Un paseo rumbo al paraíso
Ladies Raiders es un motoclub forjado por mujeres apasionadas con la vida y la velocidad; sin embargo, queda en el camino y en el recuerdo la sonrisa de una de sus integrantes
Cuando este trabajo comenzó a planearse, diversos motivos retrasaron su construcción: las agendas complicadas, los horarios y la imposibilidad de cuadrar una fecha, la lluvia y el riesgo que implica para un motociclista circular con pavimento mojado fueron sólo algunos de ellos. Fue hasta el pasado sábado 10 de febrero, que la reportera y el equipo de fotografía y video de esta casa editorial lograron entrevistar a las integrantes de LadiesRaiders; entre ellas, Karina Guadalupe Zúñiga León, Ingrid para sus amigas, entusiasta de las motocicletas de alto cilindraje.
Y como el destino no tiene palabra de honor y la vida no es otra cosa que una herida que cicatriza con la muerte, esa misma noche Ingrid fue atropellada por un tráiler de doble remolque en el cruce de Lázaro Cárdenas y Matamoros, mientras se dirigía a su casa, para encontrarse con su bebé. Perdió la vida. Hoy sus familiares y amigos la despiden con una misa en el Templo del Expiatorio, a las 10:30 horas.
Sirva este trabajo como un homenaje posterior a la mujer risueña y emprendedora que conocimos durante la realización de la entrevista; la mujer feliz por rodar con sus compañeras y preocupada por esparcir el mensaje de que las motocicletas no son peligrosas por sí mismas, sino por la falta de cultura vial que persiste en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Homenaje póstumo a la mamá, la profesionista y la mujer llena de adrenalina que surcaba la ciudad a bordo de una Kawasaki negra.
Adrenalina rosa
Si usted es de las personas que piensa que las motocicletas de alto cilindraje son exclusivas de los hombres rudos es porque no ha puesto suficiente atención en las calles de la ciudad.
Quizá, en alguna ocasión compartió carril con Laura o Cristina, mujeres que en su rutina diaria se trasladan a bordo de motocicletas de alto cilindraje, y que desde hace un par de años se han empeñado en demostrar que el motociclismo también es una pasión arraigada en el sector femenino.
Si se detiene un poco y presta más atención al motociclista que va delante o a un costado, quizá se de cuenta que los cascos no son iguales a los comunes: podrá ver que el de Ana o Yoha se mezclan con algunos tonos rosas, o están decorados con algún moño o una trenza multicolor.
“Somos el primer club en motocicletas deportivas, hay muchas otras mujeres que manejan motos tipo chopper, pero nosotras somos el primero en concepto deportivo y estamos afiliadas a Motoclubes Unidos Jalisco. Con los hombres nunca falta el piropo, lindo o el lépero, sí nos ha costado un poco de trabajo que nos tomen en serio”.
Si las ha visto, sepa entonces que ellas forman parte de Ladies Raiders, un club de motociclismo de Guadalajara integrado por 18 mujeres que desde hace tres años formalizaron su pasión por las motos y, para sorpresa de la mayoría, son verdaderas maestras en el manejo de altos cilindrajes, que se podrían pensar son imposibles para una mujer de un metro 50 centímetros de estatura y pequeñas manos; sin embargo son capaces de coordinar a la perfección el freno y el acelerador.
“Todo empezó como un club de chicas, empezamos solo dos o tres y fue creciendo y haciendo muy en serio hasta que nos registramos como motoclub”, explica Mayra, vice presidenta del colectivo. A la par por su pasión por las motocicletas, estas mujeres no detienen sus labores como jefas de familia y profesionistas: Ana Laura Martínez (maestra de preescolar), Sara (ingeniera), Ana Ramírez (vendedora), Cristy Castellanos (contadora), Andrea Ramírez (ama de casa), Irigoyen (servidora pública), Atziri Aguilar (Auxiliar administrativa), Cristi (ama de casa y maestra de baile), Yoha Alemán (casino) y Mayra (redes sociales).
“Cada quien ya tenía su motocicleta y a través de Facebook nos conocimos, alguien nos decía que tenía una amiga en moto y así se iban agregando y ahora esto ya es una amistad”, explica Mayra al señalar que su gusto por las motos es una pasión compartida con su esposo.
“Él me llevaba todos los viernes a su club y dije que quería mi propia moto. Cuando le dije a mi mamá que me compraría mi moto, me dijo que a la primera caída la vendería y hasta ahora no ha pasado, soy la más chica de la familia”, señala Mayra.
YR