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Eco de historia en el Puente de Calderón

Uno de los rincones más tranquilos y bellos de nuestro estado esconde una de las tramas más fascinantes de la nación

Ahora reina el silencio. El canturreo de las aves y el paso de las nubes hacen que la zona parezca detenida en el tiempo. Es el Parque Bicentenario Puente de Calderón -en Zapotlanejo, a 37 kilómetros de Guadalajara-, un tesoro natural e histórico donde ahora reina la paz, perfecto para la caminata, pasear con la familia, llevarse un libro y disfrutar del aire puro…pero antes fue muy distinto.

Lanza una mirada. Deja que tus ojos se pierdan entre la vegetación y las estatuas conmemorativas. Permite que tu mente se concentre en el sonido del agua corriendo y el canto de los pájaros. Es silencio y paz. Pero no olvides que en ese mismo suelo, un enero como este, pero de 1811, se llevó a cabo una gran batalla que marcó el rumbo de la Independencia de México.

Fue un 17 de enero de aquel año cuando el gigantesco ejército insurgente, comandado por Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama, se hizo presente en el campo de batalla. Venían de Guadalajara. Las crónicas hablan de casi 100 mil hombres, movidos por el impulso de libertad y aventura. Pobremente armados, con pocas municiones y la vasta mayoría sin preparación alguna como soldados.

Frente a los Insurgentes, el ejército realista, comandado por Félix María Calleja lucía diminuto: 6 mil soldados, eso sí, armas de fuego, artillería y una larga preparación combatiendo las insurrecciones que en todo el país se estaban dando.

No hubo después un ejército tan grande de insurgentes en nuestro país, y la batalla fue una de las más sangrientas de la Independencia. Durante seis horas, hombres dejaron su vida y consagraron el campo con su sangre para lograr la libertad de México. Cuando la suerte parecía sonreír al ejército comandado por el Cura Hidalgo, cuando parecía que iba a bastar con el empuje, una granada del ejército realista cayó en el carro de municiones rebeldes, provocando un gigantesco estallido.

La confusión fue aprovechada por el bando realista, que en pocas horas desarticuló a las fuerzas insurgentes y al día siguiente marchó sobre Guadalajara. La derrota marcó el final la primera fase de la lucha por la Independencia de México. Como lo marca una lápida colocada en el Puente de Calderón: “Aquí el 17 de enero de 1811 la suerte fue adversa al padre de la patria don Miguel Hidalgo y Costilla y al generalísimo don Ignacio Allende”.

No fue el final de la lucha. A ella seguiría la reorganización de los Insurgentes y la aparición de nuevas figuras. Muchos sacrificios, triunfos y derrotas. Vendrían muchos años de larga lucha para consolidar el nacimiento de una nación, que experimentó aquí, en el Puente de Calderón, un bautizo de fuego.

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