Los laberintos del voto útil
¿El voto anti-AMLO alcanzará para detener la marcha, hasta ahora sólida, del tabasqueño?
Desde el debate, comenzó una especie de segunda vuelta. El PRI está tan “muerto” que tuvo que cambiar de dirigente nacional a menos de dos meses de la elección. Los independientes son mero folclor, y las encuestas marcan como el votante indeciso adelgaza vertiginosamente. La carrera es de dos y el próximo inquilino de Los Pinos se apellidará López o Anaya.
Ante esta realidad, el concepto de “voto útil” ha irrumpido con fuerza en la campaña presidencial. ¿Es posible que exista un movimiento de intención de voto tan pronunciado que le permita a Anaya superar a López Obrador? ¿Qué tan importante será el votante indeciso para la definición de la contienda presidencial?
Primero, los números. Esta semana aparecieron dos estudios demoscópicos elaborados por encuestadoras de prestigio. Reforma le concede a López Obrador una ventaja de 18 puntos sobre el candidato del Frente. Sin embargo, Anaya sube cuatro puntos en intención de voto tras el debate-AMLO se mantiene en 48%. También apareció la encuesta de Parametría: 14 puntos de ventaja del tabasqueño sobre el queretano (39 a 25%). En el agregado de encuestas que publica el portal Oraculus, López Obrador supera por 16% a Anaya; lo que significa unos 9 millones de votos entre uno y otro.
Empero, lo interesante está en otro lado. El frente a frente que publican algunas encuestas. Es decir, si sólo hubiera dos candidatos: ¿por quién sufragaría? En comicios pasados, este indicador ponía contra la pared a López Obrador. De acuerdo con Reforma, AMLO superaría a Anaya por 15 puntos, en este escenario.
La ventaja se redujo tres puntos, pero todavía el panista no logra jalar el voto del PRI y tampoco seduce al indeciso. Y es que, de acuerdo con Reforma, una especie de segunda vuelta deja a AMLO en las mismas condiciones electorales -lo que indica que alcanzó su techo con el 48%- y le da tres puntos a Anaya. Incluso, si analizamos la encuesta de Consulta Mitofsky, nos percataremos que los votantes de Meade se dividirían en dos en un escenario de voto útil-o voto estratégico como se dice correctamente.
Otro dato significativo es el indeciso en la encuesta o aquél que no manifiesta “preferencia”. La magnitud de este segmento cambia por encuesta, pero oscila entre el 16% y 25%. Es difícil saber si este porcentaje de electores saldrá a votar o son abstencionistas. El llamado “voto útil” es el fenómeno electoral en donde un grupo de ciudadanos cambia su primera opción política para evitar que un candidato determinado gane los comicios. En términos generales, el voto útil o voto estratégico se activa a favor del segundo lugar y perjudica a quien encabeza las preferencias electorales. En un sistema tripartidista como el mexicano, siempre hay activación del voto útil: en 2000 favoreció a Fox; en 2006, a Calderón, y en 2012, a López Obrador. La pregunta es: ¿De qué tamaño será el movimiento de electores de las opciones abiertamente perdedoras al segundo lugar-Anaya?
En este escenario, hay dos buenas noticias para los que quieren a López Obrador de Presidente y dos noticias esperanzadoras para los que quieren evitar que el tabasqueño alcance Los Pinos. Comenzamos por las segundas.
López Obrador ha llevado sus negativos al mínimo en una década, pero sigue habiendo un segmento nada despreciable de electores que no lo quieren ver ni en pintura. Por ejemplo, Demotecnia-De Las Heras preguntó luego del debate: ¿Quién cree que puede ser el mejor y el peor presidente de los candidatos? La respuesta es clara: López Obrador en ambas. El dato ilustra la polarización que sigue generando el ex jefe de Gobierno. Y en la Encuesta de Reforma, muchos electores (32%) consideran que puede “desestabilizar” al país y creen que es el candidato más proclive para pactar con el narco. Esto significa que, a pesar de reducir muchos de sus negativos, López Obrador sigue desconcertando a una parte de los votantes.
De la misma forma, quedan dos debates presidenciales y, podemos ver en las encuestas, que el primer ejercicio supuso el primer revés para la campaña de López Obrador. Ninguna encuesta, seria, lo dio como ganador. Y no sólo eso, López Obrador perdió el control de la agenda pública, teniendo que desperdiciar mucho tiempo en explicar una amnistía-que le sigue sin hacer sentido a muchos mexicanos de acuerdo con una encuesta de El Financiero- y eso tuvo impacto en las preferencias electorales.
No es poco, Anaya le recortó cuatro puntos al Peje en 10 días. Por lo tanto, López Obrador no se puede dar el lujo de caer derrotado en los dos ejercicios restantes, no sólo por el impacto directo con quien ve el ejercicio, sino sobre todo por la capacidad o no para marcar la agenda en las últimas semanas de la elección. La agenda y la información son dos incentivos poderosísimos que activan el voto estratégico.
Las dos buenas noticias para López Obrador. El miedo, el vehículo que sacudió la elección de 2006, ya no está presente como antes. Como decía, sigue habiendo una parte de la población que ve con malos ojos una presidencia del tabasqueño, pero hoy en día, López Obrador tiene menos negativos que Anaya y menos negativos que Meade. Incluso, ante la frase: quién es un peligro para México, hay más ciudadanos que ponen a Meade en esa clasificación, que a AMLO. Es decir, no existe una gran cantidad de votantes priistas que consideren a López Obrador un peligro, y tampoco el indeciso responde a variables anti-AMLO (lo que sí sucedió en 2006).
Y la segunda buena noticia para AMLO: no parece haber un efecto de abandono a la candidatura de AMLO en estados que tradicionalmente significaban el Waterloo del candidato de izquierda. Sorprendentemente, López Obrador ha logrado figurar en El Bajío y en el Norte. En 2006, López Obrador sucumbió en Estados como Jalisco, Nuevo León, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Puebla, Aguascalientes, Chihuahua o Tamaulipas, en donde quedó abajo por 3.5 millones de votos (una cuarta parte de esa diferencia se gestó en Jalisco). Las encuestas también nos dicen eso: López Obrador ha logrado remontar en Estados duros de Anaya. Por lo tanto, el efecto del voto útil es mucho menor. Es decir, en un frente a frente, nada asegura que Anaya rentabilice ni siquiera sus supuestos estados bastiones.
DR