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Extraños seres mexicanos

El famoso acuario "Parque Explora" de Colombia esconde a un maravilloso anfibio proveniente de las lagunas del altiplano mexicano

No tenía la menor idea que tan insólitos seres existieran en nuestro planeta, y menos de que fueran paisanos nuestros. Y aunque sí había oído hablar de un tal pejelagarto oriundo de los pantanos de Tabasco, que promete mil demencias imposibles de cumplir, este animal del que les quiero platicar es un espécimen acuático que, además de ser diferente y fuera de serie, es muy bello y singular.

En esta ocasión, al estar viajando por el bello país sudamericano de Colombia, tuvimos la suerte de visitar la hermosa y ejemplar ciudad de Medellín; y en el momento en que el impecable autobús turístico hizo una de sus paradas de rigor, decidimos bajarnos en uno de los andadores del monumental “Parque Explora” donde se encuentra el famoso acuario de la ciudad. En aquel agobiante calor veraniego, a media plaza, unos niños en calzoncillos gozaban corriendo entre los chorros bailadores que de imprevisto surgían del piso, para gozo de ellos y de los fotógrafos que tratábamos de captar alguna imagen que fuera gloriosamente alegre, como de hecho estaba siendo aquella refrescante y candorosa escena infantil.

Ya dentro del acuario, impresionados con los magníficos ejemplares acuáticos y anfibios que admirablemente ahí conservan; como puede ser la diminuta y venenosísima “ranita dardo dorada” (Philobates terribilis), considerada como uno de los animales más venenosos que existen; se dice que con la poderosa toxina de su piel -que sigue siendo usada por las tribus emberá de las selvas colombianas- podría matar a unos 10 hombres a la vez; o las enormes anacondas (Eunectes murinus), con su poder constrictor con el que envuelven a su presa hasta asfixiarla; o las terribles pirañas (Serrasalmus aureus)… cuando sorpresivamente nos encontramos, cara a cara, detrás de una vitrina, con unos insólitos seres anfibios, mezcla de pez y salamandra que exhibían sus branquias respiratorias color de rosa fuera de su cuerpo amarillento, desplazándose lentamente con una carita sonriente, como si hubieran salido de algún cuento de hadas.

Cual sería nuestra sorpresa cuando, al examinar la cédula correspondiente al tan sui generis espécimen, leímos: Axolote mexicano” (Ambystomamexicanum). Anfibio proveniente de las lagunas del altiplano mexicano. Solamente localizable en el Lago de Texcoco o en algunos vasos lacustres de Puebla en  México.

En grave peligro de extinción”. -¡Guau…! dijimos- Mira nomás donde venimos a conocer a este encantador y exótico paisano nuestro del que muy pocos sabemos su existencia. Habré de platicarles de él, pensé.

Su nombre “Axolotl” (Ajolote) viene del náhuatl “Xolotl”, monstruo, y “Atl”, agua: “Monstruo del Agua”, traducción que nada favorece a estos animalitos tan bellos, exóticos y delicados que parecen de juguete.
¡Su único hábitat es el lago de Xochimilco! y su existencia está en grave peligro de extinción, tanto por la contaminación de los desechos de las ciudades, como por la introducción de voraces especies extrañas como carpas o tilapias; o por su captura indiscriminada para ofrecerlos como manjar exótico, o para para usar su extracto como elixir medicinal (¿?). Ciertamente nos alarmamos.

Ahora se está tratando de motivar a los acuaristas del mundo entero, para que cada quien conserve al menos una pareja, y procuren su reproducción que parece ser relativamente sencilla, dada la docilidad que les caracteriza, y que su longevidad promedio es de 15 años.

Estos bellos animalitos, desde luego que no son aquellos pequeñitos Tepocates que veíamos en los charcos lodosos de tiempo de aguas, que de chiquillos capturábamos antes de que se convirtieran en sapos. No, estos son unos extraños seres parientes lejanos de las salamandras que miden entre 15 y 30 centímetros, y es rarísimo que no sufran la metamorfosis de aquellos pequeños con los que nos divertíamos. Curiosamente estos, aún después de haberse hecho adultos, siguen conservando sus características larvales juveniles (“neotenia”), conservando su aleta dorsal y cola, y sus branquias siguen siendo externas sobresaliendo de su cabeza como adorno de plumas. Un par de manitas con solo cuatro dedos, y dos patitas traseras con cinco, son escasamente usadas, porque siempre nadan lentamente o se deslizan perezosamente por el fondo lodoso.

Sus dientes muy rudimentarios los usan para afianzar su comida y no para masticarla; solamente abren su boca y sorben agua, alimento y cuanto exista en derredor, para luego digerirlo lentamente.

Von Humboldt, sorprendido por esas exóticas branquias externas, llevó un par de ellos a París y, aunque estos nunca sufrieron la metamorfosis, y sus crías perdieron las branquias exteriores, desarrollando una especie de pulmones, cosa sumamente extraña en estos seres, al igual que el albinismo, que es el caso de los ejemplares que vemos en esta foto.

¡Otro ejemplo más de nuestro surrealismo mexicano!     

DR

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