en ocasiones deriva en que no se revise o se constate lo que se consume.

Premura por la inmediatez, anzuelo de la desinformación

Geysha González, directora de Operaciones del Centro de Análisis Político Europeo (CEPA), invitada a Guadalajara para hablar sobre desinformación e información falsa por la Embajada de Estados Unidos de Guadalajara, señaló que la información errónea o manipulada se reproduce rápidamente debido a que las personas tienen una atracción natural por el escándalo, además de una adicción a la atención, a la viralidad y a la información rápida.

“Las mentiras y los rumores siempre han ido a la par de nuestra historia. Desde que pudimos formar palabras y pensamientos, los humanos han podido mentir. Y más que nada, nos encanta el escándalo, es por eso por lo que las mentiras son tan atractivas. Esto no es nuevo, lo que es nuevo es que ahora tenemos tantas redes sociales que nos dan acceso a tanta información, tantas noticias, tantos comentarios, tantos likes que estamos como en una era de adicción a la atención, y también adicción a la información”, señaló la especialista.

Quieren informarse en poco tiempo

También influye el hecho de que las personas hoy día quieren estar “informadas” en poco tiempo, por lo que, ante la falta de una verificación de hechos por la premura, el primer concepto que se queda en ellas podría ser erróneo en caso de tratarse de una desinformación o malinformación.

El mantenerse activo en redes sociales, clicando información que alimente las preferencias, o aprobando “términos y condiciones” que realmente no se leen, refirió, también incide en los procesos de reproducción de estos “males informativos”, puesto que la desinformación o información errónea se produce a partir de los intereses de las personas en Internet, y que es generalmente llamado “cookies”.

“Sólo por poner un ejemplo: tú puedes ser una persona en edad de votar, de cierta religión y gustarte Beyoncé, y si este patrón se repite se generará información que podría decir ‘Beyoncé asegura que votará por Donald Trump por su religión’. Esto podría llegarte a tus redes y si no lo verificas, pensarás que es cierto, y entonces probablemente también votarías por Donald Trump porque te identificas con Beyoncé”, explicó la especialista.

Ante todo ello, dijo, es necesario que la ciudadanía conozca e identifique la producción de este tipo de “malinformaciones” para que, antes de clicar o recompartir cualquier contenido o enlace, identifique el fin que tiene tal información.

Dijo que la información debe leerse y verificarse antes de compartirse, pues al reproducir información que ni siquiera se ha revisado previamente se corre el riesgo de seguir compartiendo información falsa o errónea, y con ello se amplíe la cadena de desinformación o malinformación.

Entre las recomendaciones generales, añadió la especialista, se encuentran el verificar que la plataforma, red social o cualquiera que sea el canal por el que se comparta sea oficial o confiable, preferentemente que no sea de reciente creación, y que se haya verificado que no está supliendo la identidad de alguien más, y por supuesto, de ser posible, verificar lo que se haya leído o escuchado en al menos otras dos fuentes distintas “de confianza”, considerando, por supuesto, a los medios de comunicación bien instituidos y de renombre.

CT

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