México

Hace 80 años nació el volcán Paricutín, desastre natural que se convirtió en espectáculo

Por nueve años el Paricutín tuvo erupciones y enterró en magma a los pueblos de Paricutín y San Juan Paragaricutiro

A las 17:00 horas, aproximadamente, mientras Dionisio Pulido cuidaba a las borregas y visitaba sus propiedades, después de arar surcos en el ejido que más tarde cultivaría, vio cómo la tierra se abrió. A 60 metros de él brotó humo blanco, sintió cómo se estremeció la tierra, salió fuego de entre los maizales y su casa quedó arruinada. Dionisio corrió mientras el volcán Paricutín nacía.

El 20 de febrero de 1943, en Michoacán, el volcán Paricutín emanó. Casi un mes antes el piso ya temblaba, avisando, sin que alguien le hiciera caso, que el volcán estaba a punto de surgir. Nombrado así para ser homónimo del poblado más cercano, a partir de su nacimiento Paricutín se cubrió de fumarolas en serie, erupciones y derrames de lava que invadieron el pueblo hasta 1949.

El día de su origen no reinó la paz, tampoco fue sublime. Fue un desastre natural. La gente corría en pánico para escapar de la lava. El Ayuntamiento pidió evacuar a los habitantes y una nube negra, entre la que surgían llamaradas púrpuras, no dejó al poblado.

Un grupo de mujeres arrodilladas frente a la lava y recibiendo su calor intenso imploraban la misericordia divina rezando y cantando plegarias conmovedoras” de acuerdo con el compilado de geología Ezequiel Ordóñez. Vida y obra.

De acuerdo con los archivos de este geólogo, “en los primeros días de erupción la corriente de lava nacida por su cráter alcanzó velocidades de hasta 2 metros por hora”.

De acuerdo con el vulcanólogo Hugo Delgado Granados, “se sabe que en las primeras 24 horas el volcán se levantó hasta 30 metros, al tercer día ya tenía 60 metros y en el primer mes sumaba 148. En el primer año, contaba con 336 metros de los 424 que tiene actualmente”.

Pronto se convirtió en un espectáculo imponente que atraía a periodistas, escritores, poetas y curiosos que querían conocer al neonato. En octubre ya existía una cascada de lava de 30 metros que se podía ver desde los pueblos cercanos. En las noches se observaba la lava correr y los ríos rojos de 300 metros de longitud y 80 metros de ancho impresionaban a investigadores, geólogos y vulcanólogos.

El pueblo desapareció bajo la lava del volcán, las personas lo abandonaron y solo quedó de pie una columna de la iglesia del Señor de los Milagros, que es ahora uno de los atractivos turísticos emblemáticos del estado.

Un año después la tierra seguía moviéndose. El 10 de enero de 1944 se sintieron dos sismos, uno de seis grados en la escala de Mercalli que se sintió en Ciudad de México y otro de cinco grados. Ese día se abrió un nuevo cráter y tres bocas en el volcán que arrojaron ríos de lava.

Durante seis años la Meseta Purépecha se cubrió de una nube negra llena de ceniza. La lava se extendió más de 18 kilómetros cuadrados. Tres años después, en 1952, una última erupción abrupta fue conocida como “la reactivación del Paricutín”. Este tipo de volcán, llamado monogenético, solamente tiene actividad una vez, por lo que nunca volverá a tener una erupción. Con una altura de 424 metros, hoy cumple 80 años.

El Paricutín, cuya traducción del purépecha quiere decir “lugar al otro lado”, fue llamado el más joven de América; sin embargo, en el año de su explosión final nació en Colima el volcán Bárcena.

Entre los artistas que tomaron de inspiración al Paricutín están Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, pintor y muralista mexicano autodeclarado partero y biógrafo del Paricutín.

José Revueltas hizo una de las crónicas más conocidas de las erupciones de Paricutín Visión del Paricutín. Un sudario negro sobre el paisaje, lo hizo como encargo para el periódico El Popular dirigido por Vicente Lombardo Toledano.

Diego Rivera, Rufino Tamayo, Ricardo Soriano, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce también realizaron lienzos para presentar, desde su perspectiva, al nuevo volcán mexicano.

Dionisio Pulido murió en 1954 en Caltzontzin, pueblo cercano en el que lo reubicó el gobierno una vez que el Paricutín nació y destruyó su hogar. En el pueblo se erige una placa desde 2019, “Reconocimiento al C. Dionisio Pulido Mateo (1887-1954) por el privilegio de haber sido el primer hombre en el mundo en ver nacer un volcán, el Paricutín”.

CR

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