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Guadalajara en un llano

• NOSTALGIA DE LAS BUENAS COSTUMBRES

Doña Paz Gortázar festejando con amigas a su hija Marce.
Dora Señkowski, quien recientemente acudió a su encuentro con el Altísimo.
Cuquis Castellanos.
Esthelita Aceves.
Martha Corvera.

“Acompañar con calidez, orientar con humildad, compartir con generosidad y crecer con responsabilidad es santificar todas las ocupaciones”.

Me encanta hablar de nostalgias, esa mezcla de sentimientos ante el recuerdo de lo ausente con vivencias difusas, y el posible anhelo del retorno del ayer.

Recordar  los tiempos que me tocó vivir y de aquellos atrás que me contaban y no conocí, esos tiempos en que yo era niña -cuando las niñas eran mujercitas y los niños hombrecitos-, me apasionaba escuchar de las mujeres que con inteligencia y/o belleza inspiraban con la mirada de tímida seducción, relatos llenos de romanticismo y misterio.

Mujeres bellas de discreto recato y coquetería, fuente de inspiración para pintores, poetas y los compositores de bella música y palabras de amor como las de Agustín Lara… “Mujer divina, tienes en el ritmo de tu ser, todo el palpitar de una canción, eres la razón de mi existir, mujer”.

Mujeres enamoradas, objeto de respeto y admiración que esperaban ser conquistadas por el hombre con quien se deseaba pasar el resto de sus vidas… nada en aquellos tiempos era desechable.

Fui de las últimas generaciones en crecer bajo una estricta educación que nos formaba para saber comportarnos con respeto hacia cualquier persona mayor que nosotros.

El manual “La urbanidad de Carreño” escrito por Manuel Antonio Carreño en la España de 1853, con reglas para la construcción del ciudadano ideal, señala la forma de comportarse correctamente en familia y en la sociedad.

Esta obra durante mucho tiempo fue declarada como libro de texto para las escuelas públicas y privadas en diferentes países de habla hispana.  

Hoy día, muchas generaciones se han desprendido de las “costumbres acartonadas” de las enseñanzas de los padres, mucho tiene que ver el uso de las redes sociales en que se sumergen, donde la vulgaridad aflora y pareciera estar de moda.

Las costumbres son componentes de la cultura que se transmite de generación en generación, no se necesita edad para saberse comportar, es la inteligencia que viene relacionada con la adaptación de la persona a la sociedad.

En estos tiempos líquidos en los que las palabras parecen llevárselas el viento, vivimos en un mundo competitivo donde es absolutamente necesario tener los ingredientes básicos de consideración, responsabilidad y respeto para una imagen de convivencia y urbanidad.

En mis nostalgias añoro reencontrarme con el México de ayer, aquel de mi infancia y adolescencia que me permitía ser, y sentirme libre y segura.

**  Nuestra columna se engalana con mujeres educadas en saber desarrollar su potencial con dedicación y esfuerzo en sus diferentes habilidades, con los modales de una buena formación de mediados del siglo XX. 

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