
Esta es la explicación científica de la llama eterna en una cascada de Nueva York
La llama eterna de Chestnut Ridge está ubicada bajo una cascada de 10 metros de altura
En el Parque Estatal Chestnut Ridge, cerca de la ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York, se esconde uno de los fenómenos naturales más curiosos y fotogénicos de Estados Unidos: la llama eterna. Ubicada dentro de una pequeña cueva detrás de una cascada, esta llama parece desafiar la lógica al mantenerse encendida a pesar de la constante caída de agua sobre ella. ¿Magia? No. Ciencia.
De acuerdo con el geólogo Giuseppe Etiope, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología en Roma, Italia, se estima que de estos fenómenos naturales hay "probablemente menos de 50" y generalmente se encuentran cerca de los campos de petróleo.
Etiope señala que estas llamas eternas se han visto en países como Estados Unidos, Rumania, Italia, Turquía, Irak, Azerbaiyán, Taiwán, China, India y Australia.
¿Por qué sigue viva la llama de la cascada?
La llama eterna de Chestnut Ridge, ubicada bajo una cascada de 10 metros de altura, es alimentada por una fuente natural de gas que emana desde una roca subterránea. Esta curiosa flama, cuya altura varía entre ocho y veinte centímetros según el clima y la época del año, destaca por su singular belleza.
La filtración se produce cuando gases naturales inflamables como el metano, etano y propano, presentes en yacimientos subterráneos a presión, ascienden a la superficie a través de grietas o perforaciones en las formaciones rocosas.
En ciertas condiciones particulares, cuando el gas que emerge a la superficie contiene una concentración elevada de metano, puede encenderse por sí solo, señala Etiope. "Es como una señal que indica: ‘aquí hay una fuerte emisión’", explica.
Gracias a un flujo constante de gas, algunas de estas llamas pueden mantenerse encendidas durante miles de años. "De ahí proviene el término ‘llama eterna’", añade.
Aunque algunas de estas llamas han permanecido encendidas durante miles de años, no son inextinguibles.
En ciertos casos, la lluvia puede sofocar el fuego; sin embargo, si la filtración de gas es intensa y las condiciones del terreno lo permiten, las llamas pueden reavivarse por sí solas, explica Etiope.
Con el tiempo, la erosión natural provocará el retroceso de la cascada, lo que terminará por extinguir la llama, al quedar expuesta y perder la protección de su cavidad, "la llama se apagará con regularidad, aunque el gas siga fluyendo", concluye.
YC