Tula, redención norteña
Tamaulipas presume uno de los Pueblos Mágicos con mayor riqueza cultural y natural que podrás encontrar en el Norte de nuestro país
Por el amor a la aventura. Por el puro gusto de no quedarse en casa mirando el mismo escenario y los mismos rincones. Porque hoy domingo, como cualquier otro día, vale la pena vivirlo al máximo. Por todo lo anterior y lo que se suma con cada latido, vale la pena descubrir el encanto de Tula, Tamaulipas.
Es verdad que en la mente de muchos al mencionar Tula, la ubicación que viene a nuestras mentes se encuentra en Hidalgo. Pero un poco más al Norte de nuestro país se encuentra una ciudad fascinante, donde la historia, los sabores y la gente motivan a explorar.
Camina por sus calles y respira profundo. Tula, Tamaulipas, es una ciudad donde la historia flota en el viento. Fue fundada el 22 de julio de 1617 por el fraile español Juan Bautista de Mollinedo. Su antigüedad la convierte en una de las más antiguas del Estado y cabecera del municipio del mismo nombre.
Enclavada justo en la frontera con San Luis Potosí, Tula nació como un destacado cruce de caminos. Se encuentra a 145 kilómetros de Ciudad Victoria, la capital estatal, y a 195 de la capital potosina.
Las calles empedradas de su Centro histórico la distinguen de otras urbes. ¿Cómo podía ser de otra forma? Fue la capital de Tamaulipas entre 1846 y 1847, cuando nuestra nación luchaba contra la invasión estadounidense. Destacaría luego en la guerra contra los franceses, para conocer, finalmente, el esplendor durante el Porfiriato al volverse un punto clave a nivel económico.
A principios del siglo XX, la ciudad volvió a los primeros planos gracias a su participación en la Revolución Mexicana. El general Alberto Carrera Torres brilló por su intervención en la conflagración y porque fue uno de los encargados en popularizar la cuera, un atuendo típico del Estado.
Tula, Pueblo Mágico desde 2011, recibe a los visitantes con un clima delicioso durante estos días. De templado a caluroso (y vaya que en el Norte saben de calor), entre mayo y septiembre el Astro Rey acaricia con fuerza la ciudad. No es una urbe en la que llueva mucho, pero cuando lo hace, se deja sentir con potencia. Toma lo anterior en cuenta si decides visitarla.
La llegada
Desde Guadalajara la mejor forma de viajar a Tula es en avión. Toma un vuelo a Ciudad Victoria, y desde allí, puedes transportarte rentando un automóvil. También puedes completar el viaje en carro desde nuestra ciudad, pero como siempre, verifica el estado de tu automotor antes de salir a la aventura.
Pasos sobre la historia
Una persona y una ciudad se conocen bien cuando se explora su corazón con detenimiento. Aquí no aplica la prisa y no hay urgencia por nada. El Centro de Tula es una colección de edificios históricos que esperan ser descubiertos con absoluta parsimonia.
Un buen rincón para comenzar es la Plaza de Armas, con su kiosco, digno exponente de la época porfirista. Cerca y siempre presentes en la historia de la ciudad se encuentran la iglesia de San Antonio de Padua, la Capilla del Rosario y la Escuela Minerva. Todas con historia, todas perfectamente conservadas y parte integral de la historia que ha ido tejiendo la ciudad a lo largo de cuatro siglos.
Antes de seguir explorando sus calles con aire colonial vale la pena hacer una pausa para decir que Tula presume de un sitio arqueológico asombroso. A 8 kilómetros de la ciudad se encuentra Tammapul, donde se encuentra una pirámide llamada El Cuizillo. ¿Lo curioso? Su forma cilíndrica en tres niveles, algo rara vez visto en el Centro del país. Se cree que es obra de la civilización huasteca y se levantó entre los años 600 y 900. La construcción, todavía hoy, plantea más preguntas que respuestas.
Momento de los sabores
La cocina de Tamaulipas en general y de Tula en particular brilla por la riqueza e intensidad de sus sabores. Pero es cierto también que aquí encontramos uno de los postres más exquisitos de la gastronomía mexicana: La nieve de nopal, mezquite, flor de buganvilia, garambullo, biznaga y cardón. También hay de dátil, chirimoya y mora, entre otros.
Todos los sabores forman parte del semi desierto tamaulipeco y se han vuelto populares, tanto a nivel local como continental.