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El café: un regalo de los árabes

Muchas cosas he aprendido viviendo en Dubái, entre ellas, que fueron los árabes quienes introdujeron el café al mundo

Dubái es una ciudad que va a la vanguardia de todo. Es raro escuchar que haya algo de moda en otra parte del mundo y que no esté en Dubái. Por eso, no sorprende que la tendencia del café de especialidad (llamado así por la atención que se le pone al proceso) ya haya llegado a esta ciudad. Tan sólo basta pasear por Jumeirah Beach Road, una de las avenidas más famosas de Dubái, para darse cuenta del gran número de cafeterías especializadas que se han abierto.

Según los expertos, el surgimiento de estas cafeterías responde a la “tercera ola” del café: la primera fue la disponibilidad del café para la población. La segunda, el crecimiento de la cultura del café. La tercera y actual, la apreciación del café como bebida. Estas tendencias generalmente se reportan como “nuevas” en Dubái, pero si escarbamos en la historia del café, descubriremos que de nuevas no tienen nada. Los árabes han estado tomado café por siglos y de hecho, mucho de la forma en que tomamos esta bebida se la debemos a los árabes.

Todo empezó en Etiopía, cuando un pastor descubrió los efectos del café después de que, por accidente, sus cabras consusmieran estos granos y comenzaran a actuar de forma agitada. Si bien no se tiene registro de cuándo sucedió esta historia, sí se sabe que fueron los mercaderes de Yemen quienes en el Siglo XIII, introdujeron el café en forma de infusión a la Península Arábiga. Y es que, descubrieron que tomándolo como bebida, obtenían energía suficiente para rezar durante la noche y aguantar los largos viajes por el desierto. Esta práctica se propagó por toda la región y no pasó mucho tiempo para que se convirtiera en una estampa distintiva de la hospitalidad árabe.

Ritual. Tomar café significa estar en conexión con una bebida muy importante para la cultura árabe. CORTESÍA / G. Solís

Si uno visita el barrio antiguo de Dubái, Al Fahidi Historical Neighborhood, se encontrará con un museo que la gran mayoría de los turistas, e incluso algunos residentes desconocen: el Museo del Café. Con una colección hermosa de tazas y dallahs (cafeteras árabes), este museo pretende transmitir la fuerte relación que existe entre el café y la cultura de esta región.

Nada más entrar al museo, lo primero que uno se encuentra es un Majils, una sala de estar cubierta por alfombras y cojines de coloridos bordados acomodados en el piso y situados alrededor de una mesa de madera. En ella, una charola con tazas árabes y un dallah con café condimentado con cardamomo y azafrán, listo para servirse.

Esta tradicional sala de estar representa la máxima expresión de la hospitalidad árabe. Literalmente significa “lugar para sentarse”, y ahí solían reunirse los hombres mayores de las tribus para comentar los sucesos del día, compartir historias o tomar decisiones. Todo esto a la vez que tomaban café. Igualmente, era en los Majils en donde se hacían negocios y se cerraban los tratos. Y aún hoy en día, muchas instituciones locales y empresas árabes tienen un Majils dedicado a juntas de negocios. La conversación siempre empieza ofreciendo una taza de café.

Los Majils también se encontraban en las casas de los árabes, cuyas puertas estaban siempre abiertas para recibir y acoger a los peregrinos que cruzaban el desierto. Nunca sabían cuándo iba a llegar algún mercader o algún caminante con rumbo a la Meca pidiendo posada. Y si alguien tocaba a la puerta, se les daba alojamiento y se les recibía con café y dátiles.

Aunque hoy en día ya no se ven caravanas de comerciantes cruzando el desierto en camello y es poco probable que llegue alguien pidiendo posada, beber café es una tradición que sigue viva. En Ramadán, por ejemplo, para romper el ayuno después de todo un día sin tomar líquidos e ingerir comida, lo primero que se toma es café acompañado de un dátil. Y cuando llegas a hospedarte a un hotel o a comer en algún restaurante de comida árabe en Dubái, te reciben siempre con café.

Por eso, cuando uno viaja a Dubái por placer y, sobre todo, por negocios, es muy importante conocer las reglas básicas de etiqueta para no ofender en sus costumbres y tradiciones a los locales. Y una de ellas es la del café; cuando un local te ofrece una taza de café, es una ofensa decir que no y debes tomarla. Si ya no quieres más que una, entonces tomas tu taza y la pones boca abajo sobre la mesa o el tapete. Si quieres que te sirvan más, entonces tomas la taza entre tus dedos y mueves la muñeca de un lado a otro. Ese simple movimiento hará que de inmediato te sirvan otra taza de café.

Todo este ritual alrededor de la hora del café demuestra que para ningún país el café es tan importante como para los países del Golfo. Tan es así, que Emiratos Árabes Unidos tiene un dallah impreso en las monedas de 1 dirham e incluso, algunos trofeos deportivos tienen la forma de dicha cafetera (como el trofeo del torneo de Omega Dubai Desert Classic). Más aún, la UNESCO considera al qahwa (café en árabe) como un patrimonio cultural inmaterial de los Estados Árabes del Golfo, entre otras cosas, debido a la atención que se le pone en su preparación.

Toda la cultura que hoy tenemos alrededor del café y de las cafeterías ha sido construida sobre las bases que los árabes nos dejaron, y pareciera entonces que las tres olas del café nunca han dejado Medio Oriente. Al contrario, han sido ellos quienes las crearon. Así que la siguiente vez que te tomes una taza de café, no se te olvide agradecerle a los árabes.

*Gaby Solís es blogger y asesora de viajes en Dubái.

Instagram: @dunasypalmeras

Facebook: Dunas y Palmeras

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