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Esclavitudes después de la abolición

Con “México esclavizado”, Francisco Martín Moreno se acerca a un tema olvidado en la Historia nacional

Francisco Martín Moreno vuelve a poner el dedo sobre la llaga histórica con su nueva novela, “México esclavizado” (editado por Planeta). Con una trama que entrecruza la búsqueda de la justicia social con el amorío entre dos de sus personajes, este libro pone sobre la mesa un tema olvidado dentro de la Historia nacional: la esclavitud durante la dictadura de Porfirio Díaz.  

El autor platicó en entrevista sobre sus motivaciones para abordar este tema: “Cuando estaba terminando mi libro México engañado (sobre lo que no dice el libro de texto gratuito), encontré varios huecos que no han sido debidamente abordado en la historia. Uno de esos capítulos es justo la historia negra de la esclavitud durante la dictadura porfirista. Empecé a investigar, entre tantísimos libros (hay cerca de 12 páginas de bibliografía en la novela). De los textos más conocidos está La rebelión de los colgados de Bruno Traven: cómo en las fincas madereras colgaban a los peones que no cortaban la cantidad comprometida de madera, con una sustancia en las manos para llamar mucho a los insectos y alacranes. Se escuchaban los gritos de horror de los campesinos que no habían cumplido con la cuota. O el México bárbaro, también confirma lo que acontecía en las fincas henequeneras yucatecas. Es un horror encontrar esa realidad de las tiendas de raya, sobre todo en Yucatán. Era imposible que salieran de la finca si no pagaban su deuda. Era la condición para recibir la carta de liberación, pero era imposible: pagaban con una ficha, no con efectivo. La ficha valía 10, pero los consumos 50. Los otros 40 se quedaban a crédito. Era imposible.

Cuando escapaban y los agarraban los policías, el dinero que le pagaban al policía por haberlo atrapado iba a la deuda, con intereses. Era imposible protestar: muchos hablaban solo maya, no tenían dinero ni podían contratar un abogado”.

La estrategia del idioma se reforzó con la importación de otros trabajadores esclavizados: “Para que no pudieran organizarse traían trabajadores chinos, coreanos, indios yaquies a los que también les quitaban sus tierras. La idea de traerlos era que no se pudieran comunicar y organizarse por no hablar el mismo idioma”.

Una de las razones para que estas atrocidades no hayan tenido mayor eco es la complicidad de los historiadores: “Esto no se ha contado porque muchos historiadores conservadores han evitado el tema. Son los mismos que quisieran regresar los restos de Porfirio Díaz a México.

Está bien si lo hace la familia, pero sin ningún honor político. Yo me opongo con todo a que vuelva al país un tirano que gobernó el país durante más de treinta años, con una gestión que acabó en una revolución que costó un millón de vidas”.

En su momento, el clero también calló: “Otra parte importante es descubrir el papel del clero en Yucatán durante la dictadura y la esclavitud. Cuando iban a pedirle un aumento de sueldo al patrón les decía que era más conveniente que se lo pidieran a Dios. Les decían que era mejor que sufrieran y padecieran en esta tierra por 40 o 50 años, a cambio de tener garantizada la entrada al paraíso”.

Los abusos eran escalonados: “De la misma manera que los campesinos eran explotados por los hacendados, ellos eran explotados por la International Harvester, la compañía que compraba el 90% de la fibra yucateca. Entre ellos también se traicionaban”.

Ojos fuera de México

Dentro de la novela, el autor colocó una visión externa para criticar esas injusticias, con la presencia del personaje Marion, británica que conoce a Olegario mientras estudia en Londres. Francisco detalló sobre esta contraparte: “Era importante ubicar a una persona que tuviera ojos fuera de México. No solo abarca la historia de la esclavitud en México: en el Congo Belga, en las haciendas algodoneras estadounidenses, las azucareras en el Caribe, las cafetaleras en Brasil, todo el concepto de esclavitud en el mundo. Era importante tener un personaje hijo de un gran potentado yucateco, soñador y con ilusiones como la igualdad. Al darse cuenta el padre lo manda a estudiar fuera del país, donde conoce a esta mujer”.

La relación entre Olegario y Marion llega al plano trascendental, con una anécdota sobrenatural que el autor sacó de la realidad: ambos personajes se conocieron siglos atrás, con otras encarnaciones: “Me pasó en Guadalajara, cuando estaba en la FIL en 2016 y llegó una mujer a mi mesa a preguntar si yo era Martín Moreno. Le dije que sí y me dijo que me conoció en 1520 en Alemania, en una marcha luterana. Claro, no podía creer lo que me decía, pero se sentó y me contó cómo nos conocimos en aquella época, que en 1520 yo era mujer y ella hombre. Cuando me contó eso pensé ‘pido la cuenta y ahí te ves…’. Pero pensé que era material exquisito para una novela. Mezclado con eso, insertado en la vida de Marion cuenta también lo que aconteció en esclavitud, pero también tiene con Olegario una relación maravillosa”.

La memoria como patrimonio

En la novela aparece la frase “La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados”: la memoria, quintaesencia de la historia que tanto ha apasionado a Martín Moreno: “La memoria es el patrimonio, el paraíso, nadie nos lo puede quitar. Es tan nuestro como la mirada. La frase me conmueve muchísimo. La memoria en México a veces se olvida, es un país con una memoria muy corta. Se olvida o no se conoce, o cuando se le se conoce se olvida. No podemos tropezar con la misma piedra. Es importante escribir la historia, volverla a escribir. Como lo sucedido con los padres de la independencia yucateca, Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto. Alvarado llegó a Yucatán como gobernador impuesto por Carranza, y cierra todos los prostíbulos, las cantinas, y larga a 90% de los curas, un factor de atraso. Construye una reguladora de adquisiciones del henequén, le quita el control a Olegario Molina y exporta directo a la International Harvester. Acaba con la esclavitud. ¿Y cómo acaba? Lo manda matar a balazos Álvaro Obregón. Después viene Carrillo Puerto, que quería expropiar las henequeneras, y lo manda asesinar también Obregón. Los grandes líderes de México acabaron así: Madero, asesinado, Pino Suárez, Belisario Domínguez, Zapata, Villa… Los grandes constructores de México acaban así”.

Divulgación histórica

La novela histórica ha sido una herramienta para que Francisco Martín Moreno se haya convertido en el divulgador de la historia más reconocido en nuestro país. Siempre con la intención de dar a conocer pasajes poco conocidos, tergiversados por la historia oficial o de plano empolvados en los archivos. Este formato ha resultado más atractivo que la academia: “Si hago un ensayo histórico académico lo leerían un número muy pequeño de especialistas interesados en la historia. Eso no me interesa: me interesa la divulgación masiva de la historia. La divido en tres partes: el ensayo (como México engañado), la novela (como México esclavizado), y el tercer método, a través de una serie de televisión. Busco escribir en términos en los que cualquiera entienda y se enamore de la historia, para querer más al país, y cuidarlo más. La historia de México es muy dolorosa, tenemos que cuidar que estos hechos no se vuelvan a repetir”.
 

JA

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