Pasión tricolor
Plagada de leyendas, símbolos y transformaciones, la Bandera Mexicana tiene una de las historias más fascinantes para contarle a todo viajero que desee investigarla
Tres colores y mil significados. Todo lo que vemos hoy, tiene un porqué sembrado en el pasado. Así sucede con la Bandera Mexicana, emblema patrio que guarda en sus colores y símbolos una rica historia, esa que sintetiza la fusión de cientos de culturas que en su conjunto, le han dado forma a nuestro país.
Al adentrarnos en las raíces del lábaro patrio, nos encontramos con un intrincado laberinto de historias que buscan explicar el significado de los colores que se usan en la insignia. ¿Por qué la elección del verde, blanco y rojo? ¿De dónde viene la idea de usar el águila?
Primero los colores. Quizás en la escuela escuchamos que el blanco se refería a la religión, el verde a la Independencia de España y el rojo a la unión entre europeos y americanos. Lo cierto es que ya durante la Guerra de Independencia, varias partidas de insurgentes usaban estandartes con los tres colores de la futura bandera mexicana, sin olvidar que el Ejército Trigarante marchó triunfal bajo el lábaro teñido de verde, blanco y rojo.
El águila mexicana y la serpiente son elementos de origen prehispánico. Los mexicas cuentan que vagaron por Mesoamérica buscando dónde establecerse, encontraron a un águila devorando a una serpiente parada sobre un nopal. Esa escena era la señal para fundar una ciudad donde quiera que la fueran a encontrar, aun si eso significó levantar una urbe a la mitad de un lago. El resto es historia, pero la leyenda quedó sembrada en el imaginario popular de aquel pueblo orgulloso, misma que se heredó a los mexicanos.
Ese símbolo pasó a representar no solo la construcción de una nación, sino la creación de un hogar común. Un espacio en el que los mexicas entonces y los mexicanos ahora, se encontrarían en casa.
Un emblema cambiante
A lo largo del siglo XIX la bandera sufrió varias modificaciones, reflejo de la turbulenta vida que enfrentaba nuestra joven nación. Durante el Primer Imperio de Iturbide el águila tuvo corona y una de sus patas levantadas.
Tras la caída de ese régimen y la llegada de los Republicanos, en 1823, el águila perdió la corona pero a cambio llegó la serpiente. Cuando gobernaban los conservadores, el águila miraba a la derecha y cuando lo hacían los liberales lo hacían a la izquierda.
Con la llegada del Segundo Imperio, el águila recuperó la corona y el nopal sobresalía de un promontorio rocoso rodeado de agua. Está de más decir que con la caída de Maximiliano, este lábaro terminó en el olvido.
La llegada del Porfiriato y la Revolución Mexicana trajeron cambios menores a la insignia nacional. La última modificación que se le hizo al lábaro fue en 1968, cuando el ilustrador y muralista mexicano Francisco Eppens Helguera rediseñó el escudo nacional y le agregó diversos elementos prehispánicos, como que el agua ahora es representada con un glifo náhuatl (que significa lago), caracoles, joyas y las tunas rojas en el nopal.
En estos días, el ambiente patrio se respira y disfruta en las calles de nuestra ciudad, quizás sea una buena idea detenernos a reflexionar. Quizás acercarnos al vendedor de banderitas que suele pasear a paso lento pero feliz por el Corazón de Guadalajara y maravillarte con la larga historia que ha vivido el emblema nacional, con sus tres colores y mil significados.
CURIOSIDAD
La versión de la bandera de México del siglo XIX aparece en el escudo del Estado de Texas, que perteneció a nuestro país a principios de aquel siglo.
En su sello, los texanos muestran las banderas que han ondeado en su territorio: Americana, confederada, independiente, francesa, española y mexicana.