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La magia del reciclaje

Al reciclar generamos una dinámica positiva pues reducimos la cantidad de basura que producimos

Son muchos los beneficios de reciclar, una actividad que podemos hacer día a día estando en casa.

Todos los residuos orgánicos generados en la cocina son fáciles de reutilizar en el hogar, por ejemplo, creando composta. 

Así generamos una dinámica positiva: por un lado reducimos la cantidad de basura que producimos, al mismo tiempo que elimina malos olores en el bote; por otro lado, las plantas del hogar agradecerán el alimento natural que depositaremos en su tierra.

La manera en que hacemos la composta puede variar según las condiciones del hogar: No es lo mismo tener un amplio jardín con múltiples macetas a vivir en un departamento con poco espacio para plantas. En cualquier caso, todo empieza cuando preparamos un platillo o pelamos una fruta. 

Los desechos naturales deben depositarse en un recipiente especial: puede ser un bote pequeño (no debe acumularse mucho antes de moverlo al compostero).

Una recomendación que muchos pasan por alto pero que conlleva un mejor proceso es cortar los residuos: en cuanto terminamos de comer la manzana o pelamos el plátano podemos cortar la “basura” que queda en trozos más pequeños. En realidad, esta llamada “basura” no lo es, pues muy pronto se convertirá en tierra llena de nutrientes para las plantas: la lista de objetos compostables es extensa, como cáscaras de huevo, bolsas de té, huesos de aguacate, semillas, todo tipo de cáscaras y un largo etcétera. Al cortar los desechos facilitamos que se descomponga en un tiempo más breve.

Cuando nuestro recipiente en la cocina ya tiene cierta cantidad de futura composta es momento de llevarla “a la tierra”. Es allí donde entran las diferentes variantes de realizar la composta. Algo cada vez más frecuente son los composteros, grandes recipientes que se comercializan con ese fin. Pero incluso una maceta (de buen tamaño) dedicada para este fin puede servir de manera similar. Si no tenemos espacio o macetas, en Guadalajara cada vez hay más espacios comunitarios que cuentan con un compostero (por ejemplo, en Federalismo y Francisco Zarco): allí podemos ir a depositar los desechos orgánicos de la cocina.

Los ingredientes para comenzar la preparación son una base de tierra u hojarasca, sobre la que se colocarán los residuos. Esta primera capa debe ser voluminosa (en una maceta mediana pueden ser entre 5 y 10 cm aproximadamente), para que la materia orgánica que coloquemos pueda asentarse bien. Una vez que vertimos los desechos tenemos que colocar más tierra, para entremezclarla (allí es necesario una pala de jardinero). Sobre esta mezcla se debe colocar otra capa de tierra u hojarasca para tapar la composta y evitar que se acerquen insectos o animales en busca de alimento. Si tenemos un perro o gato en casa hay que dejarla fuera de su alcance. El proceso se repite: la segunda carga ya cuenta con la base previa, por lo que solo hay que colocar los desechos y más tierra.

Con el paso del tiempo, la primera capa de residuos se habrá descompuesto por completo y será tierra fértil para las plantas. Hay herramientas que facilitan el proceso, como las llamadas lombrices composteras que aceleran la descomposición. Ya que la capa inferior es la que está lista, un método para utilizarla y continuar con la composta es tener otro recipiente de igual tamaño: allí vamos pasando las capas superiores hasta que llegamos al fondo: esa tierra nueva la podemos dividir y poner en otras macetas.

TIP

Otra variante, si no contamos con macetas vacías para empezar un compostero, es reducir al máximo los desechos orgánicos de la cocina y dividirlos en pequeñas porciones, mismas que debemos enterrarlas en las macetas que ya tenemos con plantas. Para hacerlo es necesario remover un poco la tierra (de preferencia en los extremos, para no tocar las raíces) y poner la mezcla para después taparla con la tierra.

JL

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